Piel y letra

¿Ahora qué?

Miedo, era el sentimiento que me invadía. Miedo al rechazo ante tu propuesta de vernos, dado que, la vez anterior en mi cita solo me encontré con la soledad, la decepción y la tristeza.

Todas ellas me recordaron que lo nuestro era un fracaso anunciado, pero aún así no quise escuchar. Fui espontánea, me mostré confiada e hice lo que me dictó el corazón (mi razón es muy sabia, pero contigo es muda).

He lidiado con la incertidumbre en estos dos meses y aunque debería de haberme servido de lección, no lo ha hecho. Cuando la razón calla, el corazón toma impulso y maneja la situación.

Voy a la deriva, la ilusión me corroe en cada nuevo paso, pero la experiencia me grita que voy a chocar de nuevo contra ese muro, un muro de diez metros que has levantado tú mismo para que nadie vuelva a hacerte daño.

Ilusa de mí, pretendo rescatarte de ti mismo porque siento que es lo que necesitas, aunque realmente es lo que yo quiero. No sé porqué, creo que puedo pintar de color tu mundo o darte esa esperanza nuevamente. Y tú, me repites una y otra vez, que no hay posibles en tu vida, estás cerrado totalmente, eres inaccesible.

Y así vamos, tú huyes y yo corro tras de ti, pensando que todo va a cambiar, dejando de pensar en mí.




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