Agatha
No puedo creer, a partir del lunes serán los peores días de toda mi vida, tengo que poner en marcha mi plan para que ese tal Liam se largue y me deje siendo lo que más me gusta; libre.
Demian ya se había subido al carro y arrancado, por eso sé que tendré asistente hasta el próximo lunes. Yo no decía nada, sólo asentía con la cabeza de vez en cuando. No tenía ánimos de nada. Minutos más tarde llegamos a mi casa.
—¿Quieres algo de comer? —preguntó Demian, yo por mi parte no contesté. Dejé mi chamarra en el sofá—. Podemos pedir sushi, pizza o lo que quieras, tú decide.
Sentía grandes ganas de cerrarle la boca, pero no me animé. Siendo sincera a él yo le debo mucho, él me ayudo a hacer lo que siempre había soñado desde pequeña.
—Lo que sea —respondí de lo más seca.
Él me frunció el ceño, tal parece que está confundido, pero no sé porque. Yo ya había contestado, después de varias horas había pronunciado tres simples palabras.
—Creo que estás molesta —empezó hablando un tanto irritado, yo bufé con desagrado—. Y no tienes por qué estarlo, nosotros hacemos lo mejor para ti. Sueles ser un poco distraída. Y por eso hemos decidido que lo mejor es que tengas un asistente, que te ayude con fechas y a poner en orden tu vida.
—Eso mismo no quiero. No quiero que alguien completamente extraño se meta en mi vida —suspiré—. Yo sola puedo hacerlo, sólo tengo que proponérmelo.
El gruñó.
—Te dimos muchas oportunidades, y no creo que vayas a cambiar de la noche a la mañana.
—Ya te dije que si me lo propongo lo hago —pronuncié.
—Pero hasta entonces, tendrás asistente. Sólo tú misma debes demostrar que serás más responsable.