Gabriela sonrió al tener todos los datos del rubio sensual en su computadora, al fin sus habilidades informáticas habían dado sus frutos. Quiso reírse de todos los que se burlaban de ella por pasar tantas horas frente a la computadora ¿Qué dirían ahora?
Desde niña le habían gustado dos cosas, la primera, era escribir historias. La segunda, era averiguar las historias de las personas, muchas veces los dramas reales superaban a las novelas por paliza. ¿Qué era ilegal? Si, sabía que lo era. Por eso procuraba mantener todo con la máxima discreción posible, ocultaba sus IP, usaba navegadores especiales y sus datos no estaban en ningún lado de la red.
Nada, no había ninguna red social para ella, aunque siempre estaba conectada con el mundo. Mientras Alejandra aprendía performance o jugaba algún videojuego, ella hacia cosas mucho más divertidas en su propio mundo, porque si, la red era un mundo muy divertido a la par de peligroso. Un error y estabas acababas con tu vida hecha una mierda.
Inflo las mejillas, Nicolás Oviedo era guapísimo pero muy aburrido. Todas sus fotos en redes sociales eran las típicas sacadas en el baño o en el espejo del gimnasio, también habían un par de una niña pequeña que se parecía demasiado a él. Aburrido y padre luchón, el paquete completo.
Chasqueó la lengua al ver su perfil en varios sitios de citas. « Tengo veintiséis años, me gusta leer, la música clásica y dar tranquilos paseos por el parque… » Por dios, lo que tiene de guapo lo tiene de tonto, así no va a atraer ni una mosca. Ni Isabela con todo y su ceguera se fijaría en un tipo así, era más soso que un pan sin sal. Tuvo ganas de alterar su perfil para que se escuchara más interesante pero sabía que probablemente si hacia eso, el acabaría cambiándolo de nuevo, así que tuvo una idea mucho mejor.
Era hora de enseñarlo a ligar.
Busco el perfil de una chica veinteañera para sacar algunas fotos, una castaña iría bien. Suplantar identidades estaba mal, pero no lo haría por mucho tiempo. Después de todo no podía poner una foto suya en su perfil, sabía lo que podía implicar enredarse con un tipo diez años mayor y las consecuencias que él tendría por ello.
Creo el perfil completo «Me llamo Karen Ortiz, tengo veintitrés años, me encanta sumergirme en lecturas apasionadas, la música de épocas antiguas y los paseos al aire libre acompañados de una conversación profunda.» envió la solicitud de chat la cual fue aceptada de inmediato, sonrió.
El juego acababa de empezar.