La mujer de rasgos asiáticos abrió la puerta del lujoso departamento, frunció el ceño al encontrarse con un montón de latas de cerveza, cigarrillos y algunas mujeres durmiendo por el suelo, la verdad, es que pocas cosas cambiaban con los años.
Chasqueó la lengua al entrar al baño y ver al hombre en el jacuzzi rodeado de un par de putas, como siempre.
—Fuera— ordeno a las mujeres que no tardaron en salir de las aguas completamente despavoridas.
— ¿De mal humor, chiquita? — rodó los ojos, a veces el dinero no cambiaba a las personas y Xavier era el claro ejemplo de ello. Tomó el cigarro que le ofrecía, sacando un encendedor de su bolso para prenderlo. Inhalo el humo sintiendo el calor entrar en sus pulmones, expulsándolo e intentando relajarse.
—Me he encontrado con Isabela Montalvo— el hombre la miro sin un ápice de interés, dándole una calada a su propio cigarrillo. Se encogió de hombros y se sintió irritada ante su reacción, ¿acaso estaba bromeando? Alzo las cejas interrogativa, esperando algo más. — ¿No piensas decir nada? Estuviste buscándola por meses.
—Hace bastante que dejo de interesarme esa pequeña putilla — contestó sin demasiada emoción. La mujer se incorporó molesta, acercándose a él
— Pues te aviso, que esa pequeña putilla tiene a alguien pesado en la industria a su lado y si llega a hablar, te hundes.
— Por dios Jennifer ¿a quién puede conocer una muerta de hambre como Isabela? ¿Al que limpia los baños? — Se burló haciendo que ella negara, si tan solo supiera que a ella le gustaría que aquello no fuera cierto
— ¿Quieres saber en dónde me la encontré? En la cueva, si, ese maldito club carísimo— finalmente pareció captar su atención pero solo fue momentáneo, ya que volvió a colocarse en su postura relajada.
— Bueno, no es grave, solo encontró un charlatán con dinero para follarse.
— No lo niego, pero te interesara saber que el charlatán con dinero no es otro que Adrián Saavedra — el salto que dio Xavier dentro del agua la hizo ver que por fin había visto la gravedad del asunto, salió del jacuzzi haciendo un gran charco a su alrededor, caminando en círculos y pasándose las manos por el cabello
— ¡¿Pero cómo es posible?! ¡Pase meses intentando conseguir una cita con ese maldito y nunca la obtuve! ¿Cómo puede una buena para nada como ella…?
—No tengo ni idea, pero el tipo esta con ella y no dudo en amenazarme con acabarme si volvía a meterme con la estúpida ciega. Sabes la influencia que tiene ¿no? — ¿Qué si la sabia? Obvio que sabía la influencia de ese pintor en la industria del modelaje. Desde que sus cuadros empezaron a ser expuestos en diversas galerías reconocidas, se volvió solicitado. Cuando un famoso diseñador compro una de sus obras, básicamente se convirtió en una masacre. Adrián Saavedra pedía una modelo en su página web y filas de chicas con sus agentes se arremolinaban en su puerta, como no hacerlo. Si un cuadro con su imagen era el equivalente a montones de dinero para la agencia y sus modelos.
Su buena reputación como agente le había traído muy buen estatus económico, pero la pintura de Jennifer lo había llenado de millones. Ahora, si a la estúpida de su ex se le ocurría abrir la boca y contar todo lo ocurrido su dinero se iría al caño. Debía encontrar la manera de separar a esa imbécil del artista y mandarla de nuevo al hueco de donde desearía nunca haber salido.
Sonrió mirando a la pelinegra que alzo una ceja interrogativa. Claro que tenía herramientas para destruir a la pequeña zorra, demasiadas, diría él. Pero tenía la más efectiva a solo una llamada de distancia. Una distancia que no tardo en romper en ese mismo instante.
Al otro día no tardo en romperla físicamente, se adentró en el edificio elegante con la misma pose orgullosa que solía llevar en su adolescencia, donde conoció a Isabela Montalvo y a su familia. Familia que lo rechazo por completo, excepto por una persona, la cual era la misma que le sonreía intrigado en este mismo instante.
—Es un gusto verte, Luis. — estrecho la mano del hombre firmemente, mirando fijamente sus ojos azules iguales a los de todos sus hijos —. Tú y yo tenemos mucho que hablar…