Gabriela casi se desmaya al leer el mensaje de Nicolás en el chat, después de días de no querer conectarse. Intentó no entrar en evidente pánico, queriendo abofetearse a sí misma por cometer semejante imprudencia. ¿Ahora que excusa daría? Probablemente el hombre enloquecería si la veía a ella en lugar de Karen. Se quedó unos minutos mirando fijamente la pantalla del ordenador, sin saber realmente que hacer. Ni siquiera lo supo cuando otro mensaje llego al buzón.
-¿Ahora vas a dejarme tú en visto?
Era una opción bastante tentadora, pero tenía que ser realista. Si no contestaba más sus mensajes iba a darse cuenta de inmediato que se trataba de ella y eso no podía ser bajo ninguna circunstancia. Primero se sentaría a escuchar las conversaciones interminables de su padre antes que eso.
-Lo siento, estaba pensando en tu propuesta ¿Por qué quieres verme?
-Solo quiero conocer a la chica con la que llevo hablando semanas ¿es malo?
-Claro que no, solo tenía curiosidad por saberlo.
-¿Y bien, tienes una fecha para mí?
-Aun no lo sé, dame tiempo para organizarme
Nicolás bufo a la pantalla, esto era extraño y muy sospechoso. Claramente estaba dándole largas al asunto y no se sentía nada bien con esa idea porque lo único que hacía era arraigar más sus sospechas. Se mordió el labio, pensando en lo ilegal que eso seria. Miro a Marilyn durmiendo plácidamente en el sofá, negó para sí mismo. No podía permitirse ir a la cárcel.
Se maldijo por hacerse ilusiones tan fácilmente con una persona que no conocía en la vida real, pero habían congeniado tan rápido que fue inevitable no hacerlo. Suspiró pesadamente, primero Isabela había empezado a salir con el imbécil de Saavedra ahora esto. ¿Por qué no podía iniciar una relación normal sin tantos embrollos? Parecía que la vida quería condenarlo a estar soltero siempre.
-No puedo darte tiempo, necesito verte lo más urgente posible. Dime donde trabajas e iré a recogerte para ir a tomar algo.
Gabriela trago en seco, seguramente lo mejor en ese momento era escapar del país, cambiarse el nombre y trabajar secretamente para una agencia de hackers, pero descarto de inmediato la idea. Era una principiante que nadie iba a contratar y era menor de edad por lo que si quería salir del país tenía que pedir permiso. ya no tenía escapatoria, el juego había terminado y debía lidiar con las consecuencias.
-Te veo en el mirador mañana a las cinco de la tarde
-Perfecto, te enviare un mensaje cuando este ahí.
Sobra decir que esa noche no durmió nada, pensando en cómo reaccionaría él al saber que había estado mintiéndole todo este tiempo sobre su identidad. Porque si, eso fue lo único con lo que mintió. Sus bromas, sus anécdotas y risas fueron más que auténticas, las cosas en común que tenían eran ciertas, ella adoraba los libros y el café, su mayor sueño también era viajar por el mundo.
Pero por más que casi todo fuera cierto, nada quitaba el hecho de que le había mentido a Nicolás con algo muy grave ¡ella solo tenía dieciséis años! Una relación entre ellos era completamente ilegal y podía mandarlo a la cárcel. Eso, sin contar que había invadido su privacidad de manera escandalosa, entrando a sus redes sociales y borrando cosas a su mero antojo.
Solo esperaba que pudiera perdonarla.