Las puertas de cristal de la agencia hicieron un chirrido cuando Adrián las abrió con tan poca delicadeza que Manuel pensó por un momento que se quebrarían bajo sus manos. Todas las mujeres de la estancia se dieron la vuelta para mirar al iracundo hombre, algunas con miedo, otras con deseo. Sinceramente no entendía a estas últimas. ¿Cómo podían sentirse fascinadas por un tipo que parecía estaba a punto de matar a alguien?
— Necesito hablar con Xavier Oliveira ¡Ya! — la pobre recepcionista se encogió en su sitio, completamente temblorosa ante el grito proferido por el imponente hombre frente a su escritorio. Pobre mujer.
— E-el jefe está en una reunión importante en estos momentos ¿t-tiene cita? — Adrián gruño, dándole un manotazo a una pobre e indefensa lapicera, mandándola muy lejos de ahí
— ¡¿Tengo cara de tener cita?! ¡Dígame en que piso esta ese cabrón y ya! ¡Me importa un comino su puta reunión!
La mujer balbuceó un par de cosas inteligibles y Adrián rodo los ojos — Olvídelo, iré a buscarlo por mi propia cuenta — farfulló dirigiéndose a la escalera, pero un chillido horrorizado de la mujer lo detuvo en el acto
— ¡E-espere! ¡No puede subir! ¡No lo va a encontrar allá arriba! La reunión no se está haciendo aquí…
— Bien ¡¿en dónde coño es?! — El hombre estaba perdiendo la paciencia y Manuel tuvo miedo, pensando que se iba a abalanzar sobre la pobre mujer en cualquier momento
— E-en el hotel Hillsong señor, en el restaurante del lugar… e-esta anotado en la agenda, si quiere puedo enseñárselo para que lo compruebe — los ojos grises de Adrián se clavaron en él de inmediato, la furia reemplazada por el inminente pánico.
Mierda.
Ninguno de los dos dijo nada más a la pobre mujer antes de salir corriendo por la puerta como unos posesos. Xavier estaba en el mismo lugar que Isabela y eso solo podía significar que su hermana estaba en peligro.
— ¡Arranca ya hacia el hotel, Carlos! — aulló Adrián nada más al entrar al auto donde los esperaba el mayor de los Saavedra, pensativo. El hombre dio un salto en su sitio y obedeció de inmediato, encendiendo el coche que salió del estacionamiento con fuerte rugido.
— ¿Pueden decirme que pasa? — inquirió Carlos sin parar de maniobrar por las concurridas calles de la ciudad, Adrián respiraba con pesadez y no pronunció ni una sola palabra al respecto, quizás demasiado agobiado. Así que él tuvo que explicarlo
— M-mi hermana… está en peligro, Xavier está en el mismo hotel que ella en este momento
Los ojos de Carlos se ensancharon y de repente, el auto acelero al punto de casi hacerlo pasar a los asientos delanteros. Casi podía escuchar la voz de su hermana reprendiéndolo por no usar cinturón de seguridad.
— Solo podemos rezar para que Nicolás y las chicas lleguen a tiempo — murmuró el hombre al volante con pesar y no pudo hacer otra cosa que darle la razón, viendo el tráfico que había, era la única esperanza que les quedaba.
Tardaron demasiado en llegar a las puertas del jodido hotel, bajándose de golpe del auto y quedándose de piedra al ver el panorama interior. Nicolás Oviedo permanecía de pie, cubriéndose el brazo repleto de sangre, las gemelas se escondían asustadas tras una mujer alta que las cubría con su cuerpo y Xavier les apuntaba con una pistola mientras ahorcaba a una mujer que mantenía prisionera.
Su hermana.