— La señorita Montalvo solo tiene un par de golpes en el cuerpo. Hemos hecho una tomografía cerebral y pudimos comprobar que todo está bien. El desmayo fue causado por el estrés emocional y por el flujo interrumpido de oxígeno al cerebro, con un descanso se repondrá y podremos darla de alta mañana por la tarde — La doctora le sonrió con amabilidad a Adrián antes de salir de la habitación. Él soltó todo el aire de sus pulmones antes de lanzarse al único sillón que había en ese cuarto de hospital, agotado por completo.
Miro a Isabela que yacía inconsciente en la camilla, a pesar de que seguía enojado porque no confió en él, estaba tremendamente aliviado de tenerla cerca otra vez. Tanto, que se había negado a que le curaran las heridas causadas por la pelea con Xavier solo para no perderla de vista.
Alzó la vista al escuchar que la puerta se abría de nuevo. Sonrió a Carlos que le entrego un café el cual recibió agradecido.
— Las chicas ya han ido a casa con mamá y Fernanda ha llevado a la hija de Nicolás a nuestra casa… la herida de bala no fue demasiado grave, pero tiene que quedarse aquí un par de días — suspiró afligido, Nicolás se había llevado la peor parte de todo este embrollo y eso que no tenía nada que ver.
— Cuando se recupere hablare con él y le daré las gracias
— ¿Cuándo se recupere o cuando puedas amarrar a Isabela a la cama para que no se escape otra vez? — Adrián frunció el ceño enojado y Carlos alzo las manos en son de paz, risueño —. Perdona, hermanito, sé que no es gracioso. Pero después del impulso suicida que tuviste hoy me siento afortunado de poder bromear contigo — relajó la expresión comprendiendo el sentimiento de alivio que inundaba a su familia al verlo vivo. Sabía que lanzarse de esa forma sobre un hombre armado y enloquecido no fue lo más prudente que pudo hacer, pero cuando empezó a hablar de esa forma de ella sintió una rabia desmedida… y cuando se atrevió besarla, cualquier indicio de racionalidad salió de su cuerpo para dar paso al más puro instinto animal, el de matar.
Mentiría si decía no se sentía orgulloso de sí mismo, había reducido a Xavier a un bulto gimiente con apenas consecuencias. Claro, si quitaba el hecho de que tenía un gran moretón en la mandíbula, los nudillos maltratados y que Isabela había caído inconsciente en cuanto pudieron liberarla de ese imbécil.
— ¿Qué ha dicho la policía? — inquirió a su hermano mayor que miraba a la bella durmiente, perdido en sus pensamientos.
— Están agradecidos, Xavier administraba una red de prostitución oculta tras la agencia de modelos, pero les había costado encontrar pruebas, gracias a que intento secuestrar a Isabela tienen el pretexto perfecto para investigarlo sin trabas de ningún tipo, y Jennifer Wang no va a tardar demasiado en caer por la misma razón.
La sola idea de imaginar a Isabela metida en una red de prostitución lo hizo tener nauseas. La habían salvado a tiempo.
— Hablando de damas de compañía… la mujer del hotel sigue allá abajo, quiere ver a Isabela ¿la dejo pasar? — ignoró el claro nerviosismo que le causaba a su hermano mayor hablar de esa mujer y asintió con suavidad a lo que Carlos salió de la habitación. Según había dicho el detective, ella había pasado la mayor parte del tiempo con Isabela y necesitaba hacerle unas preguntas.
Pasaron unos minutos antes de la puerta se abriera de nuevo. Julia Silva entro con lentitud, ya no llevaba puesta ropa provocativa y tenía el cabello oscuro recogido en un simple moño. Le dedico una sonrisa tímida, parándose en silencio al lado de la cama donde dormía Isabela plácidamente.
— Supongo que para ti no es un placer conocerme — murmuró luego de un rato, desviando la mirada de la castaña hacia él.
— Para mí nada de lo que está ocurriendo en este momento es placentero, no te sientas aludida.
La mujer suspiró, volviendo a mirar a Isabela. Sabía que no iba a decir ninguna palabra al menos que él tomara la iniciativa.
— ¿Cómo se conocieron usted e Isabela? — Inquirió haciendo que Julia sonriera, un poco melancólica.
— La encontré en la calle luchando con un teléfono público, tenía apariencia de estar perdida. Estaba sucia y temblorosa, quise ayudarla porque pensé que llamaría a sus padres… pero acabo haciendo una llamada muy diferente y acabo huyendo nada más al colgar.
No pudo evitar sentir una punzada de dolor al imaginarse a Isabela perdida, a pesar de que aquello paso por su propia decisión.
— La seguí hasta un parque, donde ella se sentó bajo un árbol y canto una canción realmente bonita… quede impresionada
Esbozó una pequeña sonrisa, recordando cómo se había enganchado a ella luego de escucharla cantar en la escuela
— Continúe — instó un poco más relajado, queriendo saber cada detalle de lo ocurrido.
— Decidí llevarla conmigo al hotel para que trabajara como cantante, como supondrás, fue aceptada de inmediato. Luego la obligue a contarme porque estaba ahí y me hablo de ti — Julia hizo una mueca de tristeza al ver su expresión sensiblera. — Ella te ama ¿lo sabes, no? — dijo suavemente. Adrián frunció el ceño.
— Si me ama ¿Por qué me dejo de esa forma? — Escupió aun dolido por todo lo ocurrido.
— Para ser un hombre tan atractivo pareces ser un poco inexperto en relaciones.
Abrió los ojos, estupefacto por su acusación. Julia nada más rio burlona al ver su cara de asombrado.
— Te contare algo muy simple, cuando las personas dicen que el amor es ciego no se refieren únicamente a la persona en cuestión, se refieren a cada aspecto de la relación en sí. Cuando estamos enamorados, no pensamos en más nada que en el bienestar de la otra persona, actuamos de manera impulsiva y somos ciegos ante las consecuencias — el silencio predomino a tal punto que lo único que se escuchaba en la sala eran las respiraciones de todos los presentes.
Julia suspiro exasperada al ver al hombre que parecía procesar la información a toda velocidad. Otro niño parecido a su hijo, igual de tozudo.