Ese día por la mañana era la hora exacta del justo apogeo del alba, pero ese día en particular salió cabizbaja y sin mucho aliciente para bien nombrarla arte. Yo había despertado escabulléndome de mis propios pensamientos. Amaneciendo con la vaga intención de llamar a mi madre, pero me abstuve para ahorrarle el enojo de colgarme antes de que saludara. También mi padre se vino a mi mente, él y esa gran distancia de indiferencia que nos guardaba el intento de acercarnos.
Vi al techo y me sentí sola, torpe y loca. Olvidando el minucioso detalle que el ser humano por mero amarre no puede evitar el pensar, y quise por estupidez dejar de hacerlo sin saber que para ello tenía que volver a intentar dormir o pegarme un tiro en la sien. Lo último, para lo que vino después hubiese sido lo más factible pero no vino a tiempo a mi mente.
Me levante de la cama y el roce de mis pies con el suelo frío me erizaron completa. Fui a componer la calefacción y después camine hacia el estudio que Oriol tenía dentro de la habitación. Él pintaba, lo note absorto en ello, sumergido en sus propios pensamientos y existiendo solo para el cuadro mismo, como lo hacía cuando la inspiración bailaba en sus manos. Pero ese día no, no sólo era la inspiración la que venía y hacia danzas versátiles en su imaginación, él craneaba e idealizaba, y no precisamente pinturas y acuarelas, era más o menos una hilera enredada que no llegaba ni explicaba ningún punto. Mientras yo no presentí, mentiría acaso si dijera que lo hice como cuentan las novelas de antaño diciendo que la amada sintió una punzadilla al corazón causando angustia y agitación a su alma. Idealidades tontas sin estar a un paso de la realidad.
Yo estuve conforme viéndolo como pintaba en silencio el crepúsculo de una noche tibia, tibia, con las estrellas y la luna opacas, pero aún así bellas.
Después de unos minutos se fijo que lo observaba, dejo el pincel en una de las esquinas del caballete y estiro sus brazos dando un respiro largo. - ¿Qué te parece? - Pregunto. - La luna - Conteste - Llama mi atención. Aunque demuestra una pronta despedida no deja de lucir hermosa. Las estrellas también - Suspire - Farolean encanto - Reí acercándome al cuadro para minuciar con más claridad. - ¿De qué te ríes? - Me pregunto - Chismosas bellas - Dije - Se me figura que están alrededor de la luna solo para susurrarle todo lo que la llena no logra ver. Los que aman, lloran, olvidan y los que hacen todo junto.
- A veces olvido - Señaló su cabeza con gracia - que hablo con una empedernida poeta.
- No - Repuse riendo - Supiste retratar en ella su justa sabiduría, asemeja lo que es. ¿Cómo se llama?
- l'ultima notte.
- l'ultima notte - Repetí tratando de entender su nombre - Para ser bella tiene un nombre un tanto trágico.
- Lo bello, lo feo, lo bueno, lo malo. Todo en esta vida tiene el sentido de la tragedia, cariño - Se paro del asiento tomando con brusquedad un trapo viejo y manchado para limpiar sus manos - Es lo único que tenemos por sentado en este existir poco agradable. La tragedia de una obra miserable.- Rió.
- No me parece miserable, la vida - Titubee - Y una tragedia solo sería si una noche así fuese la última. No porque fuese la última en sí, sino porque no soportaría no volver a ver tal hermosura.
- Pero es una realidad, tienes que dejar el dramatismo por un momento y aceptar la idea que cualquiera será la última, por mucho que comas, duermas, llores, te levantes, juegues a ser feliz y creas lograrlo. Nada va detener el que perezcas y te vuelvas nada.
- ¿Te estás escuchando?
- Si, tu igual y te sorprendes como si hubieses estado viviendo todo este tiempo en inmoralidad. Que no ves que cada día nos acercamos más a la fosa.
- ¡Por Dios, Oriol! Lo dices y suenas como si hoy amaneciste siendo un ansiando.
- No es la edad, Ani, eso solo es un invento más del hombre para inventar las etapas que conllevaran su absurdo de felicidad mentira. En la infancia te "dicen" - Tienes el mundo por delante. ¡Tantas cosas por hacer! - Y aparentan que la decisión de todo ello está en tus manos. Conforme vas creciendo te das cuenta que es el mundo quien te ata, no eres más que un esclavo de la vida que te cría y te alimenta solo por la satisfacción de verte sufrir para luego yacer. En la adolescencia - "Estas cerca del amor, defines quien PUTAS eres" - "dicen". Y llega con sigo la adultez, cuando se supone que ya hemos de tenerlo todo: casados con el personaje ideal que el mismo entorno te ha hecho pensar que así es. Que para entrar en el conformismo del sentimiento y poder tras si definir esto como amor tienes y tienen que ofrecerte belleza, intelecto, estar en el punto exacto de la élite. Si lo ves de esa forma - Señaló con ironía - El sentimiento supuesto no es más que un dame y te doy, un usufructo de mutuos acuerdos que la costumbre y la traición se encargan de desenmascarar, para ese entonces ya estas arruinado… ¡Que más! - Pensó haciéndome creer que estaba perdiendo la cabeza.- ¡Así, las malditas profesiones que nos hacen ser ante una sociedad de mierda algo!, ya sea un perdedor o un hombre de negocios que cumpla con el estándar ideal del hombre moderno... Y así sucesivamente hasta alcanzar los ideales esquematizados en las estadísticas que te aseguran una felicidad que es más bien una insolencia. Las masas se mueven a encontrar esa mierda, nadie se para tres segundos a media calle para analizar que todos sus sueños se mueven y se inspiran en lo que el comercio te ofrece, ¡la magia del marketing! Quien haya inventado esa mierda le facilito al rebaño el aspirante de querer ser sin buscar en sí... ¡Escucha Ani, tenemos el mundo perdido mucho antes de venir a él! Esto no es nada más que billones de obras teatrales con el mismos y despiadado final que empiezan y terminan, terminan y empiezan sucesivamente siguiendo una cadena de tiempo y espacio.