Placer Artificial

03_La media noche

En lo que será mi habitación me la pase yendo de un lado a otro, no podía estar quieta. Mucho menos descansar.

Tantas cosas que procesar para mi cerebro, lo que seré en esta casa, las reglas, los castigos y el hecho de que tengo que convivir con maquinas humanoides.

Bueno, la verdad no sé si vaya a convivir con ellas. Pero me imagino que sí.

Suspiro y doy una vuelta en la cama, ya es de noche, 11:56 pm para ser exacta.

¿Cómo se la hora?

Fácil, estuve inspeccionando el cuarto en su totalidad y hay varias cosas modernas, tecnología avanzada. Por ejemplo, presione un botón hundido que había en la mesita de noche del lado izquierdo de la cama y apareció un reloj como proyección. La verdad no me sorprende viniendo de este hombre, tal vez es estudio para esto, ni idea qué, pero cabe la posibilidad de que es demasiado inteligente si ha hecho un robot parecido a los humanos.

Aún sigo pensando en el apodo que les tiene, As, puede ser ¿androide secreto? No, es raro.

En fin, elimino todos estos pensamientos y respiro profundo volviendo a sacar el reloj de su escondite.

La media noche.

Y no tengo sueño, ¿razón? La chica pelinegra me trajo un café negro, muy cargado para mi paladar, no hace mucho, todavía queda un poco en la taza humeante.

Un bostezo me invade y lo dejo salir, pero me golpeo las mejillas despacio negando.

Tengo que mantenerme despierta.

Justo en eso la puerta se abre, me giro y lo veo entrar, con una bata negra de seda.

Tomo asiento observándolo en todo momento, cierra la puerta y voltea conmigo.

—¿El café te ayudo a despertar? —es lo primero que pregunta, se acerca a la cama y su cara resalta a la luz azul grisáceo de la luna.

—Si, señor. Más bien me mantuvo despierta —contesto sin interés, se mueve a mis pies y queda en medio de la cama.

—Perfecto —masculla tranquilo.

Se desabrocha la bata dejando ver sus abdominales marcados, trago saliva y subo la mirada a sus ojos penetrantes, la tela negra cae y unas figuras negras algo llaman mi atención. Es un tatuaje que se extiende desde su pectoral derecho, pasa por su hombro y baja todo el brazo hasta la muñeca, es un diseño sobresaliente, en forma de hexágonos, como si las figuras se estuvieran desprendiendo de su piel. 

— ¿Quieres hacer esto? —parpadeo y dejo de ver su asombroso tatuaje, esta recargado de mano en el colchón.

—¿Eh? —no entendí por andar concentrada en otra parte.

—Mira, seré sincero. Son contadas las veces que he estado con una humana en el acto sexual —quedo boca abierta con eso y parpadeo lento—, a mis As no es necesario pedirles consentimiento para ello, pero contigo es diferente. Seremos esposos y quiera o no, debo hacer esto —pausa, sigo en un pequeño shock, él quita la cobija de mi cuerpo dejando que el frío se filtre en mis huesos—. ¿Me deja tomarla, señorita? Prometo no dañarla.

No entiendo, es muy caballeroso de su parte, pero en la tarde parecía decido a sus actos y no estaba pidiendo autorización o mi opinión, ¿acaso ahora puedo decir no?

—Bien, su silencio otorga una respuesta en desacuerdo —dice recomponiendo su postura, colocándose recto—. Pero debo insistir, si quiere podemos jugar un rato, así tal vez logre excitarla y quiera recibir más placer.

Tentadora oferta, ¿acepto? ¿En serio tengo la opción de negarme? Es algo que no puedo creer y presiento que si lo hago puede que sea una prueba para ver qué tan fácil soy de manipular.

—Necesito que hable, cuando pregunto o quiero saber sobre algo, tú debes responderme. Palabras, no gestos ni silencio —se está alterando y al tensar su mandíbula me lo confirma.

¿Ven lo qué digo? Quiere hacerme ver que tengo opción, pero la realidad es otra.

Trago saliva y abro mis piernas, para no dejarme del todo expuesta meto el camisón entre ellas, después muevo mi dedo índice invitándolo a treparse.

—Ven, hazme tuya.

De acuerdo, eso sonaba mejor en mi cabeza, con la asquerosa voz de Brad.

Él se sube y jala de uno de mis pies para acostarme, es muy fuerte. Se acomoda encima mío sin aplastarme y dejar de mirarme directo, siento una caricia fría en mi muslo que eriza toda mi piel.

Su mano se entromete en mi entrepierna y reprimo el querer tensarme, obligando a mi cuerpo relajarse y dejar pasar lo que está destinado a suceder.

Me ve en todo momento, al mismo tiempo que estimula mis zonas erógenas y consigue poco a poco subirme la temperatura.

Besa mis muslos, muerde, lame y a la vez que sube va levantando el camisón, me arqueo un poco para que lo quite por completo y me dejo caer.

Tengo el impulso de posar mi mano en su nuca y atraerlo para que me bese, pero aguante dejándolo seguir en su cometido.

Cerré los ojos y mordí mi labio inferior cuando empieza a jugar con mis pechos en su boca cálida, mientras uno está dentro el otro lo tortura con su mano y no voy a mentir, esto me está excitando de sobremanera.

Intento apretar mis piernas, sin darme cuenta que una de las suyas está ahí y ese apretón lo sintió, porque siento su mirada en mi cara. Abro los ojos lentamente junto a mi boca y de ella brota un jadeo.

—¿Ya estás sintiendo deseo? —se trepa más arriba a la altura de mi cara, quedamos a escasos centímetros.

—S-sí —logro articular, mi respiración es agitada y los latidos de mi corazón se sienten en mis oídos.

Él ya no habla, sin embargo, viéndome siento como el roce de sus yemas pasa de mi cuello hasta el principio de mi pelvis.

Lo observo llena de morbosidad, imaginándolo tomarme ahora mismo, entrando en mi cuerpo, mi mano sola va a su pecho y antes de tocarlo le pregunto con la mirada.

—Adelante, hazlo —suelta como un gruñido, algo ronco.

Paso mi mano por todo su torso trabajado y siento la dureza de sus abdominales, acarició su tatuaje y estoy concentrada en ello que de repente cierro los ojos abriendo la boca.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.