Placer Artificial

08_Ayúdame, Kaleb

Entro a casa después de Anne, le pregunto dónde está la humana y me señala las escaleras.

Las subo de dos en dos llegando rápido al segundo piso. Me muevo a su cuarto, entrando sin previo aviso.

No hay nadie.

—Mi señor, Sara me dijo que su último contacto con Sophie fue en el balcón de su habitación —informa Anne llegando detrás de mí.

—Bien. Ve con las demás.

Me giro y paso por enfrente de ella para pasar a mi cuarto, cerrando tras de mí despacio. Camino sigilosamente hasta la puerta abierta del balcón.

Ahí esta Sphie, acostada en el piso dejando que los rayos del sol se esparzan por su piel expuesta gracias al vestido corto que apenas si le tapa algo.

Carraspeo llamando su atención y voltea conmigo, de la nada pega un brinco tomando asiento sin quitar las manos de su estómago.

—No se enoje, señor. Ahí dentro me siento asfixiada.

Un leve amago de sonrisa se presenta en mis comisuras.

—Está bien. Entiendo las razones.

Alza sus cejas ante mi respuesta y desvía sus ojos, no me cree.

Sin tomarle importancia salgo al balcón yendo a recargarme al barandal, el cielo esta despejado para este lado, pague por una buena simulación de ambiente limpio.

—Quiero hablar con usted —habla de repente, sigo viendo la ciudad podrida—. ¿Tiene tiempo?

Despejo mi muñeca, cierro la palma de mi mano presionando dos veces y la abro, causando que aparezca un holograma discreto con la hora, el clima y otras funciones personalizadas.

15:26 ~ 26 °C
Galimore, Inglaterra.

Suspiro cerrando mi mano y la veo de reojo.

—Sí, pero vamos adentro.

Asiente, intenta hallar la manera de levantarse y tras varios intentos donde se ríe, le brindo mi mano la cual acepta y doy un jalón.

Suelto su mano para hacer que pase primero a la habitación, luego yo cerrando a mi espalda.

—Aquí en el sillón —apunto, toma lugar y lo hago a su lado, sólo que volteado hacía ella—. ¿De qué quieres hablar?

—Pues... de muchas cosas en realidad.

Realizo un gesto con la mano de que siga. Su rostro esta agachado, viendo sus manos que juegan con el anillo de matrimonio. Miro el mío e igual lo giro con mi dedo pulgar.

—¿Te preocupa algo? —indago.

—Sí. Bueno, no sé... —exhala por la boca mostrándome que está nerviosa o incomoda.

—¿Esta relacionando el o la bebé?

Asiente y luego me mira directo. ¿A qué le temes, Sophie?

—¿No le importa si es de genero femenino?

—La verdad no, una mujer también puede llevar el liderazgo en mi compañía. Solo es cuestión de enseñarle y prepararla para ello.

—¿No tiene hermanos o hermanas que se pueden hacer cargo? —pregunta.

Encarno mis cejas y cruzo mis piernas recargando el codo sobre una de estas para posar mi cara encima de la palma de mi mano.

Hare lo que hace mucho no hacía ni me interesaba. Platicar con un humano que no sea Kaleb, Tina, Oleg o mi padre.

—No, soy hijo único. ¿Tu recuerdas si tienes hermanos?

Sonríe e imita la posición de mis piernas, empezando a balancearla.

—Mmmh, no. Apenas si recuerdo el rostro de mis padres.

Asiento relamiendo mi labio superior.

—Sí, siento haber hecho esa pregunta —me disculpo sincero, ella niega y le resta importancia con un movimiento de mano—. Ojala pudiera ayudarte a encontrarlos.

Eso la toma por sorpresa. Sí, Sophie, aunque no lo creas en este cuerpo aun queda rastro de humanidad.

—Yo también quisiera eso, pero ni idea como empezar, ni su nombre me sé o al menos el apellido... —se ríe levemente y noto como sus ojos se cristalizan—. ¿Sabes? En ese lugar en el que pase casi diez años o más, no había día en el que no deseara que mis padres entraran por la puerta salvándome... la esperanza es lo ultimo que se pierde, ¿no?

Mierda, lidiar con la empatía no es mi fuerte. ¿Qué debo hacer ahora? Yo saque el tema.

No pierdas el control.

—Ciertamente, pero también es algo jodido esperar por un milagro —digo lo primero que me viene a la mente.

¿Lo hice bien?

—Lo sé, ya han pasado años desde que me hice la idea que solo tenía dos alternativas para salir de ese lugar de mala muerte —su tono es mas golpeado, con rabia—. La primera, era muerta y la segunda era está. Ser comprada tal como un objeto o mercancía me tratase.

Pocas veces he lidiado con mujeres como ella, educada ante la presencia de un hombre que se cree superior a una mujer, pero que es rebelde al mínimo trato denigrante.

Lo cual es bueno, me da entender que no se va a dejar por nadie.

No estoy acostumbrado a estar a la par, hubo un tiempo que yo debí bajar la cabeza y creo que por eso, ahora en la actualidad que tengo poder sobre otras cosas, como mis androides que me obedecen en todo, no tolero malos e irrespetuosos tratos a mi persona.

Ya no volveré a bajar la cabeza, fue una promesa.

El silencio que se creó después de que Sophie dijeras tiene incomodo. Tengo cierta inquietud de saber que si le digo lo que en verdad pienso de ella puede que pierda el control.

Y eso me pone de mal humor.

—Sophie —la llamo, voltea prestándome atención que requiero—. No eres un objeto, tal vez te haya parecido que te trato como uno, pero no es así.

Ella se mofa y me callo.

—Ja, que curioso. Desde un inicio me trataste como uno, me has tratado como si fuera una de tus androides. Tienes todo bajo control, eso te encanta. Y estoy intentando acoplarme, en verdad lo estoy tolerando, pero repito tus palabras... tengo un límite.

Endurezco mis facciones a la defensiva.

—No me amaneces —espeto autoritario.

—No entres en pánico, no lo estoy haciendo. Sin embargo, sé que tú sabes de lo que soy capaz.

—Te pedí que te comportarás, esto sigue siendo nuevo para mí.

—Te pedí que te comportarás —repite queriendo imitar mi voz—. ¿Eso que significa? Qué baje la cabeza y siga viviendo bajo tus reglas con el miedo a volver ser azotada y castigada si no me comporto, ¿ah?




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