Placer Artificial

11_La deseo

Demian

 

Tengo una felicidad inexplicable el día de hoy, siempre me siento de esta manera cuando se lanzan mis prototipos.

El A.S modelo 400 es un total éxito.

Y me llena el pecho de orgullo.

—Ned, confírmame que las chicas están listas —pido empezando a apagar la computadora.

—Un momento, Demian.

Asiento.

Me levanto de la silla y tomo mi saco del respaldo para ponérmelo. En el reflejo de las pantallas apagadas me acomodo el moño color vino.

Kaleb menciono el color de vestido que Sophie compró y al ser mi esposa debo ir acorde a ella.

—Alba me dice que sí, ya están listas. ¿Les doy la orden de bajar?

Espero un momento, suspiro contra mi reflejo y decido quedarme con los anteojos. Mi vista en las últimas semanas ha estado muy cansada, debo ir a checarme.

—Sí, diles que bajen.

—De acuerdo, en 8 minutos estarán en la puerta aproximadamente.

—Gracias... ¿Ned? —lo llamo dudando de mi aspecto.

—¿Sí?

—¿Me veo bien con anteojos?

—Mmh...

La pantalla principal se prende sola y aparece la forma de un rostro con códigos.

—Su aspecto no cambia, se mira bien.

Tomo una bocanada de aire profunda y subo con mi dedo los anteojos, ajustándolos en mi nariz.

—Okay, si se quedan entonces.

—Muy bien, disfruta de la velada y recuerda tomar fotos. Me gustaría ver a las As tan elegantes.

—Lo haré, buenas noches, Ned.

Comienzo a caminar fuera de mi laboratorio. Él sabe lo que tiene que hacer una vez esté afuera.

—Buenas noches, Demian —es lo último que escucho.

Subo las escaleras y cierro la puerta.

Unas risas hacen eco en toda la casa, han de ser ellas bajando por las escaleras. Camino hasta la entrada y abro la puerta angosta que da al garaje. Esta se encuentra a lado de las escaleras.

Volteo hacia las susodichas chocando con los ojos de Alba, le indicó con la mano hacia dónde debe ir y pasa.

Sigue Sam qué me sonríe, le devuelvo el gesto. Luego Sara que me encanta como le queda ese vestido blanco.

—Buenas noches, señor —saluda.

Hago un asentimiento de cabeza.

—No te vayas a ensuciar, Sophie —le advierte Anne mirándola de reojo.

Ella pasa al garaje meneando su mano y levanto la mía sonriendo pequeño.

Un extraño bicho me pico, este no soy yo.

Sophie pasa por mi lado tarareando y comiendo una barra de chocolate, sin verme o saludarme, no lo esperaba de todos modos.

Pero me hubiera gustado haber hecho contacto con sus ojos.

Cierro tras de mí, yendo a la camioneta. Dónde Oleg las ayuda con sus vestidos para que suban.

Llevo mi vista a todas ya que están arriba y me agrada que estén tan presentables.

—¿Todo listo? ¿Nada se les olvida? —inquiero, no quisiera devolverme por nada.

—No, tenemos todo preparado. El bolso con cosas que Sophie llegara a necesitar si se sienten mal por el humanito lo trae Sara —aclara Sam.

Humanito.

—Perfecto, vámonos.

 

° ° ° ° °

 

Les ofrezco mi mano para ayudarlas a bajar del auto, los flashes no cesan desde que llegamos al salón.

La última es Sophie, se mira preciosa con ese vestido.

No suelto su mano y caminamos hasta la entrada del salón privado. Ella se quiere soltar de mí y ejerzo un poco de firmeza en el agarre impidiendo su acción.

Sonrío girando mi cuello a ella, ya me estaba viendo.

Rompo el contacto para ver por dónde vamos, las chicas van delante de nosotros y las dejo ser.

No pueden despegarse mucho, su interacción con los invitados termina una vez que quieren ir más allá. Es una señal que las regresa a mí.

Sólo que, si mantengo a mi otro lado a Anne, ella ni de chiste se separa de mí.

Tengo que ver con mis propios ojos como va desenvolverse.

Sophie otra vez tira de mi mano disimuladamente para soltarse. Me volteo a ella rápidamente y detengo mis pasos antes de entrar por completo a la sala con los demás.

—¿Cuál es tu problema? —pregunto en murmullos.

Me mira inexpresiva.

—Suéltame —ordena en el mismo tono de voz.

—Eres mi esposa ante la sociedad, nos amamos, finge apego y cariño por mí esta noche —pido, siendo lo más amable posible.

Debí hablar con ella antes de venir acá, me distraje toda la tarde y hemos aquí en desacuerdo.

Ella iba hablar, pero deduciendo su semblante no sería algo que le agradaría, lo bueno es que llego Kaleb con Tina.

—¿Entonces? —exijo una respuesta, algo que me de la certeza de que se comportará.

—De acuerdo, amor —dice fingiendo una sonrisa y se acerca peligrosamente a mis labios.

Besando las comisuras de estos.

—Cuanto amor se desborda de ustedes, por Dios —comenta sarcástica Tina.

—Ya sabes —contesto.

—Ajá.

No me cree. Saluda de beso a Sophie y Anne, a mí me pasa. Sigue enojada.

—¿Sólo las trajiste a ellas?

—No, ya están adentro las demás.

—Iré a saludarlas —se despide y entra.

—Creo que nunca va a superar el hecho de que no te casaste con Rachel —dice Kaleb riendo.

No me hace gracia.

—Ese tema está más que enterrado. Pasemos.

Y me muevo, sólo que si logro escuchar su murmuro.

—Literalmente está enterrado.

Suspiro, mi buen humor no se arruinará por Tina ni por Kaleb. Hoy es una gran noche de celebración.

Aparte de festejarme por Anne también lo hacen por mi casamiento.

Cada vez que se acercan a nosotros quedo esbelto ante cómo se maneja Anne. Maravilla a todo aquel que nos saluda.

—Es perfecta, ¿seguirás haciendo más? Es un excelente mercado —opina Gael, un empresario que ha querido ser mi socio desde hace más de dos años.

—Por el momento no, descansaré uno o dos años para disfrutar mi casamiento. Oh, de hecho no te la he presentado.




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