Placer Artificial

15_Lo estoy estropeando

Demian

Terminando de firmar la receta médica con más vitaminas y ácido fólico, Sophie pasa a la camilla para el ultrasonido.

Estoy nervioso.

Quiero que todo esté bien.

—¿Listos? —inquiere Edward, asiento y coloco mi vista en la pantalla trasparente.

Aparece la imagen interna del útero, observo todo con detalle y admiración. Edward nos va diciendo lo que se ve en pantalla y por fin deja de moverse.

Ahí está mi bebé, una pequeña cosita encorvada.

—No se ve nada fuera de lo normal, tamaño, color y posición adecuados para las primeras cuatro semanas. ¿Quieren una imagen?

—Sí —contestamos al unísono, la emoción en nuestras voces hizo sonreír cálidamente al Doctor Kress.

—Bien, listo. Ya puedes limpiar tu vientre —nos indica y me da una toalla pequeña.

—Voy a... —señalo, Sophie asiente.

Retiro todo el gel siendo meticuloso, luego le devuelvo la toalla a Edward.

—Aquí tienes, Demian —intercambiamos objetos de mano en mano, me entrega dos fotografías.

—Gracias —sonrío agradecido.

—No hay de que, nos vemos el mes que viene.

Asiento, tomo la mano de Sophie y salimos del consultorio. Todavía hay un asunto que debemos ver aquí.

Nos movemos hasta la recepción, el doctor ya debió enviarle a su ayudante la receta médica.

—¿Sophie de Brooks? —inquiere en cuanto llegamos.

—Sí —responde.

—Okay, vitaminas y ácido fólico —nos entrega los frascos en una bolsa de tela blanca. Le paso las imágenes de nuestro bebé a Sophie sin mirarla.

—Gracias —decimos otra vez a la misma vez, ahora si giro mi cabeza con ella, nos vemos unos instantes y se ríe tapándose la boca.

Hago el amago de sonreír, aunque lo reprimo. Carraspeo volviendo a la enfermera y saco mi teléfono.

Lo desbloqueo con mi huella, abro la aplicación que brinda clínica para otros servíos y acerco el celular al censor. Pagando así por todo lo de hoy.

—Tengan un buen día —nos despide la chica, yo no digo nada.

—Igualmente.

Sophie por otra parte si habla, me entretengo unos segundos guardando mi teléfono, agarro la bolsa con las cosas para el bebé y busco su mano.

Al estar tocándola ella entrelaza nuestros dedos, se pega a mí y caminamos fuera de la clínica. Las puertas se deslizan a los lados en automático, visualizo rápidamente mi camioneta a un metro notando que Oleg esperaba por nosotros, abre la puerta, llegando hasta ella ayudo a mi esposa un poco a subir cuidando que no se golpee.

Una vez se acomoda le extiendo la bolsa, ella reacciona de inmediato. Subo y Oleg se encarga de cerrar, esperamos a que se monte y el auto se enciende.

—Todo fue muy rápido, siento que no duramos mucho —opina Sophie.

—Hoy en día así es todo de veloz, los humanos no tienen tiempo para estar desperdiciándolo —digo neutro.

Siento su mirada en mí, volteo despacio.

—¿Crees que estas desperdiciando tu tiempo en este momento?

—No, por algo dije que me tomaría un descanso. Para estar con... —mi lengua se traba, tengo que decirlo, carajo—... ustedes, cuidar de ambos.

Me pongo nervioso, aunque no lo expreso superficialmente. Sophie clava los ojos en los míos, creo que busca si miento o no estoy siendo sincero.

—Ten, toma —reacciona unos minutos más tarde, dándome una de las fotografías.

No esperaba más.

Giro el cuello hacia la ventanilla e inflo mis cachetes, cierro los ojos y luego dejo salir el aire lentamente por la boca.

Carraspeo.

—Oleg, ¿fuiste por lo qué te pedí? —pregunto, el sabe a qué me refiero.

—Sí, está en la cajuela. Llegaremos al campo de las flores en unos minutos.

—De acuerdo, gracias.

—Por nada, señor.

Bien, ahora tengo que hablar sobre esta pequeña sorpresa que le tengo a Sophie.

—¿Campo de las flores?, ¿no vamos a casa? —pero ella se adelanta.

La miro y explico.

—No, vamos a las afueras de la ciudad.

—Okay...

Y la conversación finaliza, nos mantenemos en silencio hasta llegar a nuestro destino. Los cuatro bajamos del auto, guardo a mi bebé en el bolsillo interior de mi saco para que no se dañe.

De la nada escucho una exclamación de sorpresa, sonrío inconscientemente. Sophie se tapa la boca al ver el enorme campo de flores de diferentes colores por todo nuestro alrededor.

—¿Te gusta? —cuestiono algo obvio, ella asiente emocionada.

—Es muy hermoso. ¿Podemos acercarnos más?

Afirmo con la cabeza.

—Si, por donde se fueron Oleg y Lucas podemos pasar —señalo el camino, Sophie no espera otro segundo y se va.

Yo por otro lado, abro la puerta de copiloto, presiono el tablero y de la guantera tomo unos lentes de sol que me coloco después d duna leve limpiada. Dejo los otros en el mismo lugar y cierro.

Ahora si voy tras ellos, notando cómo Sophie se acerca a las distintas flores para observarlas y olfatearlas, en el camino arranco varias, todas distintas.

Si fueran otros tiempos no podría estar aquí, soy alérgico a las abejas, estas plantas hermosas las atraen por el polen, pero hace unos años se extinguieron por completo.

Estaba distraído viendo los pétalos de una margarita cuando un grito llama mi atención, fue de ella. Está dando vueltas.

Parece que se siente libre.

Dejo de mirar para observar a Oleg y Lucas, terminaron de montar nuestro picnic.

Ellos abren las sillas plegables y toman asiento dando la espalda al sol. Sólo trajeron dos sillas, que desconsiderados.

—¿Y la mía? ¿Creen que puedo sentarme en el piso? —les reclamo.

Ellos se ríen de mí.

—Hubieras traído ropa más cómoda —opina Oleg.

Tuerzo el gesto, me miro mi outfit y aceptó que vengo un tanto formal. Al menos me siento cómodo.

Refunfuñando voy hasta la manta de cuadros azules y verdes e intento sentarme sin desordenar nada.




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