Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 12. FORJA

Esta había sido la primera noche que alguien, además de Träd, dormía en esa habitación; a pesar de la larga lista de parejas a las que podía atribuirse a la joven princesa hermana nunca había permitido que alguna de ellas entrara y más a un durmiera en la misma cama que ella, para Träd resultaba muy íntima su habitación y su cama, podía dormir en cualquier otra, pero nunca otras personas en la suya. Ahora con su esposa durmiendo junto con ella de alguna forma no le había molestado ni dado alguna especie de incomodidad, al contrario, le había parecido agradable dormir con alguien, compartir el calor y el cariño sin necesidad de hacer algo pasional, le recordaba cuando dormía con su madre o sus hermanas, aunque el sentimiento era muy diferente, algo que había sido una experiencia encantadora. Sin embargo, como todas las cosas buenas, llegó a su final, el reloj biológico de Träd la hizo despertar exactamente a las seis en punto y por más que disfrutara estar abrazando a su esposa, amaba más sus responsabilidades –aunque eso fuese difícil de creer-; se levantó con ligera torpeza y un poco de brusquedad gracias a la costumbre de siempre estar sola en su habitación movió demasiado la cama y destapó a Harts, por suerte la joven tenía el sueño bastante profundo y apenas soltó un suspiro. La miró con una sonrisa y acarició su mejilla al mismo tiempo que volvía a cubrirla con las pieles, se dio un baño y luego de vestirse –todo en menos de treinta minutos- salió de la habitación dejándole la orden a Slam de no despertarla hasta que ella sola lo hiciera.

Cuatro horas después la luz solar se filtró por las cortinas iluminando el rostro de Harts, la cual al sentirla simplemente se giró dándole la espalda al rayo lumínico y moviéndose entre las pieles, no deseaba levantarse, la cama era suave y caliente, dio otro giro hacia el lado contrario de la cama y al sentirlo vació una parte de sí la hizo abrir los ojos, estaba acostumbrada a dormir sola, pero recordó que a partir de la noche anterior no sería así, recordó que Träd había dormido con ella y ahora, ya no estaba. Al mirar las cortinas se dio cuenta de la hora y se levantó de un salto, el rubor cubrió sus mejillas y no sabía si se debía al hecho de dormir con la princesa o de haberse quedado dormida sin sentir cuando su esposa se levantaba, seguramente a una hora temprana y madrugadora –quizá se debía a ambas-. Suspiró resignada haciéndose la complicada promesa de levantarse temprano a partir de ahora; se quitó sus prendas y se dirigió al cuarto de baño donde gracias a su magia calentó el agua, odiaba los baños fríos y era demasiado esperar a que ésta hirviera con el fuego natural, luego de estar cuarenta minutos bajo el agua y notar que las yemas de sus dedos comenzaban a arrugarse salió, para su sorpresa había ropa sobre su cama ya tendida.

—Mi señora, disculpe, le he dejado ropa limpia y el desayuno —Slam que estaba sorbiendo de una taza de té, la dejó en una mesita y se levantó del sofá cuando vio a la joven salir del cuarto. Estaba cubierta por una manta de lana, pero se sonrojó al verlo—. No tiene de qué preocuparse, he visto muchas veces desnuda a la princesa y nunca la vi con deseo, a usted tampoco, soy una persona casada y profesional.

—Lo entiendo, aun así... —tartamudeó y miró en diferentes direcciones.

—No se preocupe, la esperaré afuera.

El mayordomo salió del cuarto, dándole privacidad. Debido a que la realeza y nobleza tienen sirvientes desde que nacen están acostumbrados a ser vistos y ayudados por ellos en todo ámbito, desde el desayuno hasta un baño; aún a pesar de eso, Harts no había sido de la nobleza hasta ahora y le resultaba incómodo, Slam lo entendía y por ello había decidido salir sin necesidad que ella lo pidiera, además resultaba obvio  de que era una mujer que no le gustaba que vieran su cuerpo desnudo lo que significaba que era recatada y eso le agradaba y al mismo tiempo preocupaba. Entre sus pensamientos el mayordomo caminó por el pasillo alterno al cuarto y gracias a los semi muros observó los huecos de chimenea que pocas habitaciones tenían y se sorprendió al no ver humo de leña, estaba seguro de que Harts había tomado un baño caliente por el vapor que salía del cuarto, pero ¿por qué no había humo de leña?

— ¡Estoy lista!

— ¿Ya desayuno, mi señora? —sus pensamientos fueron interrumpidos con una alegre sonrisa de Harts.

—Sí, estoy acostumbrada a comer rápido... solía pasarme en Muladhra y para no llegar tarde a mi trabajo aprendí a desayunar con rapidez —dijo como si no fuese nada demasiado extraño—... ¿está mal?

—No, bueno... no hay una regla respecto a cuánto debe tardar un noble en comer, pero usualmente las damas comen sus alimentos con lentitud y si se enfría piden una nueva ración.



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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