Cuando Emir y Elisa tuvieron que regresar a la ciudad de Veracruz, Alexa lo resintió pues se había acostumbrado a ellos y les había tomado cariño.
Pasaba los días en la casa estudiando. Había logrado entrar a la universidad a la carrera de finanzas en una modalidad a distancia pues Lucas le recalcó que la prioridad era el bebé.
Nancy la había alentado a continuar sus estudios pues era demasiado joven para quedarse estancada. Seguía visitándola y acompañándola a diario en las interminables horas que pasaba sola.
–He notado que nunca tienes dinero –observó Nancy–. Dime, ¿tu esposo está cubriendo tus necesidades en cuanto a alimentación, vestido o salud? ¿Pagará tus gastos de colegiatura y libros?
–Lucas se encarga de los gastos de la casa y surte la despensa –contestó Alexa apenada–. Sin embargo no paga mis cosas personales. Las visitas al médico y mis cuotas escolares las pagué con los ahorros que tenía pero ya se agotaron. Quizá debería seguir trabajando en la florería.
–No te preocupes hija, yo también tengo dinero ahorrado y pagaré tus gastos. Lo importante es que termines una carrera. Espero que Lucas no sea tan tacaño con su hijo cuando nazca –agregó Nancy mordiéndose los labios para no decir que para qué le servía un esposo así.
Alexa seguía saliendo con sus primas y amigas como lo había hecho antes. Éstas solían sorprenderse de que su esposo no tuviera problemas en dejarla ir sola y ella evitaba decirles que era como si no estuviera casada.
A veces despertaba en las noches y él no estaba en la recámara, entonces sin hacer ruido iba a buscarlo y lo veía en el estudio frente a su lap top.
– ¿Qué haces? –preguntaba cuando era descubierta.
–Trabajar. Ve a dormir –contestaba él secamente.
El ultrasonido indicó que serían padres de un varón.
– ¡Lo sabía! –Dijo Lucas con regocijo al salir de la clínica–. Estoy feliz Alexa. Para festejar te llevaré a conocer el puerto de Veracruz y la casa de mi familia.
Alexa sonrió pensando que su hijo haría el milagro de que Lucas por fin la quisiera, era un pequeño avance.
Fueron recibidos de forma cordial por Elisa, Emir y el padre de Lucas, Ismael. Guida y la tía Mary mostraban una actitud de fría cortesía.
Más tarde, Alexa se encontraba sola en la sala y la tía Mary se le acercó.
–Sabes, no esperaba que mi sobrino se casara tan pronto y menos con alguien como tú. Por cierto, has subido de peso y te ves mayor de la edad que dices que tienes.
Alexa abrió la boca con sorpresa sin saber qué contestar.
–Lucas, ¡Vamos al supermercado, se nos hace tarde! –se escuchó decir a Guida. Ambos pasaron frente a Alexa sin voltear a verla y Mary los alcanzó en el auto.
Al descubrir que se había quedado sola en la casa salió a caminar por las calles cercanas. Cuando regresó vio a su suegra regando unas plantas y se dispuso a ayudarla.
–Mi hijo es un buen hombre Alexa, contario a lo que solía ser su padre. Ismael fue infiel en varias ocasiones, solía agredirme verbalmente frente a nuestros hijos mayores y sólo paró cuando ellos lo confrontaron; sin embargo el daño ya estaba hecho, Lucas y Guida se hicieron introvertidos, con pocos amigos y dificultad para relacionarse amorosamente. Emir nació en una época diferente y no sufrió lo que sus hermanos mayores, tal vez por eso es extrovertido y alegre –Elisa hablaba tranquila, sin asomo de rencor.
Ante estas confesiones, Alexa pensó que quizá la actitud indiferente de Lucas no significaba que no la quisiera, más bien no sabía cómo porque había sufrido en su infancia y adolescencia. Tal vez con paciencia y mucho cariño podía enseñarle a amar.
El problema era que no había avance. Muchas veces deseó que él tuviera tiempo libre para que al fin pudieran estar juntos pero al parecer el trabajo era una excusa pues en los días que llevaban en Veracruz seguía ignorándola. Formaba grupito con su madre, tía y hermana para salir, cocinar o platicar y olvidaba su existencia. Elisa la integraba cada que podía aunque nadie parecía darse cuenta de los desplantes de Lucas hacia ella.
– ¿Por qué me rechazas y haces a un lado todo el tiempo? ¿Cuál es el problema? –reclamó Alexa cuando no pudo más.
– ¿Te sientes bien? Quizá las hormonas del embarazo te están afectando –respondió Lucas sin levantar la mirada de su libro.
– ¡Es el colmo que contestes eso, volteas las cosas hacia mí cuando me tratas horrible! –gritó Alexa sin importarle que los demás escucharan.
–Yo no te estoy haciendo algo. ¿Te he insultado o golpeado? ¿Me meto contigo acaso? –dijo él.
–La indiferencia, los desprecios y desplantes son un tipo de maltrato –afirmó ella.
–Estás celosa porque me ves disfrutar a mi familia –repuso Lucas alejándose con rapidez.
Frustrada e impotente la chica empezó a llorar de tal manera que su cuerpo temblaba incontenible.
La tía Mary se le acercó y dijo:
–Tus berrinches se escuchan a dos cuadras. Con eso solo conseguirás alejar a mi sobrino. Sabía que no eres mujer para él.