Alí y Alexa se habían enterado de algunas infidelidades de su padre a pesar de que su madre había tratado de ocultarlo. Nancy era una mujer discreta pero no pudo evitar que sus hijos fueran testigos de cómo persiguió a Luis y llegó a confrontar a una que otra de sus amantes.
En los últimos tiempos, Nancy vivía en una resignada aceptación y obviamente era infeliz al lado de un hombre así. Los hermanos habían concluido que tenía miedo a enfrentar la vida sola por cuestiones de economía, por el qué dirán o por el tiempo junto a su esposo. Ambos habían sufrido indiferencia de parte de Luis y les dolía el que hiciera sufrir a su mamá.
–No quiero que repitas el patrón de nuestra madre –expresó Alí–. Inconscientemente has aprendido que es correcto aceptar lo que sea por mantener una relación, además eres demasiado joven.
–La edad no tiene que ver, sabes que hemos tenido que madurar prematuramente –objetó Alexa.
–Si no deseas contarme qué está sucediendo con tu esposo está bien pero por favor no olvides mis palabras. Cuando tengas un problema y desees compartirlo estoy para ti. Eres la única que conoce mi secreto y me aceptas tal cual soy.
Después de una semana, Lucas pegó el auto a la acera donde Alexa iba caminando, se bajó y le cerró el paso.
–Espera, tenemos qué hablar. Tu lugar es junto a tu esposo. Tengo listo el cuarto del bebé, lo decoré yo mismo, te sorprenderás cuando lo veas. Te he extrañado, incluso tus reclamos y enojos.
–Mi lugar no es al lado de un esposo que no me ama y mucho menos me respeta –contestó Alexa dolida.
–Intentaré amarte Alexa, lo prometo, estoy dispuesto, te aseguro que haremos algo grande de nuestro matrimonio –la condujo al auto y manejó hasta su casa.
El cuarto del bebé estaba pintado de blanco, tenía muebles hermosos, juguetes, cuentos, en el closet había ropita azul, todo parecía ser de esa famosa tienda cara que tanto gustaba a la gente.
–Mi hijo merece esto y más –expresó Lucas.
Luego llevó a Alexa a una cafetería donde le ordenó un frappé y una rebanada de pastel.
–Te contaré algunas cosas mías. Soy ingeniero industrial y laboro en una gran empresa internacional. Me apasiona mi trabajo y como ya te había dicho alguna vez mi vicio es estudiar –de repente su semblante se apagó–. Se me dificulta tener pareja porque estuve cinco años en una relación, amé mucho a esa mujer, por seguirla dejé mi casa recién egresado de la universidad y llegué a esta ciudad. Ella vive aquí. Su familia me abrió las puertas de su casa y fueron un gran apoyo. De repente ella me dejó por otro. La amaba tanto que seguí visitando a su familia y soporté el dolor de verla con su nuevo novio con tal de seguir cerca. Un año después terminaron. Aproveché esa oportunidad y regresamos pero su trato no me gustó, reclamaba por todo así que no funcionamos. Algo no estaba bien con ella, tenía muchos defectos, siempre los tuvo pero en mi ceguera los pasaba por alto. Nos volvimos a separar y aunque ya pasaron tres años sigo mal, no lo he podido superar. No es la chica con la que me viste, ella es otra novia que tuve después pero tampoco progresó la relación porque sus actitudes no iban conmigo y quedamos como amigos. Necesito tiempo y comprensión ya que he sufrido mucho. Tenme paciencia, la vida me ha golpeado, no sólo con lo que acabo de contarte sino con otras cosas, soy un hombre bueno, mi familia lo sabe y pueden confirmártelo.
Más tarde dormían juntos en la recámara. Alexa había avisado a Nancy que se quedaría con su esposo. Habían hecho el amor con la misma simpleza pero Lucas había mostrado un poco más de interés.
Los siguientes meses él tuvo un ligero cambio, si bien no era el hombre cariñoso, detallista y apasionado que Alexa deseaba por lo menos le tenía más consideración y él tema del bebé ocupaba casi toda la relación.
Lucas permaneció en el quirófano donde a su esposa le practicaron una rápida cesárea, grabó y vio cómo su hijo llegaba al mundo. Cuando se lo entregaron lo acunó en sus brazos y lo enseñó orgulloso a la familia que esperaba fuera, la suya y la de Alexa. Ésta lloró de felicidad al ver a su bebé aunque estaba adormilada, luego empezó a temblar y castañear los dientes; el doctor le informó que era normal.
Lucas Jr. era un bebé tranquilo que incluso cuando lloraba emitía un sonido tierno. Lucas lo cargaba apenas llegaba del trabajo. Tal como había prometido, lo alimentaba, bañaba y cuidaba siempre que podía. Le compró un extenso guardarropa todo en azul así como gran cantidad de juguetes y a diario llegaba con artículos para él.
–Sabes, me encantaría acompañarte a hacer las compras para el bebé y poder escoger sus cosas –expresó Alexa.
–Ya vas a empezar de nuevo –reclamó Lucas–. No entiendo por qué te gusta quejarte y hacer problema de todo, ¿cómo puedes convertir un momento feliz en uno desagradable? Hay mujeres que sufren porque sus hijos carecen hasta de lo indispensable y tú reclamas porque tu hijo lo tiene todo.
El corazón de Alexa iba llenándose de un gran vacío.
Transcurrió un año y el matrimonio no mejoró. Alexa discutía con Lucas por las razones de siempre.