Cuando Alexa llegó a la escuela primaria a recoger a su hijo le indicaron que el padre del niño se lo había llevado una hora antes. Una señal de alarma se prendió en su cerebro ante ese hecho inusual. Marcó incontables veces al teléfono de Lucas y estaba apagado. Digitó el número de la casa y no hubo respuesta. Llamó al teléfono fijo de sus suegros y contestó la tía Mary. Hacía muchísimo tiempo que no tenía contacto con su familia política.
–Disculpe señora. ¿Mi hijo está en su casa?
– ¡Ah, eres Alexa! ¿Ahora qué drama estás haciendo? –respondió la mujer con voz hostil–. Con seguridad sigues persiguiendo a mi sobrino, es obvio que nunca vas a cambiar, bla bla bla...
–Sólo dígame si mi hijo está en su casa –interrumpió Alexa intentando calmarse.
–No, no está aquí, hace años que no vemos a mi querido sobrinito por tu culpa –continuó la mujer.
Alexa colgó el teléfono angustiada y corrió al auto donde Eren la esperaba. Le contó lo que estaba ocurriendo con lágrimas en los ojos.
– ¡Cálmate mi amor! El niño está con su padre –dijo él tomándole las manos–. Estoy seguro que es incapaz de hacerle daño.
–Algo grave está pasando. En los 7 años de vida de Lucas Jr. jamás ha sucedido algo así. –Alexa se llevó las manos a la cabeza desesperada–. Sé que Lucas no le haría daño pero no es normal que se lo haya llevado y no me conteste. Por favor, déjame en el lugar de siempre, veré si están en la casa, lo más lógico es que hayan ido ahí y no hayan podido contestar el teléfono.
Eren la dejó unas cuadras antes de su casa.
–Me quedaré cerca y al pendiente, tranquila amor, estoy a la orden a la hora que sea.
Por supuesto, no estaban en la casa. Alexa busco entre los papeles de Lucas y encontró una tarjeta de presentación, nunca había llamado a su oficina y lo hizo.
–El señor Lucas se retiró a mediodía –le informó una chica que dijo ser secretaria–. También comentó que saldría de la ciudad pues hoy empieza su período vacacional.
Colgó pensando qué hacer. Revisaba su teléfono a cada momento deseando recibir noticias.
–Espera un poco más Alexa, estoy segura que llegarán en cualquier momento –los mensajes de apoyo de Eren no paraban.
Después de varias horas, Alexa habló a la policía.
–Disculpe, quiero reportar la desaparición de mi hijo –a continuación narró los hechos.
–Lamentablemente no hay delito qué perseguir, esta situación es más común de lo que piensa –respondió el hombre al otro lado de la línea–. Debe acudir a los juzgados familiares e iniciar un proceso de custodia.
Estuvo despierta toda la noche pegada a la ventana acompañada por los mensajes de Eren.
El sol salió y se quedó dormida por tres horas. Despertó y siguió en la ventana.
Momentos después vio llegar el conocido auto y su hijo bajó corriendo. Salió a su encuentro y se abrazaron llorando ante la mirada de desprecio de Lucas.
– ¿En dónde has tenido al niño? –le preguntó tratando de parecer calmada.
–Regresaré más tarde para hablar –dijo el hombre y se marchó.
Alexa preparó una comida ligera a Lucas Jr. y se sentó a comer con él.
– ¿En dónde has estado hijo?
–Mi papá me llevó a un hotel bonito con alberca, me metió a nadar mientras hablaba mucho por teléfono, luego compró golosinas y a la hora de dormir lloré por ti. Le pedí que me llevara contigo pero dijo que no. Me quedé dormido y al despertar seguí llorando y no quise comer hasta que me trajo a casa –el niño abrazó a su madre–. Por favor mamá, no dejes que me vuelva a llevar.
Se abrazaron y durmieron un poco. Previamente Alexa había informado a Eren lo sucedido.
Entrada la noche, cuando el niño dormía, Lucas entró a la cocina donde ella tomaba un té y mandaba algunos mensajes.
–Un bufete de abogados se va a encargar de tramitar el divorcio –informó el hombre sin sentarse–. El niño se quedará conmigo y tú te irás de mi casa. Ni sueñes que vas a obtener un solo peso de mí.
– ¿Por qué ésta repentina decisión después de años de negarte? –preguntó Alexa.
–Sabes perfectamente por qué, te daré una oportunidad para hablar –Lucas se sentó. Ella guardó silencio.
Gruesas lágrimas rodaron por el rostro del hombre.
–Amo a mi hijo, no puedo vivir sin él –exclamó con voz ronca y lastimera–. Es un niño pequeño y no merece esto.
Siguió llorando amargamente. Alexa se conmovió y le tocó el hombro.
– ¡Dispárame, ya estoy muerto! –Explotó apartándole la mano–. Nunca lo pensé de ti. Soporté muchas cosas y lo hice por mi hijo. Me has insultado, golpeado, eres celosa, posesiva, insegura, conformista, floja, oportunista, incluso permití que me alejaras de mi familia. A pesar de todo creí que eras una mujer honesta y fiel. No te creí capaz de hacer daño a Lucas Jr. ¡Sé lo de tu amante! Tengo fotos, videos, conversaciones, recorridos, audios, correos, absolutamente todo. Instalé en tu celular un programa que graba en tiempo real la actividad de redes sociales y correo, incluso tiene GPS. Tengo semanas siguiéndote. He dejado de comer y dormir por esta situación, no me concentro en el trabajo, estoy destruido. Todas las pruebas ya están en poder de mis abogados. Habría metido las manos al fuego por ti si alguien me hubiera dicho que eras una traidora. ¿Y con quien te fuiste a enredar? –hizo una carcajada forzada–. Con un mantenido, un gigoló, un mediocre que ni siquiera trabaja. Si a ese tipo le gusta tener dos mujeres debería trabajar y mantenerlas. Tiene obligación de pagar la electricidad, el agua, la comida y todos tus gastos en esta casa si es tan hombrecito. Además estoy seguro que me has estado robando dinero para dárselo a ese bueno para nada. La esposa de ese muerto de hambre es una mujer admirable. ¿Con qué argumentos la habrá embaucado? Tú y él son tal para cual.