PlatÓnico: Doble Vida

CAPÍTULO 20

Lucrecia recordó lo sucedido cuando ese hombre extraño llegó a su oficina.

–Tu esposo y mi esposa tienen una relación desde hace tres años. Tengo las pruebas –confesó Lucas sin preámbulos con expresión sombría.

– ¡Cuéntame algo que no sepa! –Nunca olvidaría la expresión del hombre al escucharla.

Lucas titubeó y cambió el semblante triste.

– ¿Qué es lo que quieres Lucas? –le preguntó.

–Mi única intención es dártelo a conocer para que dejen de burlarse de ti. Quiero evitarte el calvario en el que vivo desde que lo descubrí. –El hombre parecía inseguro.

– ¿Y qué es lo que quieres? –repitió Lucrecia.

–Ya te lo dije –respondió.

– ¿Por qué no peleas como hombre Lucas? –agregó Lucrecia.

El hombre se levantó y le dio la espalda con intención de marcharse.

– ¡Siéntate! –Con esa simple palabra lo hizo retroceder y obedecer–. Debes ser más inteligente. Al preguntarte qué es lo que quieres me refiero a qué pretendes forzando un matrimonio que nunca has deseado. Todos queremos algo. Yo sé exactamente qué espero de mi esposo. Él está conmigo por decisión propia, no por presión. Deberías saber que las relaciones humanas, principalmente las de pareja, son un intercambio. Eren y yo encontramos en el otro lo que más deseamos, nada es obligado. Quizá ni él lo sabe pero lo que tenemos es más fuerte que su romance con Alexa. Si en algún momento tiene que escoger, me elegirá. Alexa es una tonta soñadora, una mujer sin carácter que tarde o temprano acabará fastidiándolo. Después de ella seguirán otras, porque hay cosas que él no va a encontrar en su matrimonio. Lo que ocurra con Alexa a partir de que salga de la vida de Eren es algo que no me importa. A diferencia de ti Lucas, yo no tengo necesidad de hacer daño para lograr que mi esposo se quede. Sé todo de ti, desde el día que naciste hasta el momento que tuviste la osadía de entrar en mi oficina. Sé por qué insistes en seguir casado con Alexa. Una de las ventajas de tener dinero es poder obtener información de quien se me antoje. Quiero entender que el ser un asalariado por arriba del promedio te da una sensación de poder pero tus estrategias son vulgares. Ya para terminar déjame recomendarte que nunca permitas que en tu reducido cerebro entre ni por un segundo la idea de meterte con Eren, eso podría provocar entre otras cosas que tu teatro se caiga y salga a la luz lo que ocultas, absolutamente todo. ¡Pelea como hombre Lucas! ¡Mandar a asustar a una mujer no es el camino correcto!

La secretaria interrumpió los recuerdos de Lucrecia.

–Señora, la junta está por comenzar, ya la esperan.

Más tarde, mientras cenaba sola en su lujoso comedor, la mujer hizo video llamada a su esposo.

– ¡Estoy feliz! –Dijo Eren–. En cuestión de días regresaré a casa y llevaré a la abuela conmigo.

Después de platicar unos momentos, Lucrecia colgó y se dirigió a su recámara. Decidió realizar los ejercicios mentales que había aprendido tras años de terapia psicológica. Realmente los necesitaba ya que ese gusano, Lucas, le recordaba al malnacido que la había violado con tanta saña. Eran muy parecidos, sujetos para quienes aparentar ser apacibles y buenos resultaba primordial, lobos con piel de oveja, cobardes que se atrevían a maltratar a una mujer porque sólo con ellas tenían el valor y siempre encontraban a la víctima perfecta.

Alguna vez fue una chica con sueños románticos igual que todas pero ese monstruo los destruyó. Esa chica murió. Su naturaleza fuerte le hizo buscar ayuda y no desviarse por el camino de la destrucción. Ni siquiera lo platicó a sus padres. Ellos veían preocupados cómo pasaban los años y su hijita se iba volviendo poco femenina. Soñaban con verla vestida de blanco y la incitaban a formar su propia familia pero no llegaba ese ansiado día.

Probó con varias psicólogas hasta que encontró la correcta. Ella la animó a aceptar a la nueva Lucrecia, una mujer que nunca, ni remotamente iba a desear tener relaciones sexuales con alguien. Le dijo que no era algo malo, ella era diferente y sufriría en vano si iba contra su nueva esencia.

Aun así deseaba formar una familia y tener hijos pero era consciente que ningún hombre querría una esposa asexual.

Cuando conoció a Eren supo que era el elegido. Jamás había visto un hombre tan guapo, físicamente era perfecto, su forma de ser lo era más. Sería el padre ideal de sus hijos; estaban predestinados, ella tenía lo que él quería y no dudó en casarse de inmediato.

Había aprendido a amarlo día tras día pues era noble y bondadoso. Sin embargo ella no quería sexo, le repugnaba aún con él. Valoraba su esfuerzo por hacer que disfrutara pero eso no iba a cambiar.

Cuando perdieron a su hijo sintió morir de dolor pero estaba hecha de acero. Más adelante, al ver a su Eren con esa chica también creyó que no lo soportaría porque a fin de cuentas era humana, era mujer y el hecho de tener una incapacidad sexual no la hacía inmune a los sentimientos. ¡Cómo hubiera deseado ser una mujer normal para darle a su esposo lo que encontró en Alexa! No lo era, así que sacó fuerzas de donde pudo pues se había preparado para ello y lo aceptó, a fin de cuentas estaba complacida con todo lo demás de su matrimonio. Eren había superado sus expectativas. Sabía absolutamente todo sobre su relación y lo que la rodeaba; esa chica, Alexa, era insignificante y tonta, hasta en eso tuvo suerte.




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