Por supuesto, Eren estaba consciente que debía poner su vida en orden, sólo no sabía cómo. Estaba enamorado de Alexa pero le tenía cariño a Lucrecia. Algunos hombres se separaban y se iban con la amante argumentando que no soportaban a su esposa; no era su caso, la suya había sido buena con él. En 6 años de matrimonio, exceptuando la parte sexual, no había ocurrido algún evento que le hiciera querer alejarse de Lucrecia. Incluso cuando dejó de asistir a tantos compromisos sociales, ella lo aceptó a regañadientes y no lo presionó. Era una mujer que le daba libertad y lo apoyaba en todo.
Días antes, la abuela le hizo ver que tal vez Lucrecia derramaba en él un amor maternal que absorbía por haber crecido sin su verdadera madre, o sea llenaba ese vacío. Y eso que la abuela no estaba al tanto de todo. Seguramente lo reprendería fuerte si supiera lo de Alexa, diría que ella no educó a un canalla y lo presionaría para que tomara una decisión.
Le debía mucho a Lucrecia, incluso la vida y recuperación de su abuela. No podía darle una puñalada por la espalda. Quizá ya lo estaba haciendo pero ella no lo sabía.
Pediría a Alexa que siguieran un tiempo más sin cambios, esos meses sin ella habían sido difíciles. Si alguien le preguntara a quién de las dos había extrañado, definitivamente contestaría que a Alexa, su Alexa.
Esa noche llegaron la abuela y él a la casa en Veracruz, la había convencido de quedarse un tiempo para que su recuperación fuera absoluta.
Lucrecia había encargado un pequeño banquete para festejar y cenaban con las notas de un concierto de violín de Vivaldi y una botella de vino espumoso.
La abuela nunca se había sentido del todo cómoda junto a la esposa de su nieto, tanta riqueza la abrumaba. No había sostenido una conversación profunda con ella y sus atenciones le apenaban.
Le daba la impresión de que Eren no era feliz con ella aunque no lo había dicho. Aceptó pasar unas semanas ahí porque ese chico estaba muy dentro de su corazón y además no quería ser mal agradecida con su nuera, gracias a su dinero y a los cuidados de Eren estaba recuperada.
Esa primera noche no podía dormir y fue a la cocina para tomar algo. Vio la luz encendida y escuchó la voz de Lucrecia. Se dio la vuelta para retirarse pero decidió escuchar un poco.
–Ya he buscado segundas y terceras opiniones mamá, el resultado es el mismo, es casi imposible que vuelva a embarazarme. Lo que me propones es la única opción. Estoy segura que Eren no va a aceptar pero buscaré la manera de convencerlo cuando estemos allá. Ten todo preparado para cuando vayamos a dejar a la abuela, traeremos al bebé con nosotros.
Ruth se retiró a la recámara tratando de procesar lo que había escuchado. Por lo que entendió, Lucrecia esperaba traer un bebé de Guatemala pero Eren lo sabría hasta que estuvieran allá. Eso era incorrecto. Las cosas no debían hacerse a espaldas de la pareja. Pensó en hablar con su nuera y pedirle que platicara con Eren antes de tomar cualquier decisión, ocultarle algo tan importante no podía tener un resultado bueno.
Después de analizarlo bien prefirió no entrometerse, estaba segura que su nieto sabría cómo actuar llegado el momento.
Eren besó apasionadamente a su amada, estaba emocionado, tanto que su corazón latía más fuerte. Imposible para Alexa no reaccionar así que se dejó conducir al nido de amor. La espera hizo que ambos estuvieran ansiosos y se amaran hasta caer rendidos.
Sin embargo la decisión estaba tomada. Para Alexa era la despedida.
–Debo hablarte de algo –dijo cuándo ya estaban vestidos y en calma–. Dejé mi renuncia firmada en el escritorio junto con una lista de todos los asuntos al día.
– ¡Qué ocurre Alexa! –Eren la tomó de los hombros viéndola a los ojos con temor.
–Por favor, vamos a sentarnos y permíteme hablar hasta terminar. –La chica tenía con una seguridad que Eren no le conocía–. Te amo y gracias a ti conocí el amor verdadero, descubrí que merezco un buen trato, me has hecho sentir bonita y deseada. Eres el hombre más hermoso que he conocido, por dentro y por fuera. Cuando Lucas Jr. estuvo hospitalizado pedí a Dios que lo sanara, entonces se me reveló que no era digna de abogar por mi hijo por ser amante de un hombre casado. ¿Con qué cara esperaba recibir un milagro si estoy haciendo daño? Ese y otros eventos que ocurrieron por esos días me hicieron tomar la determinación de terminar esta maravillosa relación. Jamás te pediría que escogieras, no te pondría en una situación así. Mi decisión no es por ti, es por mí. ¿Por qué hasta ahora? Quizá suene ilógico después de tanto tiempo pero apenas entendí que soy una mujer que siempre va a necesitar misericordia de Dios por ser madre, hija y hermana. Ni siquiera sé cómo podré sobrevivir sin tu amor pero es lo correcto.
Eren se quedó callado mirando al piso.
¿Cómo decirle a Alexa qué el mundo se había detenido?
¿Cómo pedirle que no lo dejara si tenía toda la razón?
Ella era valiente, él un cobarde.
Se levantó y se fue. Ella no lo detuvo.
Caminó sintiendo que el mundo era chiquito, que apretaba y estaba encima de él. No deseaba llegar a su casa. No contestó llamadas. Se dirigió a la orilla del mar y estuvo ahí sentado por mucho tiempo.