–Ya no estoy trabajando en el refugio –informó Alexa a su madre y hermano cuando cenaban en la cocina de ellos.
Alí se quedó pensativo. ¿Tendría algo que ver con la visita que Lucas le hizo a Lucrecia? Por más que intentó sacar información a su jefa no lo logró. Cuando le comentó que ese hombre era esposo de su hermana ella solo asintió sin darle importancia; luego preguntó con disimulo a qué había llegado pero en ese momento los llamaron a una junta y no se habló más del tema. La voz de su madre lo sacó de sus cavilaciones.
–Hijos, necesito decirles algo. Regresaré a vivir con Luis.
Alexa se llevó las manos a la boca y abrió los ojos sorprendida.
Alí se levantó y caminó de un lado a otro vociferando.
– ¿Qué es lo que te pasa madre? Ese señor se fue con otra mujer y tienen una hija, eso sin contar el sinfín de veces que te fue infiel.
–Hijo, Luis se separó de esa mujer cuando descubrió que la hija no es suya.
–Entonces por eso te buscó –el chico resopló molesto–. Su romance no funcionó y no le funcionará con nadie porque la gran mayoría de las mujeres no están dispuestas a soportar a un granuja como él.
– ¡No te expreses así de tu padre! –Ordenó Nancy.
– ¡Deja de engañarte madre! –La furia seguía creciendo en el muchacho.
–Mamá –dijo Alexa–. Hace mucho que sé que Luis no es mi papá, no tienes que seguir fingiendo. Debí haberme dado cuenta antes por cómo nos trataba a mi hermano y a mí.
– ¿Cómo te enteraste? ¿Fuiste tú Alí?
–Es lo de menos –respondió la chica no deseando revivir aquel terrible día.
–Hijos, Luis jamás les puso un dedo encima, los alimentó, cuidó, bla, bla, bla –Nancy soltó el mismo discurso de siempre–. Gracias a su empeño en hacer crecer la florería nunca les faltó algo.
–Mi hermana y yo trabajamos desde pequeños en la florería –subrayó Alí.
– ¡Por favor respeten mi decisión! Siempre he amado a Luis y quiero pasar el resto de mis días con él. Me siento sola, no lo entenderían porque están felices con sus parejas. Alí ¿Con quién crees que me quedo mientras sales de viaje con Tomás? Nunca me he opuesto a tu noviazgo con un hombre, lo acepto porque te amo. Alexa, tú tienes una vida estable con Lucas, tuvieron sus problemas al principio pero luego se acomodaron como suele ocurrir en todos los matrimonios.
–Madre, yo también te amo y sé que tengo que aceptar tus decisiones por muy malas que sean. –Alí se sentó tratando de calmarse–. Por enésima vez te recuerdo que Alexa no es ni podrá ser feliz con un hombre como Lucas. También te aclaro que mi noviazgo con Tomás no hace daño a alguien y ninguno lastima al otro. La diferencia entre mi relación y la de ustedes dos es precisamente que no se cansan de aguantar a sus maltratadores. Podría decir muchas cosas a ambas pero es obvio que nadie puede influir en las acciones de otro. Algún día se darán cuenta. Por cierto, –se dirigió a Alexa cambiando de tema–, ¿tuviste algún incidente con el esposo de mi jefa?
–No, ninguno –Alexa se despidió y marchó de inmediato.
Había una diferencia abismal entre decirlo y hacerlo. Alexa sabía que dolería pero no creyó que tanto. El simple hecho de escuchar el nombre de Eren provocaba que las lágrimas rodaran incontenibles por su rostro. Esa había sido la razón por la que se alejó con rapidez de la casa de su madre. No había día que no llorara por él pues se sentía incompleta sin ese aliento de vida y felicidad. Muchas veces había estado a punto de hablarle por teléfono, lo extrañaba tanto que el dolor le llegaba hasta los huesos. Se habían complementado en todo, era amor y también costumbre a lo hermoso. Sin su cercanía y amistad sentía que se había quedado sin una parte del cuerpo, con un hueco en el corazón. Los días pasaban y se convertían en semanas. En el fondo mantenía una pequeña llamita de esperanza de que la buscara diciéndole que ya era libre y podían estar juntos pero tal vez quizá nunca pasaría.
Sus mejores amigos del refugio lo mencionaban a veces. Comentaron que andaba en Europa con su esposa y su abuela. Saber eso la tuvo sin dormir algunos días.
Había bajado de peso y las ojeras llenaban su cara apagada. Prefirió poner excusas a los chicos para no verlos, a ese grado le afectaba oírlos hablar de Eren.
A veces, mientras caminaba por la calle, quería poner su cabeza sobre el pecho del señor de la tienda de revistas o del vendedor de helados, contarles su maravillosa historia de amor y soltar tantas lágrimas para llenar un río.
Se estaba muriendo en vida pero su decisión era firme y no la cambiaría.
Cuando estaba con su hijo le sonreía y hacía como que no pasaba nada pues sólo con él olvidaba su gran pena.
–Te felicito ampliamente por tu rompimiento con ese sujeto –expresó Lucas a Alexa días más tarde–. Por primera vez haces algo coherente. Te recuerdo que estamos casados y lo mejor que podemos hacer por nuestro hijo es seguir así. Lucas Jr. vive con todas las comodidades, va a la mejor escuela privada y tiene actividades artísticas y deportivas en el mejor club de la ciudad, su recámara es el sueño de cualquier niño, serías demasiado egoísta si lo privas de lo que tiene desde que nació.