PlatÓnico: Doble Vida

CAPÍTULO 23

 

Eren observaba con preocupación que su esposa se estaba acostumbrando al bebé. Días antes, cuando llegó a la casa de sus suegros, Lucrecia lo recibió con un recién nacido en brazos.

–Mira amor, es el bebé de una sobrina segunda. Pobre chica, es una adolescente a la cual su novio abandonó y tuvo algunos problemas de salud después del parto. Cuando llegué a casa de mis padres me encontré con la sorpresa. La jovencita me pidió que cuidara del niño durante su estancia en el hospital, regresará por él apenas esté recuperada. He decidido que nos quedaremos un par de meses en Guatemala así que puedo ayudar a esta desafortunada mientras trabajo remotamente. Dejé en orden mis asuntos en México y ya merecemos este pequeño descanso.

Eren estaba un tanto perdido en sus predicamentos internos y se encogió de hombros retirándose a la recámara, lugar donde pasaría mucho tiempo en los siguientes días.

Sin embargo Lucrecia aparecía a toda hora con el bebé y quería involucrarlo con él. Era un niño lindo como todos pero no estaba en su mejor momento y prefería estar solo.

Días después, Lucrecia hizo que metieran una cuna a la recámara.

–Lucrecia –dijo Eren con paciencia–. No debes encariñarte con un bebé que pronto regresará con su madre, es mejor que dejes que la niñera sea quien se ocupe de él.

–Ya estoy encariñada. ¿Te has dado cuenta que Angelito es muy parecido a ti? Incluso tiene tus gestos.

–Es imposible que el bebé de otras personas tenga algo en común conmigo –respondió él.

–Claro que es posible –argumentó Lucrecia–. Además me recuerda al pequeño Adem.

Un foco rojo se prendió en el cerebro de Eren, parecía que Lucrecia estaba tratando de reemplazar a Adem con otro niño. Ya habían pasado más de cuatro años de la muerte de su pequeño y era la primera vez que veía un comportamiento así en ella, siempre le había parecido que había tomado con entereza la pérdida. Esperaba que la madre del nene regresara pronto.

 

 

Pasaron los dos meses que Lucrecia había previsto estar en Guatemala. Eren disfrutó a familiares y amigos pero sentía que ya era tiempo de volver. Debía hacerse cargo del refugio; aunque estaba al pendiente y había dejado a personas responsables a su cuidado era algo que amaba y extrañaba. Además quería ver a Alexa aunque fuera de lejos; evitaría buscarla pues no podía ofrecerle nada aún, ni siquiera sabía si podría hacerlo alguna vez. Estaba demasiado involucrado con su esposa y lo que le debía resultaba imposible de cuantificar.

En los últimos días rondaba por su cabeza la idea de hablar con ella y pedirle que pusieran fin a su matrimonio, sería lo más honesto. Sólo no sabía cómo.

 

Lucrecia estaba en el jardín sentada en una banca con el bebé en brazos sumida en sus pensamientos. Había subestimado a esa chica. Pensó que Eren sería quien se aburriría de ella y la reemplazaría pero al parecer estaba enamorado pues lo veía vuelto loco como león enjaulado. Eso era peligroso. Creyó tenerlo bajo control pero se había dado cuenta que no era así. Tomó su teléfono y llamó a Lucas.

– ¡Debes apresurarte! Pronto tendremos qué regresar y lo ideal sería que Alexa no estuviera ahí.

–Hago lo que puedo pero no es tan fácil –contestó Lucas.

–Debes ser más inteligente, si tanto deseas retenerla, el camino correcto es hacer que no desee separarse de ti, hasta ahora tus métodos han sido equivocados. Recuerda que una copa de miel atrae más que una de vinagre. Piensa, Lucas, piensa.

 

 

Lucrecia entró al cuarto con el bebé y se sentó en la cama junto a Eren.

–Debo decirte algo. La madre de Angelito se marchó lejos pero antes firmó los documentos necesarios para dárnoslo en adopción. Se comunicó conmigo hace unos días, en estos momentos ya se encuentra a cientos de kilómetros. Me puse en contacto con el abogado de la familia y actuó rápido, ya está todo listo. Firmaremos los documentos y después nos iremos a México con el pequeño, en dos días nos entregan su pasaporte.

Eren no era un hombre de conflictos y mucho menos voluble o violento pero sintió que la furia recorría su cuerpo.

–No estoy de acuerdo, dices que tienes todo arreglado pero las decisiones se toman entre dos –dijo tratando de calmarse.

–En este tiempo he aprendido a amar al bebé y ya no me veo sin él. Hasta las personas más fuertes alguna vez son débiles y es lo que me está sucediendo. Es la primera vez en años que estoy lejos de la adrenalina diaria de mis actividades. En aquellos momentos eso hizo que me evadiera de la muerte de Adem pero al conocer a este niño el dolor me cayó de golpe y no puedo con tanto. En cuanto vi al nene sentí una conexión. –Las lágrimas rodaban por el rostro de Lucrecia.

Eren nunca había visto llorar a su esposa. Tuvo el impulso de sentarse junto a ella y convencerla de que desistiera pero quizá las emociones reprimidas por tanto tiempo lo hicieron estallar.

– ¡Entonces adóptalo sola!

Salió de la habitación, de la casa y de la vida de Lucrecia. ¿Por cuánto tiempo? No lo sabía. Sólo tomó un camión al primer destino que encontró y se marchó.




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