PlatÓnico: Doble Vida

CAPÍTULO 24

Eren llegó a Melchor de Mencos, un municipio a casi 500 km de la Ciudad de Guatemala. Se registró en un modesto hotel y se tumbó en la cama a ver TV hasta quedar dormido. Cuando despertó estaba amaneciendo y sintió hambre, no había comido el día anterior y su cuerpo lo resentía. Su teléfono permanecía apagado y así quería mantenerlo. Necesitaba pensar. No olvidaba que incluso el hotel y lo que estaba comiendo era pagado gracias a Lucrecia. Aunque trabajaba arduamente en el refugio, el dinero de las donaciones y visitas apenas era suficiente para cubrir los elevados gastos del lugar. Debía aceptar que con frecuencia tomaba de los fondos que le daba su esposa para cubrir sueldos, medicamentos y otros servicios.

La vida que llevaba su abuela en la actualidad también era gracias a ella. No vivía con lujos pero tenía de sobra lo que necesitaba, incluso esos caros tratamientos dermatológicos para sus cicatrices.

Reconoció que si se separaba perdería todo, sin embargo ya no era aquel muchacho que ambicionaba cosas materiales, ese Eren había quedado en el pasado. Haciendo un análisis de los años anteriores en los cuáles había tenido lo que soñó, llegó a la conclusión de que lo que le había hecho feliz eran Adem, Alexa, el refugio y los amigos que hizo ahí. Personas y no objetos. Podía vivir sin el auto y sin lujos. Lo que deseaba era tener con él a Alexa, a Lucas Jr., disfrutar a su abuela y seguir con el refugio.

Debería empezar de cero para lograr cubrir las necesidades de su abuela pero claro que podía con eso y más.

Le dolía hacer daño a Lucrecia, de ella solo había recibido cosas buenas, la amaba como amiga y persona pero no como su mujer.

Estaba decidido.

No buscaría a Alexa enseguida, lo haría hasta que pudiera ofrecerle algo.

Dos días después alguien tocó la puerta, al abrir vio a sus suegros y los hizo pasar; ellos se sentaron en la cama observando con desagrado ese sencillo cuarto.

–Eren, fue difícil encontrarte pero lo que tenemos qué decir es importante –inició su suegra–. Quiero invitarte a que regreses a casa con tu esposa. Ella ha renunciado al bebé que ama tanto por ti. Ese niño apareció como una oportunidad para que completaran su familia, Lucrecia no lo buscó; fue algo inesperado y las señales eran claras. Deberías hacer a un lado tu egoísmo y darle un poco de felicidad que no tiene comparación con todo lo que has recibido de ella. No me refiero al dinero, Lucrecia ha sido tu apoyo en todos estos años, una mujer como ella es invaluable. El bebé fue llevado a un orfanatorio y todo por tu culpa. Mi hija está deshecha pero ha preferido renunciar a ser madre de ese niño por amor a ti. Te está esperando y no sabe que estamos aquí. Te agradecería que no la hagas sufrir más.

El suegro sólo movía la cabeza afirmando o negando. Al ver que Eren no decía palabra se levantaron y se macharon sin despedirse.

 

 

Eren llegó esa noche y se reunió con Lucrecia. Ésta lo abrazó llorando pero él permaneció rígido y en silencio.

– ¡Te amo corazón, vayámonos a México! –Dijo ella–. Es la primera vez que tenemos un desacuerdo y quiero olvidar estos terribles días.

Era el momento indicado, las palabras estuvieron a punto de salir pero Eren no se atrevió. Lo dejó para después.

Lejos de ahí, una chica adolescente abrazaba a su hijo agradecida de tenerlo de vuelta, estar sin él había sido una pesadilla. Su madre la había obligado a darlo en adopción a cambio de dinero. Desde antes de nacer ya habían decidido su destino, por fortuna esa señora se había arrepentido y se lo regresó, además dio a su madre un poco más de dinero con la condición de que el niño permaneciera con ellas.

Si alguien preguntara a Alexa o a Eren el por qué continuaron con sus respectivos matrimonios en los dos años siguientes, una diría que por su hijo y el otro que por no hacer daño a su esposa.

Alguna vez se vieron de lejos, apartaron rápidamente la mirada pero después voltearon y se siguieron hasta perderse.

Daba la impresión de que sus vidas transcurrían paralelas.

Lucas y Alexa vivían bajo el mismo techo sin tener una relación de pareja en tregua eterna. Lucas deseaba seguir casado, estaba obsesionado con eso y ella era débil.

Eren y Lucrecia vivían bajo el mismo techo sin tener una relación de pareja pero la convivencia era buena. Lucrecia deseaba seguir casada, estaba obsesionada con eso y él era débil.

Eren y Alexa trataban de ser felices pero hay almas que cuando se encuentran ya no están completas si no están juntas.

Durante un tiempo, Lucrecia y Lucas siguieron en comunicación para evitar que sus respectivas parejas volvieran a juntarse. Ella cometió el error de contarle ciertos detalles aun sabiendo que él no peleaba como hombre. Poco a poco ese intercambio se fue perdiendo ya que ambos relajaron sus esfuerzos al parecer imposible que lo que más temían sucediera debido al tiempo transcurrido.

 

Una mañana se dio el encuentro que tarde o temprano ocurriría. Lucas había llevado a Alexa y a Lucas Jr. a una tienda a comprar libros.

Mientras Alexa estaba en el baño, Lucas se topó de frente con Eren. Lucas Jr. reconoció a su antiguo amigo y lo abrazó de forma espontánea.




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