PlatÓnico: Doble Vida

CAPÍTULO 27

Somos lo que pensamos, o por lo menos eso nos han dicho. Quien persigue un sueño con pasión suele verlo materializado, sin embargo puede no resultar como se esperó.

Alexa y Eren tuvieron sueños que se cumplieron.

Ella deseaba casarse con Lucas, formar una hermosa familia y ser felices por siempre.

Él deseaba ser millonario, tener muchas cosas y ayudar a sus seres queridos.

Ambos pagaron un precio alto que les causó más dolor que satisfacción.

 

 

Eren se quedó en la casa de la abuela. Había decidido irse a vagar en moto por su país pero ella lo convenció de renunciar a esa idea.

–Por favor hijo, quédate un tiempo, no es saludable que estés solo en éstas circunstancias. Prometo que no interferiré en tu día a día si ese es tu deseo.

De aquel Eren alegre y extrovertido quedaba poco pues se encontraba abatido por la muerte de Lucrecia. Ella lo había amado y se lo demostró hasta el último momento. Recordaba sus palabras pidiéndole que no se culpara pero no podía evitarlo, él iba a dejarla y además le había sido infiel. ¿Por qué le pidió que buscara a Alexa? ¿Desde cuándo sabía de su relación si ya había pasado algún tiempo que había terminado?

Tenía muchas preguntas y ni una sola respuesta.

Pensaba a diario en Alexa, también lo había amado pero desde su separación no tuvieron contacto. No podía ir corriendo a verla y decirle que ya era libre para estar con ella, aún le dolía demasiado Lucrecia. Quizá el día que su corazón sanara la buscaría, tampoco podía reaparecer en su vida con una maleta cargada de sentimientos confusos, ella merecía un amor completo. Esperaba que no fuera tarde.

Después de un tiempo decidió regresar a Veracruz y retomar su amado refugio. La casa estaría llena de recuerdos de Lucrecia, por lo tanto lo mejor sería mudarse a un lugar pequeño.

 

 

– ¡Me gusta mucho mamá! –dijo Lucas Jr. al ver su nueva recámara.

– ¿No te importa que sea más pequeña que la anterior? –preguntó Alexa abrazándolo.

– ¡Mi recámara es perfecta! ¡Esta casita es perfecta! –Ese niño de 10 años era demasiado maduro para su edad.

 

–Hay una vacante en mi cafetería –ofreció Antonio a Alexa días antes–. Si aceptas serás la encargada de hacer los postres. Además puedes habitar la casa que está en la parte de arriba, yo vivo en otro lado y no deseo rentarla ya que tuve una mala experiencia en el pasado.

– ¡Claro que acepto el puesto y me mudaré a la casa que me ofreces! Sin embargo debes cobrarme la renta –insistió Alexa.

–Al contrario, yo debería pagarte por cuidármela y mantenerla en orden.

Alexa y Antonio sellaron el trato con un apretón de manos.

 

 

Alexa regresó a la universidad, acudía por las mañanas mientras Lucas Jr. estaba en la escuela. Por las tardes dejaba al niño en sus actividades deportivas y terminaba de realizar los postres que había adelantado la noche anterior y debían estar listos a cierta hora.

El niño y ella tenían una rutina que les gustaba pues vivían contentos y en paz. Cuando se fue de la casa de Lucas no cedió a la presión de su madre de regresar a vivir con ella y Luis; tampoco aceptó la invitación de su hermano Alí ya que él vivía con su pareja y no quería incomodar. Además ya era tiempo que tomara las riendas de su vida, tenía 28 años y le parecía increíble haber estado casada poco más de 10.

El día que tanto temía había llegado: iniciar una vida sola con su hijo y enfrentarse a Lucas legalmente. Contrario a lo que pensó, descubrió lo agradable que era vivir tranquila, sin el peso de una persona que la odiaba.

Aún recordaba las palabras que había dicho Lucas cuando se marchó de su casa.

–Me casaré con la mujer que realmente amo, es una gran persona y se dio cuenta que lo que dijeron de mí son calumnias. Una mujer admirable sabe estar en las buenas y en las malas, siempre hemos sido felices y lo seremos más cuando Lucas Jr. viva con nosotros. Tú acabarás sola como la vulgar infiel y traicionera que eres. Cuando mi hijo tenga edad le contaré todo para que sepa que su madre no es quien cree, bla bla bla.

En esa ocasión fue Alexa quien lo dejó hablando y le dio la espalda para siempre.

Curiosamente dejaron de tener noticias de él, ni buenas ni malas, era como si se lo hubiera tragado la tierra.

 

 

Alexa y Antonio seguían sosteniendo largas conversaciones diarias.

–Sabes, quizá mi hermano tiene razón y al ver a mi madre aguantar a un hombre tóxico repetí el patrón –repuso Alexa.

–Deja de buscar culpables, si lo haces no avanzarás. Acéptate con tus errores y aciertos. La pesadilla terminó pero depende de ti si además de sufrirla en el pasado la traes a tu presente. A ti te llevó 10 años despertar y aprender, a otras personas les puede tomar 1 o 20. Enfócate en salir adelante junto con tu hijo y deja que el mundo gire. Si te afliges por las acciones de los demás o esperas que cambien nunca serás feliz.




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