Nora estaba segura que Efe se había marchado porque le había ocultado que era casada. Se sentía culpable por no haber sido honesta con él y deseaba una oportunidad para explicarle. Él había sido reservado y discreto y ella nunca le hizo preguntas porque no deseaba dar explicaciones de sí misma. Se sentía como una hipócrita; la manera en que él se había enterado de la verdad no había sido la mejor pero se habían enfocado en vivir el presente y no encontró el momento adecuado.
Debía buscarlo para aclarar e informarle que esperaban un hijo. Pero ¿En dónde? Él nunca dijo de dónde venía, quien era su familia, no le dio un número telefónico además del que usaba en el pueblo, no tenía siquiera una pista vaga. Buscó a Efe Mendizábal en internet y redes sociales pero no encontró datos. Revisó los documentos del consultorio sin éxito. Acudió al Centro de Salud de Mérida donde hacían las contrataciones de los médicos para las comunidades pero no quisieron darle información. En esa visita decidió realizar el trámite para su divorcio y le indicaron que dadas las circunstancias sería bastante rápido.
El tiempo pasaba y pronto su embarazo sería evidente, en dos semanas cumpliría cuatro meses.
Atziri se hizo más cercana a Nora y la acompañaba en sus ratos libres. Esa tarde tomaban un refresco en una cafetería.
–Había olvidado platicarte que hace algún tiempo fui a buscarte y vi a Lore buscar algo entre las cosas de tu cuarto y del patio, luego llamó a alguien y le informó que no lo había encontrado
Nora se sorprendió, Lore no le daba confianza y desde que le había dado la bofetada se evitaban mutuamente. Se quedó pensando. Podría platicarlo a su papá pero no quería más problemas de los que ya tenía. Juan Pablo la vigilaba a todas horas y la trataba con desconfianza.
–Amiga –dijo Atziri interrumpiendo sus pensamientos–. Sospecho que Efe y tú tuvieron un amorío ¿Por qué no te sinceras conmigo?
Nora se quedó callada.
–De ser así, ese hombre jugó con las dos –insistió Atziri.
– ¿A qué te refieres? –preguntó Nora.
–Verás, hace meses lo visité en su casa y me invitó unas copas. Después de un rato nos besamos y tuvimos sexo. Cuando él dormía revisé su cartera, encontré una licencia de conducir a su nombre y decidí tomarle una foto. Esto ocurrió antes de que él se marchara sin avisar por 15 días
– ¿Para qué querías esa foto? –El corazón de Nora se aceleró.
–No es un secreto que estoy enamorada de él, con seguridad todos se han dado cuenta. Al poco tiempo creí haber quedado embarazada así que cuando regresó al pueblo se lo dije y le pedí explicaciones de su desaparición; me contestó que no quería algo serio conmigo y desde entonces fue distante. Guardé sus datos porque es un chico tan hermético que decidí investigarlo. Descubrí que pertenece a una familia acaudalada de Monterrey. Te voy a enviar la foto de su licencia al teléfono. Dime, ¿También jugó contigo?
Nora se alejó rápidamente sin despedirse.
Atziri la observó marcharse y no pudo evitar reír, luego vio en su celular la nota de un periódico, podría usarla de inmediato, pero no, sería mejor que se enterara sola.
La cabeza de Nora era un caos, llegó a la casa y vomitó. Permaneció en la cama con las ideas dando vueltas en su cabeza. ¿De verdad Efe era ese monstruo que jugaba con las mujeres? Deseaba no creer a Atziri pero era una amiga sincera de la cual sólo había recibido cosas buenas. Su cerebro intentó armar el rompecabezas: Efe había desaparecido sin darle una explicación la primera vez y a su regreso evitó hablar del motivo, luego se marchó por segunda y quizá definitiva ocasión de un momento a otro. ¿Realmente se había ido porque descubrió que era casada? ¿Era un mentiroso? Le parecía imposible que esas caricias y las palabras dulces fueran mentira. No sabía qué hacer. Esperaría a firmar su divorcio e iría a buscarlo, a encararlo y desengañarse.
El día que Nora tuvo el acta de divorcio en las manos sintió que se quitaba un gran peso de encima.
Regresó al consultorio a terminar su jornada laboral. Cuando se fue el último paciente, Humberto se acercó a ella y le indicó que se sentaran.
–Nora, ¿estás llevando los controles mensuales, tomando vitaminas y teniendo los cuidados adecuados por tu embarazo?
– ¿Cómo lo sabes? –preguntó ella asustada.
–Lo supe cuando enfermaste y te atendí, entonces escuché el corazón del bebé.
–No llevo algún control y mucho menos he tomado vitaminas, calculo que tengo poco más de cuatro meses –confesó la chica con lágrimas en los ojos.
Humberto la revisó, la midió y le hizo escuchar el corazón del bebé.
–Todo parece estar en orden pero debemos ir cuanto antes a que te realicen un ultrasonido, confirmar que el bebé está bien y conocer el sexo.
De inmediato habló con un médico en Mérida y condujo a Nora al lugar.
El ultrasonido confirmó que era un varón y estaba en perfecto estado. A pesar de sus predicamentos Nora salió del consultorio feliz.