PlatÓnico: Encrucijada

CAPÍTULO 14

Llegaron a una casa grande en las afueras de la ciudad, estaba rodeada de un terreno enorme lleno de árboles; a un costado se veían los establos y algunos perros dormían cerca. Omer guió a Nora por la amplia entrada hasta llegar a una sala iluminada donde los recibió una señora mayor junto a un hombre joven.

–Ella es Nora, por favor háganla sentir en su casa –les dijo.

–Por supuesto señor Omer. Ya está lista la recámara de la señorita y el bebé –declaró la mujer.

Omer la llevó a un cuarto enorme que tenía una hermosa cuna al lado de la cama; había también una mecedora, un área pequeña con juguetes y cuentos, todo decorado exquisitamente en tonalidades azul y gris.

– ¿Por qué la recámara tiene muebles para bebé? ¿Cómo estabas tan seguro que mi hijo y yo vendríamos contigo?

–Los muebles llegaron hoy mismo, hice una llamada en el camino y mis empleados se encargaron rápidamente –respondió Omer sonriendo.

–Se necesita mucho dinero para tener un lugar como este –aseguró Nora.

–Tengo para esto y más. Por favor, evita preocuparte por cosas irrelevantes. El bebé y tú están a salvo y es lo único que importa. –El hombre se acercó a acariciar al niño que dormía tranquilo en los brazos de su madre y ésta instintivamente lo apartó–. –Te espero en el comedor en media hora –dijo sin poder ocultar su decepción.

  

Durante la comida, Omer estuvo animado y platicador.

Nora observó cuánto había cambiado. A pesar de que tenía 27 años recién cumplidos parecía mayor, no tanto por su físico sino por su forma de hablar y conducirse, se veía maduro, muy vivido y seguro de sí mismo. El cuerpo esbelto de su juventud había cambiado por uno musculoso y de buen porte, además la sombra de la barba favorecía sus hermosas facciones. Quizá se había quedado con la imagen del muchacho que conocía desde que eran adolescentes pero este Omer era un desconocido.

Después de la comida recorrieron la casa y el resto de la propiedad.

–Lo que tengo es para compartirlo contigo. Los años que estuve lejos fueron duros, mi única motivación siempre fue volver a verte y no separarnos más –aseguró él.

Nora callaba pero estaba convencida que lo mejor era conseguir un lugar donde su hijo y ella pudieran vivir solos.

Omer parecía leerle el pensamiento.

–Por favor, no te vayas, dame la oportunidad de ganarme tu corazón otra vez. Sabes bien que no quise dejarte, el destino se puso en contra nuestra. Sé que ya te divorciaste y lo respeto pero no he dejado de amarte, has estado en mi mente cada día.

Nora no contestó pues su mente estaba en otro lugar. Pensaba en Efe, deseaba odiarlo pues se había acercado a ella para hacerle daño y su familia era peor que él. Sin embargo su corazón no entendía y lo añoraba, su mente no descansaba, la traicionaba con imágenes de aquellos días maravillosos. A veces se atrevía a soñar que él tenía una explicación lógica y le pedía una oportunidad que sin pensarlo le daba.

 

 

A pesar de todas las comodidades y atenciones de Omer, Nora no lograba adaptarse al lugar después de un par de semanas. Desconfiaba de él y de sus empleados por lo que no se separaba del pequeño Sükri; dormía junto a él y cuando se bañaba lo hacía rápidamente poniéndo antes seguro a la puerta para que nadie entrara.

–Permítame cuidar al bebé para que usted descanse, monte a caballo o vaya de compras –le decía la señora Matilde, quien fungía como cocinera y ama de llaves pero ella negaba con la cabeza.

–Entiendo tu desconfianza pues estuviste a punto de perder al niño a manos de esa gente sin escrúpulos pero el enemigo no soy yo –aseguraba Omer–. Nos conocemos desde adolescentes, sabes bien que jamás podría hacerles daño. Si me lo permites seré un padre para Sükri.

Nora se aislaba, prefería estar sola con su pequeño. A diario daba largos paseos llevándolo en un canguro pegado a su cuerpo.

 

 

Aunque Omer le había pedido que evitara comunicarse con sus conocidos por seguridad, Nora llamó a Fer.

–Amiga, me da tanto gusto escucharte –contestó Fer ansiosa–. He estado preocupada por ti pues no tuve más noticias. Por favor escúchame, dale a Efe la oportunidad de explicarse ya que las cosas no son como crees. Te dejó una carta conmigo, te la voy a enviar en éste momento, léela y aclararás todas tus dudas.  

Nora colgó asustada. De inmediato recibió en su celular la carta pero decidió apagar el teléfono sin parar de temblar. ¿Sería posible que Efe estuviera utilizando a Fer para encontrarla? Por lo menos no había compartido su ubicación con la chica. Más tarde prendió nuevamente el teléfono, borró el archivo con la carta de Efe sin leerla y revisó los mensajes que llegaban por montones. Leyó algunos de su padre quien se decía preocupado por ignorar su paradero. Abrió los de Atziri y vio fotos de Efe y Fer sentados en la playa. De nuevo el miedo la invadió y pensó en contar a Omer lo que pasaba pero prefirió calmarse.

A la mañana siguiente había decidido marcharse. Estaba harta de tener miedo y vivir en la sombra por tantos años. Su madre vivía en Aguascalientes y tenía su dirección así que iría para allá. Había rechazado en varias ocasiones sus peticiones de reunirse con ella pero esta vez lo haría. No vivirían juntas, deseaba estar sola con su hijo pero siempre era bueno tener a alguien cerca.




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