PlatÓnico: Nuestro Amor

CAPÍTULO 3

Pese a que las cosas andaban mal, ErdoSü no imaginó que Bego terminaría con él así que quedó en shock, inmóvil y con la mente en blanco por casi media hora. Cuando al fin logró reaccionar caminó sin rumbo por mucho tiempo, después corrió y corrió sin ver a su alrededor. Su cuerpo se movía sólo como si el alma no estuviera ahí.

Muy avanzada la noche y sin saber cómo, se encontró sentado en los escalones de la entrada de la casa de Cloe y Bree.

 

Cloe estaba despierta, había estado escuchando música y canción tras canción se fue haciendo tarde. Después de un rato se levantó del sillón y se asomó por la ventana. La noche era tan hermosa y el viento tan suave que permaneció observando la luna; de repente bajó la vista y vio a ErdoSü sentado en su entrada. Pensó que era su imaginación y sonrió pues a veces lo veía por la ciudad en algún chico que se atravesaba en su camino; luego observó fijamente y seguía ahí así que entendió que realmente era él.

Bajo corriendo y abrió la puerta. Cuando vio su cara se le estrujó el corazón pues parecía un niño desvalido.

– ¿Gustas pasar y beber una taza de café? –invitó.

El asintió como un sonámbulo mientras se dejaba conducir a la cocina. Cloe no preguntó qué le ocurría porque era obvio que algo sucedía.

– ¡Has llegando en un buen momento, muero de hambre!

La chica puso en la mesa dos tazas de café y unos cuernitos con chocolate que comieron y bebieron durante un rato en silencio. ErdoSü se fue relajando mientras Cloe hablaba de cosas triviales.

–Soy hijo único y debo todo a mis padres, siempre han sido mi ejemplo –confesó el chico después de un rato. Platicó sobre su época de estudiante, sus viajes y otras anécdotas. Habló de todo, excepto de ella.

–Perdí a mis padres hace algunos años, también soy hija única –confesó Cloe bajando la mirada y ErdoSü le apretó la mano en señal de empatía.

–Fui feliz con ellos –continuó ella después de una pausa–. El baile me ayudó a sobrellevar el dolor y estoy agradecida con la vida por haberme dado a esas personas maravillosas.

Las horas pasaron y amaneció sin que lo notaran.

– ¡Oh, qué agradable sorpresa! –Bree había despertado al escuchar las voces y se les unió en la charla.

En pocos minutos los tres estaban riendo a carcajadas. Sin embargo había que ir trabajar por lo que ErdoSü se fue a casa y las chicas se apresuraron.

 

 

En los días siguientes ErdoSü experimentó demasiado dolor, por su mente pasaban todas las cosas maravillosas que había vivido con Bego. Quería correr a buscarla y pedirle que no lo dejara, sin embargo ella había sido contundente y no deseaba molestarla. Para distraer a su cerebro decidió trabajar como loco y su mente pareció llenarse de una creatividad desmedida. Los demás se iban a casa y él se quedaba en la oficina; a veces olvidaba comer o dormir.

Los resultados laborales fueron sorprendentes, sus creaciones llegaron a los niveles más altos y fueron recibidos con beneplácito. Solo dejaba ese estado desenfrenado mientras bailaba pues escapaba a ese lugar único donde Cloe y él se pertenecían.

 

En la empresa circularon los rumores pues conocidos de Bego comentaban que ella estaba en Alemania cumpliendo sus sueños. Decían que estaba feliz, viviría ahí los próximos cinco años y ErdoSü era un recuerdo lejano.

Las chicas de la oficina se hicieron presentes, desfilaban por el escritorio de ErdoSü con cualquier pretexto pues al no tener novia sentían que sus posibilidades aumentaban.

Cloe y Bree cruzaban miradas divertidas cada que eso sucedía y bromeaban más tarde sobre ello.

Cloe también sintió una ligera esperanza aunque lo que menos deseaba era ser como esas chicas revoloteando alrededor de ErdoSü.

 

Se hizo costumbre que algunas noches ErdoSü apareciera en la escalinata de Cloe y se repitiera el café, los panecillos, la charla y las risas.

ErdoSü descubrió en Cloe a una persona sensible pero fuerte, discreta, prudente, sencilla, empática y con un amor por la vida inmenso. Admiraba su piel blanca, ese cabello castaño largo, los ojos grandes, la nariz perfecta y su cuerpo moldeado por el baile. Lo que más le gustaba era ese bienestar que le brindaba su compañía, era algo que sentían todos cuando estaban a su lado y eso era algo adictivo.

Cloe descubrió en ErdoSü nobleza, sencillez, honestidad y sinceridad. Decía lo que pensaba pero siempre con tacto y respeto. Su atractivo físico era demasiado, tanto, que a veces deseaba abrazarlo, besarlo y no soltarlo.

 

ErdoSü había aprendido de su padre que si tenía una relación debía estar enamorado ya que una pareja merecía honestidad total. Ese era el motivo por el cual no podía decirle a Cloe lo que sentía por ella. En esos momentos parecía tres personas en una. El adicto al trabajo y al ejercicio que buscaba evadirse. El alma rota que lloraba por dentro la pérdida de la mujer que amaba. El hombre que se enamoraba cada vez más de Cloe y visitaba el paraíso junto a ella a través del baile.

Deseaba declararle su amor pero antes de eso debía sanar, estar dispuesto a entregarse con el corazón limpio y no solo cubrir sus heridas porque podía hacerle daño. Quizá él era un bicho raro, uno entre un millón. Algunos amigos decían que un clavo saca a otro clavo, pero él no. Entonces tomó la decisión.



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En el texto hay: romance, amistad, traicion infidelidad

Editado: 07.04.2023

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