PlatÓnico: Nuestro Amor

CAPÍTULO 13

Gonzalo tenía una relación estrecha con el Doctor Enrique Montes. En sus inicios, él le había trasmitido importantes enseñanzas a pesar de llevarle solamente diez años de edad.

El doctor Enrique se había casado con una joven 40 años menor que él a la que conoció por Internet dos años atrás, los mismos que se dedicaron a recorrer el mundo. Había regresado hacía unas semanas y Gonzalo acudió a saludarlo ya que antes de su partida se reunían con frecuencia.

Enrique lucía desmejorado y despedía un penetrante olor a alcohol.

– ¡Querido amigo estoy mal! –Se quejó el hombre después del fraternal abrazo–. Mi esposa me dejó por un hombre joven no sin antes llevarse gran parte de mi dinero mediante artimañas. Es por eso que me ves en éste estado. Escuché que tú también estás con una jovencita y solo puedo aconsejarte que te andes con cuidado para que no suceda lo mismo. Debes vigilarla de cerca porque aparentemente están por amor pero tienen un hombre joven que las maneja.

–Amigo, entre tu ex esposa y Cloe hay un mar de diferencia. Ella me ama desinteresadamente. Es una chica honesta, noble y hasta cierto punto inocente, incapaz de hacer daño a alguien. Tenemos un año juntos y no podríamos estar mejor. Cuando surge alguna diferencia ella tiene la prudencia de esperar a que estemos calmados para platicarlo y jamás hace juicios o suposiciones sin escucharme. En el aspecto sexual nos complementamos y el deseo ha aumentado.

–Y dime, ¿Qué pasará en diez años o incluso en cinco? Eres un hombre mayor –interrumpió Enrique enojado.

La sonrisa de Gonzalo desapareció.

–No me preocupo por el futuro, disfruto cada día que la vida me regala.

La siguiente hora escuchó repetidamente los comentarios de amargura y advertencia de su amigo. Entendió que era el dolor quien hablaba por él y debía ayudarlo a salir de ese estado. Más tarde al llegar al departamento se sentía desgastado.

 

 

ErdoSü se encontraba emocionado porque en una semana volvería a México. Concluyó satisfactoriamente el proyecto y estaba tomando unas vacaciones con sus compañeros. Se sentía complacido por ese año en Finlandia y llevaba consigo buen sabor de boca.

Estaba en la habitual llamada con Cloe y después de que bailaran un rato, le mostró el cuarto del hotel. Se volvió a sentar y sin pensarlo decidió revelar sus sentimientos.

–Debo confesar que la razón que me hizo marchar de México está totalmente superada. No sabes cómo lamento que tengas una relación con un hombre mayor porque me enamoré de ti desde el día que te conocí.

Cloe quedó estática y las palabras salieron con dificultad de su boca.

– ¿Por qué no me lo dijiste?

–No era el momento ideal. Ese amor ha crecido y deseo estar cerca para luchar por ti, no importa cuánto deba esperar.

Cloe abrió los ojos sorprendida mientras tapaba su boca incrédula. Dio unos pasos hacia atrás y su espalda chocó contra el cuerpo de Gonzalo quien había escuchado todo.

Se sintió como una niña que ha sido descubierta haciendo travesuras. Gonzalo se acercó a la pantalla por primera vez y fijó su atención en ErdoSü. Vio un rostro joven, atractivo y su mirada se endureció mientras colgaba la llamada. Cloe no sabía qué decir. Gonzalo la observó con una expresión que parecía decepción. No hablaron, el lenguaje corporal y las miradas transmitían mensajes, ella asustada y preocupada, él furioso y descompuesto.

Como era costumbre, no platicaron sobre lo sucedido en ese momento. Se acostaron a dormir o fingir que dormían, Cloe pensando en la confesión de ErdoSü y Gonzalo recordando las palabras de Enrique.

– ¿Te metí en problemas? –preguntó ErdoSü a Cloe más tarde en un mensaje.

–Todo está bien, no te preocupes. Hablamos después –respondió ella pensando que Gonzalo dormía.

Éste supuso que ella intercambiaba mensajes con ErdoSü y la furia aumentó.

A la mañana siguiente se fue al trabajo antes de que Cloe despertara y no se comunicó con ella durante el día. Cloe no sabía si ir a buscarlo o seguir esperando a que se calmara para platicar del tema. Optó por lo segundo.

 

 

Esa tarde, Cloe y Bree cenaban con Amy después de jugar tenis. Se les unió Alfonso, esposo de Amy y socio accionista mayoritario del club quien monopolizó la conversación.

–Este centro deportivo es de primer mundo. Tenemos franquicias en las principales ciudades del país y estamos por entrar al mercado sudamericano –continuó presumiendo, alardeando y lanzando miradas coquetas a Bree sin el menor disimulo.

Amy recibió una llamada. Era Gonzalo saludándola.

– ¡Papá, estoy en el club con Cloe, Bree y Alfonso, únete a nosotros! –invitó con el teléfono en altavoz.

–Gracias hija pero no puedo, iré a ver a mi amigo el Doctor Enrique. Sigan divirtiéndose, saludos para todos.

Cloe sintió un pinchazo en el corazón porque a ella no le había hablado en todo el día, quizá era algo tonto pero se entristeció. Decidió tener paciencia, ya hablarían.



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En el texto hay: romance, amistad, traicion infidelidad

Editado: 07.04.2023

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