Cuando Cloe intentó hablar del tema de la video llamada, Gonzalo le restó importancia y evadió el asunto. Sin embargo hubo un cambio radical a partir de ese evento. Los mensajes, llamadas, convivencia, así como palabras cariñosas desaparecieron y la cantidad de regalos aumentó. A diario la chica recibía en el departamento cajas que perdieron el toque de sorpresa.
Nuevamente encontró en el buró un sobre, ésta vez era una cuenta bancaria a su nombre con una cantidad que nunca había visto en su vida.
–Ya no quiero regalos, prefiero que vuelvas a ser como antes y por favor cancela esa cuenta –escribió a un ausente Gonzalo.
Gonzalo visitaba a Enrique a diario. Con un poco de pena le contó el episodio de la video llamada.
–Ya lo imaginaba. Es obvio, las chicas jóvenes son unos demonios chupa sangre. Aún estás a tiempo de salvar tu dignidad y principalmente tu patrimonio. –El hombre siguió descargando su amargura por un buen rato.
–Cloe no es así –argumentó Gonzalo–. Tampoco hizo algo malo, incluso se sorprendió con la declaración de amor. Además es normal que no uno sino muchos hombres se interesen en ella por su gran belleza interior y exterior. Debo admitir que algo cambió en mí después de la video llamada: todo mi ser fue invadido por el miedo. Estoy enamorado como nunca y siento que más adelante no seré lo mejor para ella tal como pronosticaste. Cloe desea una familia y yo no puedo ni quiero tener hijos; aparte de que a mi edad sería impensable. Cada vez que juega con mi nieto le veo el anhelo de ser madre. Ahora entiendo y coincido contigo en que llegará el momento en que no podré complacerla sexualmente. En conclusión, estoy seguro que ella no me dejará y mucho menos me traicionará pero sería deshonesto seguir alimentando ese amor que le hará daño más adelante.
Gonzalo aceptó la copa que Enrique le ofreció y bebió hasta que ambos perdieron la conciencia.
Los padres de ErdoSü se quedaron varios días en la ciudad y tuvieron oportunidad de convivir con sus amigos.
Para Rosario era evidente el amor que su hijo profesaba por Cloe y esperaba que unieran sus vidas en algún momento a pesar de saber de la existencia de Gonzalo. Kerim también estaba al tanto de la situación y habló con ErdoSü a solas.
–Lo más fácil sería aconsejarte que pusieras tus ojos en una mujer sin compromiso pero sé que en el amor no se manda. Lo que te pido es que seas honesto y no interfieras en su relación. Si más adelante ella te corresponde no la dejes ir.
En el pasado Cloe llegó a sentir debilidad por el atractivo físico de ErdoSü y creyó que en el reencuentro lo vería con otros ojos puesto que estaba enamorada de Gonzalo, sin embargo le pareció que dichas cualidades se habían acentuado. Esas facciones perfectas, los gestos y movimientos, la voz varonil, su1.90 m de estatura, el cuerpo atlético, la barba sombreada y las incipientes canas que adornaban su oscuro y ondulado cabello eran un imán para quien lo viera.
A veces se preguntaba qué hubiera sucedido si él le hubiera declarado su amor antes de que llegara Gonzalo pero se respondía que era tarde para pensar en ello. Cuando se embobaba viéndolo se convencía que era solo admiración por su belleza externa e interna.
Esa noche se quedó dormida esperando a que Gonzalo regresara. Despertó más tarde y vio que eran las 4 am, lo buscó por el departamento y al no encontrarlo le marcó al celular que mandaba a buzón. Se preocupó y pensó en llamar a Amy pero no quiso asustarla. Pasó otra hora y su angustia creció. Buscó en una lap top los contactos de su agenda y encontró los datos del Doctor Enrique. Marcó a su teléfono celular sin obtener respuesta. Anotó la dirección y salió para allá rápidamente.
Llegó a un edificio parecido al que habitaban y en cuyo estacionamiento se encontraba el auto de Gonzalo. Tocó el timbre en la recepción.
– ¿Cuál es el motivo de su visita señorita? –preguntó un adormilado joven.
–Vengo a visitar al Doctor Enrique, bueno en realidad a buscar al Doctor Gonzalo –respondió ansiosa.
El chico la escoltó al departamento. Sabía que los dos doctores bebían con frecuencia ya que el mismo había sido enviado varias veces a comprar alcohol.
–Su papá visita al Doctor Enrique todos los días, anoche llegó desde las 9 pm –informó el muchacho mientras subían por el elevador.
Cloe no estaba como para aclarar que no era su papá y lo siguió en silencio.
Después de tocar varias veces y no obtener respuesta el chico abrió con una llave y dejó pasar a Cloe.
Los dos hombres estaban acostados en el piso de la sala entre botellas de vino. Cloe sintió que se le encogía el corazón de ver a Gonzalo en esas condiciones. Se le acercó e intentó despertarlo suavemente. Se sentó en el piso y le colocó la cabeza sobre un cojín mientras él abría los ojos y volvía a dormirse. No sabía qué hacer, debía ir al trabajo pero no podía dejarlo así.
Después de una hora el hombre despertó y tardó unos minutos en entender la situación.
– ¡Ve a tu trabajo, estoy bien, iré al departamento a bañarme! –dijo con voz ronca en tono cortante.