De nuevo abandono, silencio, indiferencia y castigo. Otra vez falta de apetito y angustia en el estómago. Los días pasaban y Gonzalo se la pasaba fuera de casa con su actuar a medias, sin terminar la relación pero tampoco arreglarla. Cloe lo esperaba cada noche en el departamento y él seguía ausente.
Un viernes, al salir del trabajo, se dirigió a cuidar al bebé Gus. Su teléfono no tenía batería pero estaba desganada y no le importaba tenerlo apagado. Amy y Alfonso ya se encontraban listos para acudir a una cena baile y se despidieron dejándola en la casa.
Cloe disfrutó mucho al bebé, era precisamente lo que necesitaba para salir de la tristeza y apatía que sentía.
Cuando Amy y Alfonso regresaron ya era tarde y prefirieron no despertarla pues dormía muy a gusto con el nene.
Entrada la madrugada, Gonzalo llegó al departamento con varias copas encima. Al no encontrar a Cloe la llamó al celular apagado. Tras varios intentos fallidos la imaginó en brazos de ErdoSü y su furia fue en aumento. Siguió bebiendo hasta quedar dormido en la sala.
Cloe entró al departamento cerca de las 11 am con buen semblante luego de bañarse y desayunar con Amy. Le sorprendió encontrar a Gonzalo, quien recién despertaba, acostado en el sillón. Al verla, el rostro del hombre se descompuso por la furia.
–Apareces aquí sin ningún remordimiento luego de haber pasado la noche revolcándote con tu amante –acusó con un tono de voz que Cloe no le conocía–. Enrique tiene razón, mi peor error ha sido enredarme con una mujer como tú.
Cloe se dirigió a la recámara con paso firme, tomó sus maletas sin deshacer, empacó lo que faltaba y salió del departamento sin que él la detuviera. Subió sus cosas al auto de la empresa ignorando el magnífico coche de lujo que Gonzalo le había regalado y que había usado pocas veces. Arrancó y se marchó de ahí.
Gonzalo estaba llenando un vaso con whisky cuando Amy le habló al celular.
–Papá. Cloe dejó su laptop en mi casa, pregúntale si se la llevo o viene a buscarla.
– ¿Cuándo la dejó? –preguntó el hombre.
–Anoche. Cuidó a Gus mientras Alfonso y yo salimos pero como llegamos tarde se quedó a dormir. Hace un rato desayunamos juntas. ¿No te lo dijo?
–No.
Gonzalo colgó sintiéndose un demente y bebió la botella completa para perderse en el alcohol.
Cuando Cloe llegó al departamento de Bree, Rahui y ErdoSü desayunaban y aunque se sorprendieron al verla, la ayudaron a instalarse sin hacer preguntas.
Cloe se cambió de ropa, dijo adiós con la mano y salió con una mochila pequeña. Abordaba el auto cuando ErdoSü la alcanzó.
–Cloe, cualquiera que sea el lugar a donde te diriges, deseo ir contigo.
Ella se cambió al asiento del copiloto mientras él arrancaba el auto y se fueron a Valle de Bravo.
Recorrieron el bello pueblo colonial y visitaron la cascada ‘Velo de novia’; más tarde pasearon en barco en el lago disfrutando de la hermosa vista. Pasarían la noche en un hostal donde compartirían una cabaña con otras seis personas de ambos sexos.
Comieron en un restaurante-cabaña cuando el sol se estaba ocultando. Sentados ante unos enormes tazones de pasta, Cloe movía el tenedor dando probadas sin apetito. A diferencia de ella, ErdoSü vació el plato mientras le enseñaba unas fotos de Finlandia en su celular. De repente se acercó una chica vestida como gitana.
–Pongan unas monedas en mi mano y les hablaré sobre su futuro –exclamó.
–No deseo saber, gracias –afirmó Cloe mientras se levantaba y dirigía al baño.
La gitana tomó la mano de ErdoSü.
–Hombre guapo, lo que más deseas se hará realidad –aseguró viéndolo a los ojos–. La chica será tu esposa y tendrán hijos. Estarán juntos pero antes ella derramará lágrimas por otro hombre y estará en riesgo de perder la vida.
ErdoSü retiró su mano rápidamente.
–No, eso no. Cloe no merece sufrir y menos que le suceda algo malo.
–Todo está escrito y nadie puede cambiarlo –afirmó la mujer–. Ten paciencia, estarán bien y serán felices, por lo menos hasta el día en que te encuentres frente a una encrucijada, lo que suceda a partir de ahí dependerá de ti.
Las palabras de la gitana daban vueltas en la cabeza de ErdoSü mientras descansaba en la litera frente a la de Cloe. Era tarde, todo estaba oscuro y la escucho llorar muy bajito. Sin titubeos se acostó junto a ella abrazándola hasta que se quedaron dormidos.