Gonzalo se postró ante la cama de Cloe, tomó su mano y le habló mientras las lágrimas rodaban por su cara.
–Desde que te vi percibí tu nobleza e inocencia. Supe entonces que debía hacer caso a mi cerebro y no enamorarme, pero fue inevitable. Me atrapó tu forma de entregarte, total y desinteresada; el resultado fue el amor más grande que haya existido. Te amo tanto que preferí hacerte daño y que me consideres un patán porque estoy consciente que más adelante seré mayor y no quiero ser una carga para ti. Ese joven también te ama y con el serás feliz pues hasta un ciego sabría que son el uno para el otro al sentirlos cerca. No mentiré, muero de celos y quiero golpearlo cada que lo veo pero es mejor rendirme. Crees que me fui sin hablar y que nada me importa pero te he buscado y observado de lejos, he visto tu dolor y valentía, también los estragos en tu cuerpo. He necesitado valor para no correr hacia ti y cambiar tus lágrimas por risas. ¡Perdóname Cloe! ¡Perdóname amor mío! Finjo estar bien y al beber creo que el dolor desaparecerá pero me golpea como un látigo al igual que los remordimientos. Dejaré el alcohol más adelante, cuando regrese la calma. Saberte feliz hará que el infierno en el que estoy valga la pena. Adiós Cloe, siempre estaré pendiente de ti desde lejos. Te amo.
Cloe se recuperó rápidamente. Al recobrar la conciencia vio a sus cuatro amigos junto a ella.
– ¿En dónde está Gonzalo? –preguntó desorientada.
ErdoSü se entristeció.
–No tengo idea –respondió Amy. Había prometido a su padre ocultar a Cloe que no se movió de ahí hasta que la supo fuera de peligro.
–Gonzalo está sufriendo –afirmó Cloe. Bajó la cabeza y se preguntó si había sido un sueño. Sí, lo vio en sus sueños y recibió el mensaje que le dio. No recordaba las palabras sino la idea completa.
Un joven médico entró e interrumpió sus pensamientos.
–Esta hermosa chica podrá marcharse mañana temprano ya que se encuentra muy bien, solo que si no come avísenme y yo mismo iré a buscarla.
Al salir el doctor, Cloe fijó su mirada en ErdoSü y sonrió ampliamente, le tendió los brazos y él, cuidadosamente, le correspondió sintiéndose transportado ida y vuelta a la luna. Rahui, Amy y Bree se les unieron.
Más tarde llegaron dos tías paternas de Cloe.
–Llevaremos a mi sobrina a nuestra casa para cuidarla, así se recuperará más rápido –dijo una de ellas.
Aunque visitaba poco a sus familiares, Cloe amaba a sus tías.
ErdoSü besó la mano de cada señora y les cerró un ojo coqueto mientras ellas sentían que se derretían.
–Damas hermosas, mis padres vinieron apenas supieron lo de Cloe y se ofrecen a llevarla a su casa en Pachuca, lejos del caos de la gran ciudad. Cerca de las montañas, con el aire limpio y los cuidados adecuados pronto estará tan bien como siempre. Claro, ella debe aceptar primero.
–Me encantaría pero me apena no ir con mis tías –dijo la chica.
ErdoSü hizo una cara que sabía encantaría a las señoras y ellas se vieron la una a la otra nerviosas.
–Por nosotras no hay problema siempre y cuando nos inviten a la boda –dijo la mayor con picardía.
–Ustedes serán las invitadas principales pero deberán hacer el honor de bailar conmigo –dijo ErdoSü dejando contentas a las dos mujeres.
La casa de los padres de ErdoSü estaba en la parte alta de la ciudad, era una cabaña de madera y piedra en la montaña que parecía sacada de portada de revista. Rosario y Kerim recibieron a Cloe con alegría y la llenaron de atenciones y cuidados.
ErdoSü la llevaba cada día a dar largos paseos al atardecer. A veces entrelazaban sus manos y se daban besos suaves pero no se atrevían a más.
–Quizá sientas que es muy pronto o dirás que no estás preparada pero mi enamorado corazón cree que es correspondido. Te amo y lo que más deseo es que seamos novios –confesó él viéndola a los ojos.
–Lo deseo también –aceptó Cloe.
Se unieron en un beso lleno de ternura sintiendo que la vida era maravillosa
Mientras ellos eran tan felices, Bree recibía dos golpes en la cara y Alfonso intentaba violarla en su departamento.
La chica se lo encontró supuestamente de forma casual mientras caminaba por la calle y no imaginó sus intenciones.
–Es un día caluroso, te llevo a tu casa. Amy no me perdonaría que dejara bajo el sol a su amiga –ofreció él después de saludarla y hacerse el simpático.
Aunque sentía desagrado por ese hombre, había aceptado pero guardó silencio en el trayecto.
–Sabes, tengo la intención de comprar un departamento por esta zona. ¿Podrías enseñarme el tuyo? –preguntó Alfonso quien no paraba de hablar.
Bree se sintió incómoda, fue una de esas ocasiones en que la intuición avisa que hay algo mal pero las reglas sociales impiden hacerle caso.
Rahui había asistido a un curso fuera de la ciudad por una semana.