–No asistiré a la carrera de fin de semana –anunció Rahui.
– ¿Por qué no? Todo está preparado –al ver la expresión de su amigo ErdoSü cerró la puerta de la oficina y se sentó frente a él sorprendido.
–Verás, en la reunión de la semana pasada llevé a las tres chicas a su casa después de que te marchaste. Cuando dejé a sus amigas, Emilia y yo nos quedamos solos. Quizá por las copas que bebimos nos besamos y me pidió que la llevara a un hotel porque casi tenemos sexo en el auto. Era tanto el deseo que estuve a punto de aceptar pero una alarma se prendió en mi cerebro y preferí despedirme y marcharme –Rahui continuó apenado–. La chica me gusta, es una tentación enorme pero mi esposa y mis hijos son mi vida y jamás haría algo para dañarlos. He decidido cortar todo contacto con Emilia y el mundo de las motos. De momento diré a Bree que no acudiré con el grupo el fin de semana pero cuando se dé cuenta que es definitivo preguntará la razón. Me voy a sincerar con ella pues nunca le he mentido u ocultado cosas y sé que tendré qué asumir las consecuencias.
ErdoSü se quedó pensativo después de la plática con Rahui. Ese día y los dos siguientes ignoró los mensajes de Luisa. El fin de semana acudió a la carrera solo y se rodeó de otros compañeros manteniendo distancia de la chica de tal manera que en ningún momento estuvieron cerca. Ella le hizo varias llamadas y envió decenas de mensajes que prefirió no atender.
Al terminar la carrera y regresar a su casa bastante más temprano que de costumbre, vio con alegría cómo los gemelos lo esperaban ansiosos y se abalanzaban sobre él. Su hermosa esposa lo recibió sonriente con una mirada cómplice que conocía bien y que los hizo apresurarse a poner a sus hijos a dormir.
Al otro día despertó temprano y su mente inquieta daba vueltas a lo mismo. Admitió que estaba ante una tentación y que podía poner en riesgo todo por algo que obviamente sería casual.
Luisa era una chica hermosa; en sus largas pláticas hablaba de amigas, moda, cine y temas propios de alguien de su edad pero en realidad no la conocía bien. Le coqueteaba todo el tiempo, hacía poses para él, le enviaba fotos de su cuerpo joven, sus labios y sus piernas. Si, era demasiada tentación. Si la hubiera conocido en su juventud cuando no tenía pareja no hubiera dudado en tener sexo con ella. ErdoSü se levantó e intentó bloquear los pensamientos sexuales que pasaron por su cabeza en ese momento. Decidió que en la próxima carrera hablaría con ella pidiéndole que ese coqueteo acabara y al igual que Rahui se alejaría de ese mundo. No tenía caso contarlo a Cloe puesto que no había pasado nada, ni pasaría.
En los siguientes quince días no asistió a las reuniones del grupo y continuó ignorando a Luisa.
Llegó el fin de semana de la carrera y se marchó despidiéndose previamente de su amada familia.
–No puedo creer que Rahui haya dejado las carreras si eran su pasión –comentó Cloe a Bree.
–Tal como predije mi esposo llevó al extremo su afición y acabó hartándose, con seguridad ErdoSü también se retirará pronto.
Las chicas rieron y continuaron platicando a la sombra de un árbol de la casa de Bree.
Más tarde, Cloe acudió a ver al médico, le habían hecho una serie de exámenes debido a que su energía no regresaba y ya se había preocupado. Prefirió no comentar a los demás lo que sucedía y tratar el asunto sola.
El doctor revisó los estudios mientras ella esperaba nerviosa, quería descifrar la expresión en su cara pero éste permanecía serio.
–Está usted embarazada –dijo el médico esbozando una sonrisa–. Los demás estudios indican que su salud es inmejorable. Revisemos entonces cómo anda ese bebé.
Cloe quedó perpleja. Instantes después una enfermera la guiaba a la zona de ginecología para practicarle un ultrasonido. En breve pudo observar la imagen de un bebé de diez semanas cuyo corazón golpeteaba sin cesar.
Salió llorando de la clínica llevando la foto de su hijo en la mano y en el corazón. Decidió darle la sorpresa a ErdoSü cuando regresara de la carrera, lo haría de una forma especial.
Rosario jugaba con los niños cuando su nuera entró a la casa, al verla supo que algo sucedía, algo bueno por supuesto.
Cuando pudieron hablar a solas, lloraron, se abrazaron y planearon la manera en que Cloe daría la sorpresa a ErdoSü.
Hicieron un video que presentaba una secuencia de fotos con títulos y música de fondo: ErdoSü y Cloe de niños con sus respectivos padres, el día de su boda, en el hospital junto a sus gemelos, luego un signo de + (mas) seguido de la imagen del ultrasonido que se iba ampliando hasta ocupar la pantalla completa acompañada de una canción de cuna. Cuando ErdoSü terminara de ver el video, Cloe le entregaría unos tiernos zapatitos amarillos, luego daría la buena nueva a los niños y a sus mejores amigos.
Era sábado y ErdoSü se encontraba descansando de la carrera en su habitación del hotel. Luego de terminar la video llamada con su esposa se quedó dormido pero lo despertaron unos golpes en la puerta. Cuando abrió, Luisa se introdujo sin pedir permiso. La chica se despojó fácilmente de su vestido dejando a la vista un hermoso cuerpo adornado por un diminuto conjunto interior negro.