Bree siguió a su esposo a la recámara y se sentó cerca de él. Era obvio que algo grave sucedía pues vio a ErdoSü marcharse repentinamente mientras Rahui lo seguía unos metros intentando detenerlo.
–No es un buen momento para hablar, dejémoslo para después –pidió Rahui tomándole las manos y viéndola a los ojos–. Juro que te amo y mi mayor felicidad son los niños y tú.
El hombre no deseaba alterar su armonía familiar, habían sido años felices y en paz después de aquellos turbulentos acontecimientos.
–Es mejor que empieces a contarme lo que está pasando –advirtió Bree impaciente. Rahui estaba acostumbrado a su carácter fuerte y sabía que no lograría convencerla. Entonces confesó todo, lo suyo y lo de ErdoSü.
Bree sintió que caía en un pozo.
Los gemelos dormían. Cloe y Rosario vieron entrar la camioneta de ErdoSü y chocaron las palmas de las manos.
Cloe permaneció en la sala con la tableta electrónica a su lado. Fingiría haber recibido un video que la tenía inquieta mientras lo enseñaba a su esposo. Rosario sabía que debía dejarlos solos pero era tal su emoción que se quedó detrás de una puerta para ver y escuchar.
ErdoSü entró a la casa sin saber qué haría o diría. Su esposa no lo recibió con los cariños acostumbrados, por el contrario, le indicó que se sentara.
–Hoy recibí un video que me tiene inquieta –dijo dándole la tableta.
– ¿Cómo te enteraste tan rápido? –preguntó ErdoSü preocupado.
– ¿A qué te refieres? –dijo ella sorprendida.
–Vengo de estar con otra mujer –soltó él de tajo.
Cloe se levantó. ¿Había entendido mal? ¿Era una broma? ¿Qué estaba sucediendo?
– ¡Explícame de qué hablas por favor! –pidió casi deletreando las palabras.
–Ayer en la noche y ésta mañana tuve sexo con otra mujer –confesó él.
Cloe se sentó y llevó las manos a su cabeza.
– ¡Repite lo que acabas de decir!
–Estuve con otra mujer –repitió ErdoSü.
– ¿Estás bromeando verdad? ¿Quién es? –peguntó Cloe.
–Se llama Luisa, pertenece al grupo de motociclismo.
– ¿Por qué? –Cloe esperaba que en cualquier momento el hombre a quien tanto amaba dijera que era un malentendido.
–Fue algo que no busqué, identifiqué la tentación desde hace algún tiempo y luché contra ella pero aun así se dio –explicó él.
– ¿Cómo es ella? ¿Hermosa? ¿Joven? ¿Con muchas cualidades?
–Es una chica joven y bonita, en realidad no la conozco tanto. –ErdoSü estaba dispuesto a contestar cada pregunta de Cloe.
– ¿Estás enamorado?
–No –respondió él con seguridad.
– ¿Arrepentido?
–Estoy confundido –admitió
– ¿Quieres divorciarte?
La respuesta de ErdoSü fue inesperada.
–Mis hijos y tú son lo más valioso para mí. Lo que hemos construido es increíble, un regalo. Sin embargo tengo la cabeza revuelta. Ojalá pudiera pulsar un botón y poner en pausa temporal nuestra maravillosa vida para analizar lo que experimenté.
Lo que escuchó rompió el corazón de Cloe y balbuceó con voz entrecortada.
– ¡Quieres ponernos en pausa mientras disfrutas tu aventura con esa mujer!
Ese no era ErdoSü, su ErdoSü. Salió de la casa y caminó sin rumbo. Hacía frío y al advertir que había pasado un tiempo intentó regresar y llegó a un lindo parque de la zona residencial. Era tarde, quizá medianoche. Se tumbó en el césped bajo un árbol y lloró a mares.
Cuando Cloe se fue, Rosario entró a la sala con una expresión que ErdoSü no conocía.
– ¿Has perdido la cordura? Te estás comportando como un imbécil –la señora quería proferir los insultos que se agolpaban en su boca pero no podía.
ErdoSü jamás había recibido ese trato de su madre.
–Mamá, te ruego que no te involucres en esta situación.
Rosario le dio una fuerte bofetada. Era la primera vez que hacía algo así.
–Nunca recibiste un mal ejemplo de tu padre, si estuviera vivo moriría de nuevo al enterarse de esto. Me avergüenzo de mi único hijo.
La mujer puso la tableta en sus manos y ejecutó el video. Al término de éste le extendió los zapatitos amarillos junto con la foto del ultrasonido y se marchó a buscar a Cloe.
Rosario buscó a su nuera por todos lados sin éxito, repetía su nombre con voz firme pero tratando de no gritar porque era tarde y no quería llamar la atención o importunar. Vio las luces encendidas en la casa de Bree y Rahui y tocó el timbre.
–Por favor ayúdenme a encontrar a encontrar a Cloe –pidió a ambos y les contó lo sucedido incluyendo lo del embarazo.
Rahui quiso tomar la mano de su esposa pero ésta se soltó molesta.