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Las comisuras de su boca se crisparon suavemente cuando el sonido atravesó los audífonos inundando sus oídos, el bajo era vibrante y repetitivo cuando en algún punto la voz suave y apenas aguda de un hombre se unía para crear la tonada, una canción que narraba la historia de un temerario abandono, de la dulce disposición a corresponder un sentimiento. JiMin sonrió cómplice cuando una segunda voz se unió en el estribillo dando más fuerza a la melodía, el pelinaranja, víctima del cansancio, apretó los parpados tras sus gafas antes de que sus ojos volaran a la parte inferior de la pantalla de la laptop, frunció el ceño y bostezó ampliamente al ver que pronto amanecería. Tenía que entregar el avance de su tesis en unas horas y lo poco que había logrado no le convenció demasiado.
“Uh, esto está bien”.
Sonrió, olvidando un instante la amenazante somnolencia bajo la tenue luz de la lamparita ámbar en el escritorio y sus labios delinearon las palabras de la siguiente canción en la lista que había elegido. Empujó la silla giratoria levemente alejándose apenas del escritorio para estirar las piernas a la par que echaba la cabeza hacia atrás, intentando destensar los rígidos músculos del cuello producto de haber permanecido sentado en la misma posición por demasiado tiempo.
Hace poco menos de un mes había aparecido aquella nueva aplicación. Y fue para JiMin quizá la cosa más revolucionaria y el mejor invento de la historia, podía tener toda la música que quisiese sin el daño colateral que una descarga implicaba, cosas como virus, perdidas de información y tener que limpiar constantemente su escritorio porque era típico de él olvidar qué canciones descargaba, entonces cada vez que abría la laptop se encontraba palabras como “mznhp. mp3” y al reproducirla descubría que era la quinta vez que descarga la misma canción. Dios, no sabía si era tan molesto obtener música o si solo era él siendo estúpido, así que cuando su mejor amigo le explicó cómo funcionaba, JiMin tuvo que intentarlo. Era como una especie de nube virtual, personas se creaban cuentas y subían sus propias listas de reproducción, incluyendo artistas, ayudaba a ampliar enormemente tus horizontes musicales y a descubrir talentos que quizá de otra forma, habrían pasado desapercibidos.
El mensaje llegó una tarde, “escucha esto, creo que va a gustarte” había escrito TaeHyung, adjuntando una lista de reproducción. JiMin se encogió de hombros y colocó rápidamente sus audífonos mientras caminaba perdiéndose en los pasillos de la biblioteca.
Después de un par de horas, JiMin anhelaba saber quién era la persona que había creado aquella lista, entró al perfil y fue incapaz de contener la sonrisa de emoción cuando notó que el extraño tenía un par más de listas que habían sido creadas hace solo unos días. JiMin retiró unos libros y corrió a casa tan rápido como pudo solo para arrebujarse en el sofá mientras transcribía información al ritmo de lo que sus audífonos estuviesen dispuestos a reproducir.
Era como encontrar esa fascinante canción que has escuchado únicamente una vez y de la cual no conoces el título.
Después de casi seis horas únicamente escuchando música, había pasado de forma – para nada- casual, por el perfil del joven, revisándolo concienzudamente. Nada extremo, pero le emocionaba de sobremanera encontrar a una persona con gustos muy similares a los suyos.
“¿Quién eres?” Susurró interesado mientras sus ojos veían fijamente la pequeña fotografía.
“D-Boy.”
Los ojos café se habían visto atraídos de inmediato a las singulares hebras verde menta que el muchacho portaba en la pequeña imagen y a la diminuta perforación que lucía con seriedad en la esquina de su labio inferior, era pálido y de facciones suaves, el cuello redondo de la camiseta blanca dejaba ver algo de su piel de alabastro y JiMin admiró parte de lo que supuso sería un tatuaje en una de las huesudas clavículas. Le pareció… atractivo, algo rudo quizá, pero lo cierto era que no había forma alguna de saber si ese era el verdadero “D-Boy”, bien podría tratarse de una imagen falsa, así que sin más el pelinaranja lo dejó pasar, olvidando el asunto y concentrándose en lo poco que tenía del extraño tras la pantalla.
Música.
Eso era todo.
No tenía muchas reproducciones y JiMin no era capaz de entender por qué. Así, las noches de hallo con TaeHyung y las constantes salidas nocturnas a los pubs se vieron remplazadas con envidiable rapidez por la tranquilidad del sofá, la laptop y los mejores audífonos que había podido conseguir con sus ahorros. Se graduaría pronto y si bien la soledad era agradable, a veces le gustaba soñar que conocía a ese extraño con quien sentía, compartía una inexplicable conexión. Necesitaba únicamente presionar un botón para que aquel estremecimiento en su bajo vientre producto de la emoción le hiciera sonreír como nunca antes había sonreído. No entendía muy bien que le ocurría, pero comenzaba incluso a imaginar cómo sería acariciar esa melena verde menta o acercar sus labios deliberadamente a esa perforación metálica en la boca contraria, le hubiese gustado hablar con “Chico D”, pero la aplicación no hacía posible alguna forma de contacto entre ambos, así que no es como si JiMin tuviese muchas opciones. Lo único que quedaba para él al final del día, era arrojarse sobre el mullido colchón antes de suspirar profundamente, con sus oídos pidiendo un poco más alto por la siguiente canción.