Todos aquellos quienes nos hemos dado la oportunidad de vivir hemos conocido la luz, la bondad ,la alegría que da el inicio fundamental de toda búsqueda o experiencia humana, hemos encontrado en nuestra justificación de existencia, como fuerza de vida ante la adversidad y disputa constante contra aquello que nos daña, nuestras luchas entonces se convierten en una búsqueda de que la luz prevalezca, y que todos aquellos que cerca de nosotros se encuentren irradien esa aurora de bondad sin fin, ya que como todo lo que consideramos valioso empieza a volverse un símbolo de poderío, por ello lo ambicionamos más allá de la necesidad, aquella luz empieza a teñirse de varios colores, como la codicia o la simple realidad de sobre valorar tu propia felicidad ante la del prójimo , hemos ahora de ver la felicidad como el producto empacado que se vende para conseguir en si llenar un deseos insaciable.
Pero mas allá de las vertientes que existen, en las que aquello que la alegría o luz puede convertirse , que podemos hablar de su contraparte directa, la oscuridad o la tristeza ese ser que alimentamos hasta volverlo un tulpa tan grande como más alimentemos, empezando desde ese golpe en el estómago tan característico de la vida en su competencia formal , hasta aquella hemorragia interna que no logras parar y te detiene volviéndote una versión hueca de ti mismo, infortunio de quien caen en ella puesto que en un acto de valentía vaga de su cuerpo salen largas espinas que alejan a todo aquel que intenta intervenir, convirtiéndote en un capullo de miseria donde tú mismo eres víctima y verdugo.
Teniendo la luz en exceso como una codicia y la oscuridad como la autodestrucción, como se pueden subsanar estas condiciones humanas.
La depresión nos ataca desde cualquier punto de nuestro cardinal emocional ,y de esta forma nos golpea con tal potencia que nos hunde presurosa dentro de nuestro propio ser cuyo reflejo en el espejo únicamente muestra el demonio del tú, aquel ser que te llena de asco , solo vez a tu versión decrepita en su auto proceso de degradación con la piel expuesta ante la sal y agujas enormes que salen de tu cuerpo alejándote de los demás con la excusa autocompasiva de no querer lastimas a quienes tenemos cerca, pero la luz es parte inherente de la constante oscuridad, eso quiere decir que en la depresión se encuentra luz, o es un medio para ello. Que guerrero será el elegido para combatir a un demonio, aquel que en su vida a sufrido pena alguna o el guerrero que habiendo sufrido las heridas se levanta y continua. La depresión entonces es una etapa de herida psicológica cuya cura únicamente se presenta bajo nuestra propia fuerza y cuyo bálsamo no se encuentra dentro del kit de primeros auxilios en forma de venda sin no en el apoyo recibido durante el tratamiento de nuestra herida, el corte de una espada puede curar sola sin ningún tratamiento ya que nuestro cuerpo tiene el mecanismo de reconstrucción necesario para efectuar esto, y si colocamos vendajes damos facilidades al cuerpo para que esta cauterice con mayor rapidez.
Las heridas psicológicas son distintas no es necesaria una filosa espada o un hacha de piedra, hasta el silencio es capaz de hacer mella en nuestra psique, por ello al ser tan vulnerables necesitamos crear defensas para superar estas lesionadas, y es donde la depresión inhala por primera vez, dando ese primer impacto contra su víctima. Utilizando nuestra piel como ejemplo acabamos de recibir el primer corte, ahora queda de nosotros cuidar esa herida para que no se complique, pero que pasa si rápidamente somos abatidos nuevamente no por una si no por 10 heridas similares, nuestra piel ahora lacerada en distintas porciones necesita reposo un lugar seguro donde curar y evitar ser lastimados, es ahora donde suenan las 12 y la depresión quita su mascara dejando ante nosotros su rostro ofreciendo refugio para nuestras heridas. Una vez dentro de ello somos atendidos estamos ahora dentro de nosotros mismo, buscamos aislarnos para sobrevivir, pero es aquí donde el intervalo de tiempo deja de ser el adecuado y las heridas que debían cerrar con reposo empiezan a dejar un olor pútrido, la herida necesita aire para curar el oxigeno de la misma vida que la golpeo, pero el dolor nos impide que se levante de la cama, tiene miedo de ser herido nuevamente ,” mejor mal conocido que nuevo mal afirman “y antes que salir prefieres recurrir a los placebos , excesos y comportamientos sin sentido o con justificación aparente pero bajo tu ropaje sigue la herida cada vez más necrótica y purulenta . En este punto ya algunos lo llaman “oscuridad” sin saber que apenas son las 12 pm y la puesta de sol aun esta lejana a llegar.
Demos el final deseado el más fácil o mejor dicho el objetivo deseado al final del trayecto de una historia de superación, aquellas heridas una vez en ese lugar tranquilo donde creemos estar protegidos no es un lugar para resguardarnos eternamente como si de un campo de cuarentena se tratase , no es mas que la pausa, el impulso antes de saltar nuevamente , el respiro para sobrellevar el dolor de nuestra lesión y dejando entrar en nuestro auxilio personas que no son las encargadas de tirarnos fuera de la habitación si no de animarnos a alzarnos de nuevo, ya que si estas nos empujan sobre nuestra voluntad caeremos a la dependencia de ellos para salir y levantarnos cada vez que seamos heridos, ahora es donde la piel saldrá a la luz nuevamente abandonara su refugio colocándole nuevamente la mascara victoriana a la depresión y despidiéndola no como un enemigo si no como una parte necesaria del crecimiento.
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Editado: 22.07.2019