Ivan y Kirill me ayudaron con las cosas que estaba moviendo a la nueva casa. Mi padre me había legado un complejo de ocho casas, tres de ellas cercanas, con todos los terrenos colindantes alrededor, era una excelente zona para hacerla mi residencia, su ubicación solo era conocida por mi hermana y ahora por los chicos.
Tenía planes para unas entretenidas reestructuraciones.
—Sasha —Kirill me sacó de mis pensamientos— ¿estás seguro que quieres estar solo?
—Si, estaré bien, vayan acomodarse a sus nuevos lugares, nos vemos mañana.
Los dos asintieron y se fueron. Hoy más temprano, les entregué una propiedad a cada uno, estaban cerca de aquí, serían las únicas, además de la mía, que estarían habitadas, así todos nos cuidaríamos las espaldas, pero mantendríamos nuestra privacidad.
El más agradecido era Ivan.
Coloqué mis cosas en la habitación principal, la casa estaba prácticamente vacía, pero me haría cargo después. Salí al balcón del dormitorio, y la vista era impresionante. Toda la ciudad se veía desde ahí. Decidí ir a tomar aire fresco, pero antes de salir, pasé por un six pack de cerveza, que se habían encargado más temprano de abastecerme.
Atravesé uno de los terrenos, y brinqué un muro para llegar al mirador que había visto. Vislumbré un frondoso árbol, que me pareció lo bastante cómodo para tomarme un respiro.
Cuando me estaba acercando, una extraña sensación me invadió y me hizo detenerme un momento. Sentí una especie de electricidad correr por mis venas y caminar por mi columna, fueron como dos segundos, pero bastante intensos.
Continué con mi camino, y a unos pasos del árbol, escuché unos suaves sollozos, me acerqué un poco más, y vi una chica sentada en el suelo, abrazando sus rodillas.
La imagen me provocó una punzada tan fuerte en el pecho, y sentí un momento de déjà vu, un reconocimiento del pasado, pero el recuerdo se me escapó.
—Estas en mi lugar, niña —dije, porque, ¿qué más podía decir? Creí que el lugar estaba solo, y lo último que necesitaba en este momento, es una niña llorona.
Además, en realidad era mi lugar, esto todavía era mi propiedad.
Ella giró su cabeza con rapidez en dirección a mi voz, su mirada se fue elevando a través de mi cuerpo, hasta que llegó a mi rostro.
Y casi me quedo sin aire.
No podía ver claramente, porque estaba algo oscuro en esta parte, pero vislumbraba un pequeño rostro en forma de corazón, sonrojado, su cabello rizado se veía demasiado salvaje y sexy, como si lo hubiera ahuecado después de follar, pero sus ojos… fue como un puñetazo en el estómago cuando sus ojos me atraparon unos segundos, o quizás minutos.
No eran unos ojos excepcionales, el color era muy hermoso, eso es cierto, tenía los ojos color miel fundida, estaban rojos, llorosos y sin parpadear, pero debajo de la sorpresa, lo vi, había algo afín a mi dentro de esos ojos, algo me estaba llamando, tenía la percepción de haber visto esta escena antes.
Una sensación extraña, como si estuviera cayendo, me hizo recordar las rosas de color rosado.
Y eso me molestaba por alguna razón.
—Si bueno, no hay un letrero con tu nombre aquí, así que… —dijo, con un tono de voz forzado, haciéndose la valiente.
No pude evitar resoplar por eso. La pequeña mierda tenía bolas. Claro, no me conocía, pero era algo extraño escuchar a alguien dirigirse a mí, en ese tono lleno de desdén.
Estaba toda llorosa y desaliñada, pero aun así se tomó la molestia de defenderse. Decidiendo que no tenía nada que perder, me senté a un costado de ella. Lo que a la princesa no le gustó, y a mí me hizo gracia su molestia.
—¡Oye! —su mirada tenía ira fingida, era bastante divertida. —Estoy en un viaje de autocompasión aquí amigo y no necesito… —Le mostré una lata de cerveza y sonreí con diversión, esperando.
Estábamos tan cerca, que podía oler su aroma, vainilla y algo dulce, como azúcar derretida.
Me arrebató la lata de la mano, y una vez que bebió, sus labios se elevaron un poco.
—Gracias, lo necesitaba.
—Si, eso era obvio.
Nos quedamos en silencio por algún rato, y de alguna manera, no estaba incomodo, de hecho, debo admitir, que era todo lo contrario, y dado que es una situación de lo más irreal, me dio antojo de escuchar su voz. —¿Qué estás haciendo aquí?
—Oye, agradezco el alcohol, pero la compañía no es necesaria, así que metete en tus asuntos, a menos claro que quieras compartir tus motivaciones para consumir alcohol un lunes por la noche, ¿quieres desahogarte con una desconocida? —Esta mujer estaba demasiado a la defensiva, era algo divertido, solo me le quedé viendo, esperando—. Si adelante, cuéntame tus oscuros secretos.
Como si yo fuera a contarle algo sobre mí. —No hay una jodida razón para decirte ni mi nombre.
—Eso está bien, no es tu nombre el que me interesa —respondió.
—¿Oh? ¿Así que te intereso?
—Solo tu cerveza.
Se me escapó otra risa, todo el asunto era irrisible. —Y yo aquí creyendo que fue mi atractivo rostro.
—Bueno, no fue tu personalidad.
—No conoces mi personalidad
—Exacto.
De nuevo me tenía sonriendo, mi noche estaba siendo mejor que como lo imaginé. —¿Qué haces por aquí ricitos? Es muy peligroso andar sola en lugares oscuros y decadentes.
—¿Ricitos? Que original. ¿No pudiste imaginar algo más creativo?
Para ser honesto, el sobrenombre solo salió, fue más bien, involuntario, pero algo quiso retumbar en mi memoria. —Pensé en Chucks, pero, ricitos te queda mejor. —Tomé un rizo y lo jalé, estirándolo, lo solté y volvió a su forma original—. Por ahora.
—Lo que sea, además este lugar puede que este oscuro, pero está en una zona opulenta, no dudo que aparezca algún guardia de seguridad en cualquier momento, —pausó y sonrió con travesura—, ¿eres un guardia de seguridad?