Estaba en la cafetería cuando la volví a ver. Esto me estaba gustando. Me gustaba verla, me gustaba encontrarla. Desde este lugar, pude apreciarla mejor. Ella usaba el uniforme sin ninguna modificación, y no usaba zapatos altos, como estaba acostumbrado a ver. Aunque me encantaban las chicas en tacones, esos sencillos zapatos en ella, le sentaban bien.
Se quedó de pie, buscando mesa supongo. Mi instinto se hizo cargo, y con una mirada alrededor, me di cuenta que Ricitos estaba robando demasiadas miradas masculinas.
Mierda. Claro que iba a llamar la atención, es preciosa.
Y era la carne nueva en una manada de cachondos bastardos.
Antes de que pudiera enloquecer un poco más, Charlie Newman y su sequito de idiotas, se pusieron frente a ella. Sentí mi cuerpo endurecerse mientras me ponía en alerta. Ese sucio gusano.
Algo le dijo a Lenna, porque vi como su cuerpo se tensó de inmediato, y sus ojos, esa miel derretida me mostró algo, que solo años de entrenamiento me dejaron vislumbrar.
Vi como su mirada se transformó de repulsión hacia Charlie, a un frio y calculador análisis. La vi prepararse, ponerse una máscara.
Un segundo después, sentí mi boca abrirse y mis ojos ampliarse, cuando Lenna movió con extrema sensualidad su cuerpo, y se acercó a él. Eso mató mi excitación, sobre todo porque lo siguiente que hizo, después de sonreír con pecado, fue tocar con su sexy dedo el asqueroso pecho del bastardo. Y mientras su dedo iba bajando, mi ira iba en aumento.
No podía entenderlo, solo estaba sintiendo, sin control. Algo me decía que no era real, pero lo ignoraba porque la rabia de verla tocarlo se apoderaba de mí.
Estaba ignorando toda lógica, y lo sabía.
Tal vez a ella le gustaba ser tratada de esa manera, o quizás le gustaba Newman. A un segundo de que mi cerebro explotara, ella hizo algo que jamás hubiese imaginado.
Agarró a Newman… de las pelotas.
Escuché los murmullos y expresiones de dolor alrededor, incluso un “mierda” de Kirill. Todos en la cafetería estábamos atentos al espectáculo.
Y por cómo se retorcía, lloraba y gritaba, parecía que Lenna le apretó duro. Después, ella fingió una expresión preocupada, como si lamentara haberle lastimado demasiado, e hizo ademán de limpiarse la mano.
—Jesús, eso fue muy excitante —dijo Kirill.
Quería golpearlo, pero mierda, lo fue.
Y la chica que ha invadido mis pensamientos, dio un épico final.
—No pensé que te estaba haciendo daño, no sentí nada —dijo con voz muy alta.
Toda la cafetería resonó con cargadas. Algo parecido al orgullo me invadió. Mi nena sabe defenderse.
Mierda. ¿De dónde carajo salió eso?
Lo ignoré, porque, en ese momento, Lenna se movió, y mis ojos y mis pensamientos, la siguieron, hasta que Ashley se colgó de mí, embarrándose como siempre. Parecía que ya tenía rato hablándome y siendo ignorada por mí, porque Ashley soltó un chillido muy agudo y desesperado para llamar mi atención, que me hizo perder la concentración.
—Ali, querido, ¡escúchame! —exigió ella, mientras me jalaba el brazo.
Iba a voltearme, si no fuera porque Lenna giró su cabeza justo en mi dirección. Sus ojos corrieron sobre Ashley pegada a mí. Su cara se llenó de rojo. No estaba sonrojada, estaba furiosa.
Corrección, Ricitos estaba celosa.
No había duda de que ella sentía algo, me quería. No pude evitar la estúpida sonrisa que se me formó.
No era el único intenso en esto.
Eso hasta que sus ojos conectaron con los míos. Sus iris de miel en un segundo se volvieron tristes, tan tristes que comenzaron a lagrimear. ¿Qué mierda estaba pasado?
Una jodida punzada me apuñaló en el pecho, pase de estar casi eufórico a sentirme el bastardo más desgraciado del planeta. Y me sentí culpable por su inesperada tristeza.
No le quité la vista de encima, hasta que ya no alcanzaba a mirarla. Quería ir tras ella, pero incluso sin conocerla a la perfección, sabía que no era prudente, no en este instante.
Ashley seguía tocándome, queriendo llamar la atención. Es el problema de tener una follada frecuente, por más que aclaras que no hay una relación, en su mente ya nos ven con la cerca blanca, casados y con tres hijos y dos mascotas. Soy tolerante, porque uno de los atributos de Ashley, es que siempre está disponible cuando estoy caliente. Pero en ese momento, sentía algo, y no era paciencia.
—¿Ashley?
—¿Si Ali bebe? —me miró debajo de sus pestañas, y contestó con esa falsa voz chillante.
—Joder, deja de ser tan empalagosa, y dime, ¿qué mierda te ha dado derecho a usar sobrenombres para mí? Ni siquiera sé porque estas tocándome, lárgate.
—Vas a querer que te toque Aleksander —gritó furiosa, pero de inmediato se recompuso, y puso sus manos sobre mi pecho—. Es por la nueva, ¿verdad? No le has quitado la mirada desde el primer periodo…
Acerqué mi boca a su oído, para que nadie además de ella me escuchara. —Puedo responder a eso e insultarte de mil maneras Ashley, pero no lo haré, por todas las veces que me dejaste doblarte para quitarme la picazón, pero esto se terminó, una palabra más tuya y no me detendré, actúa con inteligencia.