Pneuma

CAPÍTULO SEIS (Parte uno)

Mi rebosante energía estaba siendo obligada a contenerse, por mi hermana mayor. Tuvimos una inesperada videollamada para definir los puntos de la instrucción y el objetivo, en Rusia.

Me había despertado temprano, casi no había dormido, porque Tanya me envió la información que le pedí a medianoche. Pasé horas absorbiendo el mismo y limitado contenido del archivo, la gran mayoría era de la administración escolar y no era mucho, la enana dijo que llevaba horas buscando, pero no logró encontrar más, el archivo que constaba de dos hojas, tenía su dirección, su tutora legal Lorelei Andrews, supongo que es su madre, y su historial académico. La chica era lista. Tanya agregó la contraseña de su casillero y las nuevas clases optativas a las que se inscribió el primer día de clases. Y esto era una sorpresa.

Otra coincidencia.

Ella se inscribió en MMA, la clase de la que me hago cargo. No tenía ni un mes desde que había visto a esa chica, y las coincidencias eran demasiado, como para ser solo eso.

Dejé el tema por el momento, no puedo hacer nada hasta que muestre lo que quiere.

Después de dormir dos horas, ya estaba de pie y listo para ir a la escuela, porque no me importaba si la chica era una trampa, quería verla, no sé si me volvía un coño o solo patético. No importaba. Cuando aparqué en el estacionamiento de la escuela, su barbie móvil ya estaba ahí.

Ella ya había llegado.

Mis pasos eran apresurados, para dirigirme a la clase.

—¿Por qué la prisa Sasha? —preguntó Kirill, quien había venido en su auto detrás de mí, pero olvide esperarlo en mi prisa por llegar al aula.

—La clase ya va a comenzar —contesté, estaba lleno de mierda, y ellos lo sabían.

Ivan, que había llegado primero por la ventaja de su motocicleta, se unió a nuestro paso, y ocultó una sonrisa, pero pude ver el inicio de ella por la orilla de mi vista.

Cuando por fin llegué, mis ojos la buscaron, y la encontré de inmediato. Ella levantó su rostro y sentí que mi respiración se estabilizaba, como si verla fuera un calmante. Solo que, un segundo después, mientras caminaba sin dejar de verla, noté que algo estaba mal. Su rostro estaba muy rojo, su color era algo pálido y tenía bolsas oscuras alrededor de sus ojos.

Tuve que obligarme a sentarme, y tuve que obligarme a un más, a dejar de verla tan directo. Lo lograba, a momentos.

Estas sensaciones iban a enloquecerme.

La clase terminó antes de que me diera cuenta, y esperé un momento, creyendo que correría como lo había hecho antes, pero estaba demorándose a propósito. No quería hablar conmigo, lo sabía porque evitaba el contacto visual. Me levanté y salí del aula.

Busqué su horario y revisé su siguiente clase. Me fui para esperarla en el pasillo del aula vacía.

No mucho tiempo después, la vi. Ella venia caminando, pero no lo hacía de forma natural. Algo estaba mal, lo sentía.

Jalé su brazo y cubrí su boca con mi mano. La recargué contra la pared, y esperé unos segundos por su sarcástica respuesta a mi abrupto. Pero no llegó. Su rostro se mantenía hacia abajo, y había tensión en su cuerpo.

Tomé su barbilla, para descubrir su mirada. No esperaba encontrarme con sus ojos húmedos.

Mierda. ¿La lastimé? No, no pude haberla lastimado, el impacto fue demasiado suave para conseguir dolor.

—Ricitos, sé que algo está pasando, lo noté cuando te vi, así que, ¿qué te ocurre? —pregunté con gentileza, mi instinto me decía que no era momento de algo burlesco.

—Nada, estoy bien, vamos a clase. —Dio un paso para irse, pero se tambaleó, mis brazos en automático la sostuvieron, y la volví a colocar contra la pared enderezándola.

Y luego ella, gimió. El sonido me causó horribles escalofríos. Su gemido fue de dolor, su rostro se distorsionó mientras enrojecía, su respiración estaba entrecortada.

Algo estaba muy, muy mal.

Por instinto, levanté un poco su camisa del uniforme y… mis ojos se llenaron de rojo. Una parte de su torso, estaba envuelta en vendas, pero todo lo demás, estaba cubierto de horripilantes manchas purpuras.

Las marcas rojas en su cuello que había visto pasaron por mis ojos. Alguien la había lastimando.

Iba a matarlo, a quien fuera que se hubiera atrevido. Joder, los mataría a todos.

Hice un llamado heroico a mi autocontrol. Prioridades, ella necesitaba atención médica.

Tenía que sacarla de aquí.

Tecleé un mensaje a Tatiana, pidiendo que despejara toda el área para salir a mi auto, le di dos minutos. Tecleé otro para pedirle al doctor de guardia que fuera de inmediato a mi casa. Ese doctor, resultaba ser mi tío, hermano de mi madre, y aunque no tenía nada que ver con el mundo al que yo pertenecía, confiaba en él, tanto como lo hacía con Ivan o Kirill, y tecleé uno más para ellos, avisando que me largaba.

Tomé con toda la delicadeza que pude, el lastimado cuerpo de Lenna, y la cargué en brazos.

—¿Qué estás haciendo? Suéltame, nos van a ver —replicó.

—No lo harán —contesté para tranquilizarla, o tranquilizarme a mí.

La subí al Jeep, y solté una maldición cuando no pude inclinar más el asiento, para que ella estuviera cómoda.

Cuando terminé de instalarla, miré su rostro. Sus mejillas estaban muy rojas, toqué una de ellas con mis nudillos, moviendo uno de sus rizos, y mi palma conectó por completo con su rostro.

Mierda, sus mejillas no solo estaban rojas.

—Por dios ricitos, estas ardiendo.

—Hmm, también tu —murmuró.

Tan linda. —También eso, pero tienes fiebre nena.

Una vez que estábamos en el camino, su voz me alejó de los pensamientos de ira que se estaban acumulando.

—¿A dónde me llevas, chico de la colina? Hace calor aquí.

—Estarás a salvo.

Tomé su mano para reconfórtala.

Tal vez también para reconfortarme a mí, pero lo que dije era cierto, iba a cuidarla, y después, iba a vengarla




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.