Cuando llegamos a la cafetería, de inmediato la sentí. Sabía que estaba aquí. Esa sensación eléctrica en mi columna solo ocurría cuando ella estaba cerca. Entonces escuché a Tanya llamarme y fue cuando la vi. Sus grandes ojos parecían alarmados y un poco excitados. Cuando llegué a su mesa, me senté justo frente a ella.
Había algo en su incomodidad y nerviosismo, en sus preciosas mejillas ruborizadas, que… me gustaba.
Su cabeza esta baja, mirando con intensidad la pizza frente a ella, y entonces Kirill le robó una rebanada, lo que hubiera soportado, un poco, si no fuera por lo que dijo.
—Delicioso, mi clase de chica. —Y le guiño un ojo. Era mi chica. Así que fue inevitable darle un golpe en la nuca. El volteó a verme, sobándose el golpe. —Sasha, que mierda, solo tenía hambre.
—Busca tu propia maldita comida —le gruñí.
Sentí las miradas de todos, no es que me hubiera importado. Solo tenía interés en los ojos de miel frente a mí, que estaban, viéndome con enojo. Porque, no lo sabía. No podría ser por el manotazo, o quizás le gustaba Kirill. Eso hizo despertar mi ira, pero antes de que se elevara, recordé que ella no le ha dado más de un vistazo.
Lenna regresó a su comida, ignorándome. Traté de llamar su atención por debajo de la mesa, pero continuaba evadiéndome. Lo hice más persistente, hasta que por fin levantó sus preciosos ojos para verme. Estaba enfurruñada, y eso también era lindo.
A la mierda, todo era lindo en ella.
—Niños por favor, —dice Tatiana—, la van asustar.
Eso me divirtió tanto que solté una risita. Esa nena de cabello rizado no se asustaba con cualquier cosa.
—Entonces —continuó Tatiana—, estaba diciéndole a mi nueva amiga Lenna, sobre la fiesta de esta noche. Lenna, ese gruñón que está ahí es mi primo Aleksander, llámalo asi, no uses ningún diminutivo o apodo por que se molesta.
Oh joder. Gracias Tatiana, ahora ella sabrá que soy un lunático. Momento, ¿de qué fiesta habla?
—Ese ladrón de comida, es mi primo Kirill, la próxima vez cubre tu plato antes de que se acerque, y esa montaña de ahí es mi… es, es Ivan, él… —las mejillas de la enana se ruborizaron—, es, solo, Ivan el serio, Ivan el terror, Ivan el…
—Tanya —gruñí, si no la interrumpo, su hoyo será demasiado profundo.
—Solo Ivan —su sonrisa ocultaba su nerviosismo—. Niños, ella es mi nueva amiga Lenna. Entonces… ¿paso por ti o qué?
Los ojos de Lenna se abrieron solo un poco más de lo normal, fue casi imperceptible, no para mí. —Gracias por la invitación, pero no puedo. —La culpa le llenó todo el rostro, ella no quería lastimar los sentimientos de Tatiana—. Quizá, ¿en otra ocasión?
Pero Tatiana era una negociadora, y ella estaba demasiado emocionada por esto. —Bien, pero entonces tendremos que hacer una cita para ir de compras, quizás una cita para el spa, o la manicure. —Tanya empezó a dar saltitos sin levantarse del asiento—. ¡¿Qué tal una pijamada después de ir de compras?!
La sonrisa cortes de Lenna no ocultaba el miedo y pánico por el evento, no a mí, pero a pesar de su reticencia, aceptó. —Claro.
Eso es, mi Lenna es una dulce, dulce chica.
Cuando Ricitos por fin le dio un bocado a su comida, hizo un involuntario sonido que me puso empalmado en un segundo. Joder, este es un nuevo nivel de perversión para mí, me acabo de excitar viéndola comer. Cuando su lengua salió para chupar sus labios, sentí ese movimiento como una caricia, mi cuerpo estaba endurecido por completo, luchando por no levantarse y consumirla.
Sus ojos me encontraron, y quedamos conectados.
Mía, mía, mía.
Tatiana interrumpe nuestro encuentro de miradas, preguntándole a Lenna sobre su próxima clase. Salgo del nivel de estupor, y siento una ligera sonrisa ladeada escaparse de mis labios.
Porque sé a la perfección cuál es su próxima clase.
—Tengo una clase de MMA. No tengo idea de que es, quería Krav Maga, pero di un clic equivocado. Si no me gusta, ¿puedo cambiarme?
Jodidas gracias por eso. ¿Un clic equivocado? Es como si el bendito destino estuviera de mi parte.
—No, la plataforma ya está cerrada y la directora es muy hermética para intercambiar las optativas, alguna mierda sobre disciplina y compromiso —contesté lleno de mentiras.
—Oh bueno, espero que no esté tan duro.
Killian escupió una carcajada. —Chica, puedes creerme, estará bastante duro. —Y se volvió a carcajear. El idiota.
Pero al final no importa, porque ella va a ser mía.
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Tenía mucha energía al comenzar la clase, los chicos solo me veían de reojo, pero no decían nada para no alterar mi humor.
Cuando se llegó la hora, los tres fuimos a encontrarnos con los demás en el aula. Nada nuevo, eran mujeres que solo venían a una clase, una vez que obtuvieran al que querían, no volverían. Igual que cada maldito año. Los demás días quedábamos solos y los usábamos para entrenar.