Pneuma

CAPÍTULO NUEVE (Parte tres)

Ella vestía su uniforme deportivo como un guante. Las curvas de su cuerpo se mostraban mejor, su cabello estaba recogido y su rostro se veía más juvenil, con más luz.

Tragué saliva, fuerte.

Ella solo llevaba el maldito uniforme y yo estaba a punto de correrme en mi pantalón.

—Muy, muy duro, duro —susurró Kirill, sofocándose una risa.

Escuché un ruido, parecido a un resoplido proveniente de Ivan.

—Oh, jódanse los dos —escupí. Aunque sus risas siguieron hasta que nos acercamos por completo al grupo de mujeres. Pensé con rapidez en la instrucción de mañana para bajar mi libido. Funcionó en un segundo.

Me coloqué frente a Lenna, y vi el momento exacto en que una chica la empujó para sacarla del camino, la detuve antes de que cayera. Mis ojos fulminaron a la chica detrás de ella, y una vez que se hizo hacia atrás, me posicioné en un lugar más céntrico.

Casi.

Bien, estaba enfrente de ella.

—Todas aquellas que no tengan puestos zapatos deportivos, largo y no regresen. —Esperé a que la mayoría se largaran y continué—. El día de hoy serán evaluados para distinguir su nivel y después serán pasados a un entrenador. Formen tres filas.

Una fila se formó detrás de Lenna y yo me quedé en la misma posición frente a ella. Ivan y Kirill tomaron una fila cada uno y las alejaron para comenzar el proceso de selección de nivel.

Jamás había ningún nivel, las chicas solo querían follarse a alguno de los tres, pero era el protocolo. 

Mis ojos se concentraron en Ricitos, y levanté un dedo para señalarle que se acercara. Su obediencia fue instantánea, y tomó todo de mí, sacar la imagen de verla gateando para llegar… a mí.

Pensé de nuevo en la instrucción, nada como estar cerca de la muerte para perder la excitación.

—Y bueno Ricitos, ¿sabes algo de… autodefensa? —pregunté.

Ella se encogió de hombros. —Un poco.

—Ah, ¿sí? Bien, intenta derribarme.

Ella dio una vuelta a mi alrededor, estaba divertido por ello, pero luego noté que ella no solo estaba girando, ella estaba observándome. Entonces, cuando llegó frente a mí, su rostro y su cuerpo cambiaron, estaba seria, concentrada, y yo estaba… interesado, por completo interesado.

Pensé que quizás si sabría algo, pero entonces fue muy obvio su movimiento, levantó su puño para golpearme en el rostro. Todo lo que tenía que hacer fue moverme un poco hacia atrás y lo evité, pero, una locura pasó.

Antes de que parpadeara, ella se dejó caer, golpeó la parte trasera de la pierna que sostenía mi peso, y me hizo perder el equilibrio, cayéndome.

Estaba extasiado.

Esta pequeña bruja, me tenía atrapado. La había subestimado, mi confianza y orgullo me cegaron y se aprovechó de ello. Cuando ella se acercó a mí, usé su mismo movimiento para hacerla caer, encima de mí.

Un sinfín de sensaciones transcurrían entre los dos. De nuevo estaba duro, jodidamente excitado por ella, encima de mí. Dios, no quería soltarla. Su respiración estaba entrecortada, su piel erizada por mi contacto.

—¿Te pongo nerviosa Ricitos? —pregunté.

—Por supuesto que no. —Su rostro hizo un puchero, fingiendo molestia, pero en este tiempo, yo ya reconocía todo de ella—. Robaste mi técnica.

—Lamento decirte Ricitos que esa técnica existe, desde antes de que nacieras.

—Lo que sea. —Colocó sus manos en mi pecho, para acomodarse, y vi un signo de molestia. Eso mató mi erección. Ella se tumbó en una técnica mortal y aún estaba lastimada.

—¿Estas bien? —pregunté en voz baja para que solo ella pudiera escucharme—. ¿No te lastimaste?

—Estoy bien —murmuró.

Sus ojos bajaron a mis labios, su lengua salió para acariciar los suyos. Mierda, duro de nuevo. Sus mirada estaba llena de lujuria, joder, solo quería moverme un poco, rozar mi polla contra su entrada. Un poco de fricción.

—Aleksander, continuemos. —Doble mierda, perdí la noción de todos alrededor. Estaba desconcentrado por completo. Usé mi fuerza para levantarnos y les di la espalda a todos, pensando en la instrucción. Con fuerza.

Cuando Lenna se alejaba, la detuve. —Oye, Lenna.

Ella giró su cuerpo, viéndome. —¿Sí?

—Tu estarás conmigo —declaré.

Ella sabía a lo que me refería.

Lo vi.

Justo antes de darse la vuelta, sus mejillas enrojecieron, y lo más importante, la entrada a mi victoria.

Una pequeña y fantasmal sonrisa adornaba sus labios.

Joder, ¡sí!

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Aleksander: ¿De qué fiesta hablabas?

Enana: De que la pensaba hacer, si Lenna iba…

Debió haberle agradado más de lo que imaginé, si Tanya pensaba hacer una fiesta solo por ella.




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