—Eso no responde mucho.
Sus ojos me hablaban, ella tenía miedo, pero no estaba seguro que fuera de mí, creo que tenía fuertes sentimientos, igual que yo, y eso le asustaba.
—Bueno, en ese caso, estamos juntos —declaré.
—¿Juntos? Como, ¿novio, novia? —Su linda boquita hizo esa o que me encantaba.
—Si, como novio, novia —declaré. Sus mejillas se colorearon de nuevo—. Llámame como quieras nena, siempre que signifique, que soy tuyo.
Todavía estaba temerosa, pero se me acababa el tiempo. Fui con todo, y saqué la última carta que tenía, esperaba que funcionara.
—Voy a estar fuera del país, Lenna.
Y ahí estaba cualquier resquicio de duda. Inhaló profundo, dejando de respirar mientras su cuerpo dio un ligero temblor y sus manos se enroscaron en mi playera. —Respira moya Luna. —Su obediencia fue inmediata.
—Pero, las clases acaban de empezar, ¿cómo puedes irte? Además, ¿quieres que estemos juntos para dejarme?
Quiero que estemos juntos para que no me olvides y un idiota usurpe mi lugar mientras no estoy. Pero no lo dije.
Estoy obsesionado, no estúpido.
—No quiero hacerlo, pero tengo que. Solo será una semana, quiero estar todo lo que pueda contigo antes de marcharme mañana, lo intentaré, pero es muy probable que no pueda llamarte, o mensajearte. No te preocupes por lo que estamos haciendo, solo siéntelo.
—Aleks, esto no es normal, no está bien, no… no nos conocemos, no sabes como soy en verdad, no soy… no te conozco.
—Lo haces, me conoces, tanto como yo te conozco a ti.
—Ah, ¿sí? Entonces dime, cual es mi color favorito, o que comida prefiero, ¿tengo un perro? Como se llaman mis…
Mi Lenna, Jesús, ella era mía, lo sentía en mi sangre y en mi alma manchada.
—Esas son trivialidades moya Luna, te conozco en lo importante, hay algo en ti, tan similar a mí y sé que lo sientes, veo tu oscuridad Lenna, tu fuerza, tu furia, tienes esta fachada de chica inalcanzable, lo he visto, pero también veo que eres amable, considerada. —Me concentré en sus ojos de miel—. ¿Quieres trivialidades? Adoras el café con chocolate, pero por alguna razón no te permites el chocolate muy a menudo, no te dejas intimidar por nadie, ya lo he dicho, pero, en definitiva, alguien te está atormentando, sientes una adoración hacia Harry Potter, tienes algún tipo de entrenamiento, te gusta correr, y te gusto —soltó una risilla—. Te gusto mucho, ¿mmm?
Puse su frente contra la mía, a punto de derramar el riesgo. —No soy una buena persona moya Luna y nunca voy a serlo, pero jamás voy a lastimarte. Hago y haré cosas, que podrían no gustarte, pero tendrás mi lealtad, siempre estaré de tu lado, y aunque no podré decirte todo, jamás voy a mentirte.
Sus ojos comenzaron a brillar, casi humedeciéndose. —Aleksander, no lo sé…
—Lo sabes Lenna, dentro de ti, lo sabes, pregúntate esto, si no me conoces y esto no está, bien como dices, ¿por qué la noticia de mi partida te causó tal desesperación, al punto de no querer soltarme?
—Yo…
—Yo tampoco quiero soltarte nena —interrumpí.
—Aleks, yo, no podemos estar juntos Aleks, habrá ocasiones y serán la mayoría en las que no pueda verte después de la escuela, y fuera de ella debemos estar en secreto, no podré contestarte llamadas, nadie puede enterarse en mi casa, los novios ocupan tiempo y te cansaras de que no pueda dártelo.
Como si eso fuera a detenerme. —Nos veremos en la escuela, y cuando puedas después de clases, yo tampoco podré estar siempre contigo Lenna, pero lo que podamos lo haremos. ¿Esa necesidad que tienes de estar conmigo? Yo también la siento. Quiero tocarte, besarte todo el tiempo. Joder, estoy obsesionado y no me importa una mierda.
—Tengo un plan, en el momento en que cumpla dieciocho años, me iré Aleks, lo más lejos que pueda, y jamás volveré.
Mierda. Eso no lo vi venir. Tuve un ligero pánico, solo un segundo. Porque sabía que ella era mía, y su fuga tampoco me detendría.
—Veremos eso cuando suceda —dije.
—Pasará, me he estado preparando mucho tiempo, no me detendré.
—Iré a donde sea que vayas moya Luna, o puedes venir conmigo. Pero al final, estaremos juntos. —Acerqué mi rostro a su cabello—. Prepárate Lenna, porque hoy te he reclamado, y cuando regrese, todos sabrán que eres mía. —Sus ojos se entrecerraron y me corregí de inmediato. —Al menos en la escuela.
Recordé las palabras de mi abuelo, cuando nos contaba la conexión con la abuela Olga. —Lenna, lo que tú y yo tenemos, muchas personas pasan toda su vida sin siquiera mirarlo, menos vivirlo, esto entre nosotros, es fuerte, poderoso, acabará con lo que sea que se nos presente. Me niego a ir más despacio, con esto, con nosotros. Lenna, puedo morir el día de mañana y no permitiré que, en mi lecho de muerte, me carcoma el arrepentimiento de no haberlo intentado, de encontrarte y haberte dejado ir. —Podría morir, pero regresaré del infierno si es para estar con ella—. Nos iremos conociendo con el tiempo, pero lo más importante ya lo tenemos. Nos pertenecemos.