Pneuma

CAPÍTULO TRECE

—¡Sasha! —Kirill se acercó a Ivan y a mí, agitado. Parecía que había venido corriendo—. Sasha, pelea de gatas en la cafetería.

—¿Qué mierda?

—Ashley y su grupo, están enfrentando a Lenna —explicó.

Mierda. Mierda. Mierda.

Los tres nos dirigimos con rapidez a la cafetería. Cuando entramos, vimos que las personas habían dejado de hacer cualquier cosa que estuvieran haciendo, para ver el espectáculo.

En efecto, Lenna estaba de espaldas a mí y Ashley frente a ella, tenía su ceño fruncido, su rostro estaba poniéndose rojo de ira, por lo que fuera que Lenna le estaba diciendo, desde donde estaba, no escuchaba bien, pero conforme me fui acercando, pude entender lo que decían.

Estaban tan concentradas entre ellas, que no me veían aproximarse. El grupo de Ashley lo hizo, pero un movimiento de mi cabeza les impidió alertarlas.

—…provocar mutaciones en el ADN que aumentan el riesgo de desarrollar cáncer, pero claro, no me vez haciendo una campaña de eso, ¿verdad cariño?

Todos estaban callados, mientras Lenna, parecía que le estaba dando una lección a Ashley. —Y, además, es claro que no es mi problema como vistas o como te quieras ver, así como no es problema tuyo ni de nadie como yo luzca, sí…, que la verdad no me importa, pero sí, me pareciera mal tu falso bronceado, tu pecho operado o tus extensiones rubias, eso sería entre mi mente y yo, si entiendes lo que quiero decir…

Ashley estaba quieta, quería decir algo, pero no tenía nada que refutar, entonces, su cara se transformó, dando una sonrisa de victoria. Se inclinó hacia Lenna y le susurró algo, que puso a Ricitos tensa en extremo, podía sentir la ira salir en oleadas de su cuerpo, vi cuando sus manos se enroscaron volviéndose puños, se acercó a Ashley mientras esta retrocedía, me acerqué un poco más por si se desataba el infierno.

—Esto es tan sexy —escuché el murmullo de Kirill.

—Ahora no Kirill —soltó Ivan, pero escuché diversión en su tono.

Mi concentración regresó a Lenna. —Lo quieres, ¿eh? Si él quiere regresar a lo que sea que le ofrezcas, llévatelo, si puedes, eres tú quien lo acepta una y otra vez después de estar con alguien más, eres como el reemplazo mientras encuentra una nueva distracción, valórate más chica, solo una justa advertencia, entre chicas debemos cuidarnos sabes, cariño.

Ashley soltó un grito como uñas raspando una pizarra, y levantó su mano para abofetear a Lenna, me moví para impedirlo, pero debí haberlo sabido mejor.

Antes de alcanzarlas por completo, Lenna ya tenía sujeta su muñeca, con fuerza. —Aquí tienes otra advertencia, reina de la escuela, jamás, ni en esta vida o la siguiente, te atrevas a ponerme una mano encima, porque te lastimare tres veces más de lo que tu puedas dañarme a mí. Pelea por un chico si quieres, pero hazlo con alguien que le interese.

—Auch, eso debió doler Sasha —se burló Kirill. Pero lo ignoré.

Me acerqué a Lenna, tomé su brazo para que soltara a Ashley. Saqué un pañuelo de mi bolsillo, y limpié la mano de mi Luna, su palma nunca debió rebajarse a tocar a Ashley. La abracé y deposité un beso en su frente.

Sabía que estaba jodido pero cualquier cosa que le disminuya la ira, lo haría.

Voltee a ver al aquelarre, tenían sus bocas y ojos abiertos. —Vete —gruñí. Ashley se quedó de pie, enfurecida, pero yo estaba más molesto, nunca debió buscarla, ella iba a decir algo, pero le hice un señal de que se alejara. Y lo hizo.

Lenna seguía furiosa, la tomé de la mano para llevarnos al aula vacía. En el camino ella frenó, me vio con sus ojos llenos de ira. Bueno, mierda. Nos di la vuelta para ir al Jeep.

Una vez sentados, ella permaneció en silencio. La ira estaba en ebullición dentro de ella, tenía que decir algo antes de que explotara. Fue irónico que en ese momento recordara lo que una vez me dijo mi hermana, “las bragas en tu corredor te van alcanzar un día hermanito”.

Y ese día llegó.

Me fui por la honestidad.

—Lenna, si hubiera sabido que existías, que me encontrarías, juro por mi nombre que nunca hubiese estado con ninguna mujer, te hubiera esperado hasta encontrarnos.

Vi cuando sus hombros bajaron, pero justo cuando iba a dar un suspiro de alivio, ella se tensó de nuevo. —Ella dijo, —su rostro se retorció, como si fuera a vomitar—, que te encantaba su sabor y por eso siempre volvías, que tú le dijiste que nadie… que nadie sabía cómo ella.

Maldita sea. Tomé su rostro entre mis manos, para vernos a los ojos. —Nunca he ido abajo con nadie. Lo juro. —Y era verdad, cada palabra.

Ella asintió, me creía, pero se alejó de mí. Joder, no iba a perderla, me niego, y menos por una puta follada fácil.

—Lenna, —cuando ella me miró, continué— ella estaba ahí, accesible todo el tiempo, igual que otras, pero nunca fue íntimo, nunca significo una mierda, nunca siquiera la besé, no éramos nada, solo era una follada accesible, siempre disponible, eso fue todo.

—Eso voy a ser para ti Aleksander, ¿una follada accesible?

—Espera, ¿qué…? —No reaccioné bien a lo que dijo, porque en un segundo ella ya había salido del auto. Fui justo detrás de ella, la alcancé en dos zancadas, y la rodeé con mis brazos.

—¡Déjame Aleksander! —gritó. Pero su reclamación no coincidía con el latido en su pecho, ni los escalofríos en su piel.

—Mentirosa —le murmuré en su oído—, mentirosa y celosa. —La giré para vernos de frente—. Moya Luna, nunca podrías compararte con nadie más para mí, tú eres mi única, estoy jodidamente enamorado de ti, nunca voy a dejarte ir nena, no a menos que lo quieras de verdad, y voy a amarte tanto que nunca querrás marcharte.

Sentía su hermosa aceptación, pero también podía ver sus pensamientos girar. —Moya Luna, no lo razones, solo siéntelo, —su nariz rozó la mía—, ¿acaso puedes dudar de lo que digo, cuando tu sientes lo mismo por mí?

Soltó un suspiro y ahí supe que por fin el peligro había pasado. Su cuerpo se relajó contra el mío, y deposité un beso en sus labios.




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