Pneuma

CAPÍTULO DIECISÉIS

En un momento estábamos todos tranquilos escuchando el parloteo de Tatiana sobre el baile, y en otro, un enfurecido Ivan había perdido el tan fuerte control que tenía sobre sus emociones, dejándonos a todos, incluido a mí, sorprendidos.

Mi mirada se encontró con Kirill, y supe que pensábamos lo mismo.

Esto iba a explotar tarde o temprano, pero no imaginé que reaccionaria así, lo había previsto borracho y arrepentido, no furioso y posesivo.

—Ya discutimos esto Ivan, iré al baile, luciré un hermoso y muy escotado vestido, encontraré a algún idiota con el que me besuquearé y dejaré que me quite mi jodida tarjeta V y tu no…

—¡Nadie va a quitarte nada Tatiana! —Mierda, yo tampoco quería escuchar esto—. No encontrarás a nadie joder o lo mataré. ¿Lo entiendes Tatiana? Sacaré las cuencas de sus ojos por solo mirarte, arrancaré sus extremidades por atreverse a tocarte, con nadie ¿me oyes? —La ira había llenado a mi segundo, y la desesperación lo estaba inundando—. ¡Con nadie joder! —Ivan puso sus manos sobre los hombros de Tatiana—. ¡TU ERES M…!

—¡Basta! —lo interrumpí antes de que se descontrolara aún más la situación.

Solo lo había visto con esa inestabilidad en dos ocasiones. La primera vez fue cuando lo conocí, y la segunda nunca supe lo que había pasado, pero tenía algo que ver con mi hermana.

Y ahora, podía ver la ira y un toque de miedo en la mirada de Ivan, temeroso de haber perdido su cuidadoso control, además, ahí estaba lo que nos habíamos temido, estaba lleno de culpa.

Cuando Tanya se fue y Lenna detrás de ella, mis ojos regresaron a Ivan, quien intentaba controlar su respiración para dominarse a sí mismo.

—Vamos —solté y nos llevé a mi casa.

Había pasado una hora después de que nos habíamos instalado en la sala de mi casa, cuando Ivan por fin habló. —No sé qué me pasó, yo no, no la quiero como… no puedo dejar de mirarla y solo… solo es una niña, es como una hermana pequeña.

—Pues en edad es evidente, que es una niña, y sería muy espeluznante que la vieras diferente —soltó Kirill.

No es que este en contra de esa lógica.

—No puedes volver a reaccionar así Ivan, la estas confundiendo —dicté.

—No lo haré Aleksander, mierda, esto, fue un error, no se repetirá.

—Ivan, casi la reclamas —dije. Y mi voz no ocultó la alarma.

—Lo sé, yo… —Su cabeza cayó hacia atrás, recargándose en el respaldo del sofá—. De verdad, no sé porque me descontrolé de esa forma.

Mi mirada encontró la de Kirill, el solo se encogió de hombros. Bien, tendría que ser yo quien se lo sacara.

—Ivan, si Tatiana fuera mayor…

—Pero no lo es —interrumpió.

—Escucha, si ella lo fuera, ¿te interesaría? ¿Cómo mujer?

Él se quedó en silencio un momento, pude imaginar con claridad, el tormento luchando en su interior. Después su semblante se llenó con una tranquilidad notable, y le vi sonreír ligeramente, con melancolía.

—No, —su labio seguía inclinado—, ella es maravillosa, descarada y divertida, y sé que será aún más bella cuando crezca, pero no puedo verla conmigo, ni yo con ella.

—¿Y con alguien más? —preguntó Kirill— Que tal, en algunos años, podrías verla con alguien más, tomada de la mano, besarse…

—Mayor —gruñó Ivan—, mucho, mucho mayor, y con alguien decente, alguien fuerte, que pueda protegerla, y…

—Entiendo —hablé—, pero debes tener cuidado Ivan, porque incluso a nosotros, nos llegaste a confundir.

—Si, sé que me sobrepase hoy, no se repetirá.

Y sabía que el haría lo que fuera por cumplir eso, Ivan era muchas cosas, pero su honor y lealtad estaban por encima de cualquier persona que he conocido.

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Me dirigía a la escuela, cuando vi que estaban abriendo una floristería. El pensamiento fugaz me invadió y no lo pensé.

Cuando abrí la puerta, el sonido de una campana alertó mi llegada.

—¡Un momento! —gritó una voz de mujer que venía detrás del mostrador. Un segundo después, apareció justo ahí, con una enorme sonrisa—. Buenos días joven, en que puedo ayudarte.

—Dame la rosa de color rosado más perfecta que tengas —ordené.

Una sonrisa me respondió, pero yo nunca he sido una persona social, o paciente. Cuando vio que no le devolví el gesto, se puso un poco nerviosa, y antes de que mostrara mi irritabilidad, asintió y se dirigió a una puerta.

Unos minutos después regresó con una perfecta rosa rosada, el tallo largo y sin espinas.

—¿Cómo te gustaría que te la envolviéramos? Hoy tenemos precio especial en…

—Sin envolver —interrumpí.

Su ceño se frunció, y de inmediato volvió a sonreír. —Te diré algo, por ser mi primer cliente, no te cobraré la envoltura.

—No necesito la envoltura —dije y estiré mi brazo para darle mi tarjeta de crédito.

—Oh, lo siento mucho, no tenemos sistema, solo pago en efectivo.

Por eso Tatiana se encargaba de todas mis compras, era un inútil para esto y odiaba hablar con la gente.

Regresé mi tarjeta a la cartera y saqué un billete de $100 que coloqué en el mostrador. El color de la mujer en su rostro, enrojeció.

—Dios, lo siento de nuevo, pero eres mi primer cliente, no tengo cambio…

—Solo dame la maldita rosa.

Sus ojos se abrieron sorprendidos, antes de que abriera la boca para decir algo que no tendría ninguna importancia para mí, tomé la flor de su mano y salí del lugar.

Una vez que llegué al estacionamiento de la escuela, esperé a Lenna recargado en el capo del Jeep. Había un agradable viento helado saludando.

Este movimiento que haré con ella, podría ser casual para cualquiera, pero para mí, es como si estuviera poniéndole un anillo en el dedo.

La peculiar idea, no me produce la repulsión que pensaba.

Cuando ella llegó, estacionó su barbie móvil en el lugar habitual y no demoró mucho en encontrarme, y antes de decir nada, le mostré la rosa.




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