Pneuma

CAPÍTULO DIECIOCHO - Parte tres

La adrenalina surgió en mi cuerpo al tiempo en que puse de pie y comencé a marcar su número.

—Aleksander —contestó, y en ese preciso momento, entendí la expresión de regresar el aliento al cuerpo.

—¡Lenna! Joder nena, por fin. ¿Estas bien?

Escuché una maldición de Tatiana, pero la ignoré por completo, mi concentración estaba en Lenna.

—Lo siento Aleks, y si estoy bien.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Todo —respondió—. Mi tía llegó en el momento en que Fr… en que me estaban maltratando, se puso furiosa. Aleks, nunca la había visto así, yo sabía que ella no lo toleraba y que él la detestaba, y ella lo puso en su lugar, él se le hincó Aleks, para pedir perdón, fue tan… surrealista, y nos fuimos a su casa. Ahí le conté —suspiró, tomando una pausa— todo, hubo mucho llanto, y ella me contó algunas cosas que, fueron las respuestas que había estado buscando y… —escuché un llanto suprimido de Lenna que me provocó una punzada en el pecho—, descubrí otras cosas, ya te las contaré a detalle cuando nos veamos...

—Dime donde estas. No pude seguirte cuando saliste de tu casa.

—¿Fuiste a mi casa?

—Claro que fui joder, estaba muy preocupado, pero cuando llegué, estabas saliendo y no pude seguirte.

—Estoy en la nueva casa de mi tía, pero estoy bien Aleks, enserio.

—Nena, quiero verte —necesitaba verla, no me importó el tono de súplica en mi oración ni las miradas a mi alrededor.

—También yo, pero ha sido un día muy duro, y si vienes no querré que te vayas. —Joder, yo tampoco quisiera—. Además, debo descansar para lucir el hermoso vestido con el que me sorprendió mi tía hoy.

Había olvidado eso. —El baile, cierto —suspiré, ella necesitaba normalidad—. ¿Así que ya tienes el vestido?

—Todo el juego completo.

—Bien —contesté. Tenía cosas dentro de mí, pero las estaba conteniendo, después de todo fue un día terrible para ella y no le causaría más conmoción.

—¿Aleks? —preguntó en ese tono familiar.

—¿Moya Luna?

—Encuéntrame mañana.

—Siempre.

Y colgamos. Lenna aún no sabe que iría al infierno si tuviera que encontrarla, y lo haría con una sonrisa.

Levanté la mirada y todos estaban viéndome. Tatiana hizo un movimiento para llamar la atención. —Solo un momento, déjenme terminar esto.

Regresó su atención a su equipo. —Disculpa X, por cortar con tanto abrupto.

—Febe, mi amor, no te disculpes.

—Gracias por estar al tanto, ya no es necesaria tu ayuda.

—Siempre estaré al tanto de ti, cariño.

—Eres un adulador nene. —Tatiana estaba coqueteando y eso me causó escalofríos.

—Amor, solo digo la verdad, sabes que haría lo que fuera por ti.

Ivan se acercó por enfrente de Tatiana, su rostro se estaba poniendo rojo—. Debo terminar, pero estamos en contacto —soltó ella.

—Siempre amor.

Unos clics después, Tanya bajó la pantalla de su laptop, desconectó su móvil y se quitó el pasamontañas.

Y entonces Ivan atacó.

—¿Qué es esa mierda Tatiana? —Ella lo miró, y rodó sus ojos—. ¿Sabe tu pedófilo que tienes quince años? Y eso de... de nene, ¡que mierda jodida es eso!

Tatiana se puso de pie. Rodeó la mesa para estar frente a frente con Ivan. Él estaba por abrir la boca, pero Tatiana lo calló con un movimiento de su mano. Levantó un dedo.

—Primero, no es ninguna mierda, segundo no es un pedófilo, por supuesto que no sabe que tengo quince años, a punto de cumplir dieciséis, esto no es un chat de mejores amigos Ivan, yo no expongo mi identidad como podrás haber visto, a pesar de que he estado en contacto con él desde hace años, y nos hemos ayudado, es un trabajo, y soy muy, muy buena en lo que hago, yo no te digo como asesinar gente, tu no me digas como cuidar mi rastro, ¿de acuerdo?

Ivan, al igual que todos, estábamos conmocionados, sin palabras, con lo que ella decía.

—Y tercero, —ella suspiró, negando con la cabeza y colocó su mano en el pecho de Ivan, dando palmaditas—. Coqueteamos entre nosotros, no es que te deba una explicación, pero entiendo que te preocupes como el hermano mayor que siempre me has recalcado crees ser, entonces, si Ivan, coqueteamos detrás de una pantalla, con… como pudiste darte cuenta, protección facial, y eso es todo, ¿esas palabras que escuchaste? Es lo máximo a lo que ha llegado, él es tierno y romántico, y sus palabras me hacen sentir bien.

—¿Sen-sentirte bien?

Las mejillas de Tatiana enrojecieron. —Si Ivan, sentirme bien, tú me crees una niña, ¿pero lo soy? Trabajo al mismo nivel que ustedes, me rodeo de personas de su edad y yo…

—¿Qué? Tú, ¿qué?

—Oh maldición, ¡me siento sola! ¿De acuerdo? Ustedes se follan todo lo que se mueve, tú en particular eres un… un promiscuo, a mi exiliaron cualquier compañía masculina en la escuela, todos saben que estaba enamorada de ti Ivan, aun cuando te revolcabas con lo que fuera, pero ¿y yo? ¿Qué pasa conmigo? Yo también tengo sangre roja sabes, y antes de que digas nada, no estoy pensando en revolcarme con él, pero me gusta cómo me habla, me gusta ese coqueteo, me… gusta cómo me siento cuando hablo con él —sus mejillas estaban sonrosadas—, él me hace sentir especial, y yo, le creo con eso.

Bueno, mierda.

—Y no es que sea ingenua, o que me deje llevar por el primer hombre que me trata bien, es solo que… —colocó un mechón de cabello detrás de su oreja—, hay algo en él, no lo he visto en persona, pero, no lo sé…

—Jurabas amarme, años y años de amarme y de la noche a la mañana te enamoras de otro, y ¿dices que no eres una niña? ¿Qué clase de amor es ese?

—La clase de amor que muere por la indiferencia. La clase de amor que no fue respetado, protegido y correspondido, que soportó años y años, hasta que se marchitó.

Ivan se quedó de pie, frente a ella, con la boca ligeramente abierta sin saber que decir.

En realidad, ninguno de nosotros sabía que decir.




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