Pneuma

CAPÍTULO VEINTIUNO - Parte dos

Ella estaba teniendo un desvanecimiento. La cargué en brazos y la llevé a mi habitación. Su dolor debió ser demasiado intenso para que le provocara ese desfallecimiento, pero lo había visto antes y se le pasaría en unos minutos.

Un pequeño momento después, cuando vi que estaba volviendo a la normalidad, volví a pedir perdón, hasta que lo aceptara, porque no podría permitir que me dejara.

No por un error tan estúpido de mi parte.

No porque sabía que ella me amaba, tanto como yo a ella, solo que fui tan estúpido que lo olvidé y, solo bastó un momento para arruinarlo todo.

Sus gritos de dolor se repetían en mi mente, estrujando mi pecho, mi cuerpo entero.

Tragué saliva. —Lenna, lo siento hermosa, lo siento tanto, confundí y jodí las cosas, saber que eres hija de ese bastardo me desordenó, me pareció imposible que nos hubiéramos encontrado, así, sin ningún plan.

—Así fue como nos encontramos Aleksander, tu estuviste ahí —murmuró, con la voz aun entrecortada.

—Lo sé nena, es solo que…

—Tu fuiste quien me encontró en el árbol, ¡las dos veces! —Me interrumpió, con toda la razón joder.

—Si, es verdad, pero...

—Y fuiste tu quien me acorralaba en los pasillos de la escuela.

—Lo sé nena, lo sé, lo siento, lo siento tanto. —Mierda, si hubiera controlado la puta ira y razonado las cosas como debía haberlo hecho, no la hubiera lastimado, y no estuviera a punto de ser pateado.

Hubiera, hubiera, hubiera…

Se levantó de la cama, pero vi cuando se mareó. Así que también me puse de pie.

—Y, porque tu cerebro esta desconectado vas a... ¿insultarme? ¿Gritarme? —Sus ojos me estaba apuñalando, pero detrás de eso, lo vi, mi esperanza—. Puedes estar enojado, furioso, pero no tienes derecho a ser cruel, mucho menos conmigo, que debo esperar la próxima vez Aleksander, ¿qué me golpees?

Habría muchas próximas veces, pero jamás repetiría esta acción tan estúpida. —No joder, no Lenna, yo jamás te lastimaría.

—Pero acabas de hacerlo, ya me has lastimado Aleksander. —Mierda. Yo... la lastimé, a ella, a mi Luna, lo más preciado en mi vida, soy un soberano imbécil—. No voy a convertirme en mi madre Aleks, y tú eres como él, así que será mejor que…

No.

Alto.

—Joder Lenna, nena lo siento tanto, no sabes cuanto lo siento, yo no debí reaccionar así, lo sé, me di cuenta hasta que vi tu reacción, y yo, lo siento Lenna, tienes que saber que fue solo la impresión de saber quién es tu padre.

—No le llames mi pa… eso. Además, ¿qué tiene que ver Frank en todo esto? ¿Cómo conoces a mis tíos Aleksander?

Entonces ella de verdad, no sabía nada. ¿Cómo era eso posible? Jesús, algo no encajaba bien aquí.

—¿Sabes lo que significa el grabado de tu pulsera? —pregunté.

—Contéstame tu primero. —Su tono mordaz no permitió contradicción.

La ira no se había ido, pero se había calmado.

—Bien, pero siéntate primero, por favor nena, has tenido momentos fuertes, y ayer…—tuvimos sexo por horas, pero no lo diría—, por eso debiste decaerte hace rato, tus emociones no han descansado con tanto pasando y…, siéntate, por favor.

Ella aceptó, molesta, pero se sentó. Saqué uno de los chocolates que mantenía en la mesita auxiliar y se lo entregué, una vez que le dio una mordida, comencé.

—Luca Costello y su famiglia, ha sido por muchos años, la competencia, el enemigo principal de… de la familia Ivankov, de mi familia. Tu tío fue quien mató a mi padre, a traición después de haber declarado la paz, y Frank Andrews ha estado a la cabeza de dos intentos de asesinarme.

Lo dije sin endulzarlo y sus ojos se abrieron sorprendidos, ella no podía fingir la mezcla de emociones que la llenaron. No lo había dudado, no ahora, pero su expresión me quitó cualquier duda anterior.

Ella de verdad, no sabía nada.

La famiglia é la patria del cuore, —susurró— la familia es la patria del corazón.

Fue una frase con la que definió a la familia un político y patriota italiano, que después fue acuñada por la familia Costello como su lema familiar. Todos en el lado criminal sabían eso.

—Aleks, tu… hmm, familia, ¿exactamente a que se dedica? Quiero decir, que tipo de enemigo… —Oh mi Luna, no era así como quería que se enterara de esto. No dije nada, pero mi chica era demasiado lista, ató los cabos ella sola. —Tu familia también… ¿tu? —susurró.

Lenna, no me juzgues por la familia en la que crecí. Aunque mis manos están manchadas, no me dejes.

Un maldito egoísta, es lo que soy, y no me importa si por eso, no la pierdo.

Vi el momento exacto en que sus ojos se llenaron de entendimiento. Un nudo se me formó en la garganta, no me arrepiento de las vidas que me he llevado, soy lo que soy, pero no por primera vez, desee haberme podido librar de ese destino.

Y si Costello hubiera mantenido la paz, quizás tendría más tiempo y…

Mierda.

Como… Dejé. Pasar. Esto.

—Lenna, dijiste que, ¿tu tío había muerto? —Ella asintió—. ¿Estás segura?

—¿Qué significa eso? ¿Cómo que si estoy segura? Por Dios Aleks.

—Lo siento, lo siento, es solo que… —Esto es increíble—. Joder… Costello muerto. —Ese zumbido que me alertaba, mi instinto, comenzó hacerse cargo—. Lenna, ¿hace cuanto que murió?

—Hace como, nueve meses —contestó, confundida por el interrogatorio, pero me dio tiempo de analizar todo.

Porque si Costello había muerto hace nueves meses, no había posibilidad en el infierno que todo esto fuera maniobra suya.

—Estás… —entrecerró sus ojos, viéndome— lo siento, es que estoy muy confundido, porque, si tu tío está muerto, y desde hace nueve meses, entonces, no hay forma de que Costello asesinara a mi padre. —Ni que hubiera ordenado mi muerte—. Joder, esto cambia todo.

—¿Cómo obtuviste esa información?

—El hermano de mi padre, mi tío Maxim hizo una investigación y eso fue lo que le arrojó —fruncí el ceño porque era uno de los mejores investigadores de la organización y lo que nos había dicho fue una mierda—, es evidente que se equivocó.




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