Bien, ya no podía eludirlo más. Pero tenía un poco más de confianza que al inicio de esta conversación.
—Lenna, tu tío era el Don de la más importante familia siciliana en el último siglo, su poder era tal, que su dominio abarcó una cuarta parte del país. Yo soy, el hijo de su competencia, quien rivaliza con él en poder y territorio, su enemigo número uno, y desde que mi padre murió, la corona pasó a mí, pero es mi hermana la que lleva el cargo, hasta que yo cumpla 20.
Tomé una pausa, sin quitarle los ojos de encima. —Si yo muriera, habría guerra, desequilibrio en el poder, una abertura que nuestros enemigos anhelarían tener, y provocar mi muerte, esa es una medalla que algunos desearían reclamar.
—Y ¿Frank que tiene que ver?
—Se sabe que era uno de los soldados de Costello, la verdad es conocido como un bastardo demasiado avaricioso, se creyó que quizás tu tío le ordenó mi muerte para que pudiera lograr subir de nivel, las dos veces que nos hemos topado, en ninguna de ellas lo había visto, pero logré identificar su nombre, de todos modos, no hemos logrado matarnos, como es obvio. —Tenía que avisar eso de inmediato—. Espera un momento por favor, déjame hacer unas llamadas.
Marqué el número 1 en marcación rápida, pero antes de llamar, apareció en pantalla una llamada entrante de Tatiana, pensé en rechazarla, pero sus llamadas no eran frecuentes, por lo general, suelen ser de carácter urgente, así que decidí en contestar.
—Aleksander —su voz fue un grito silencioso, lleno de llanto, antes de que pudiera abrir la boca para contestarle, ella continuó—, ya tengo la información de Mik-Mikhail Vol-Vol-Volkov y es, es horrible, se está enviando a Katya, contáctala, Aleksander, es… —su voz se quebró un poco— ¡es él! Es… él.
Cerré los ojos con fuerza, de todas las cosas que podían haber pasado, nunca vi este giro. Solo había un él, que pudiera ponerla en ese estado.
Tomé una pausa, porque algo bueno puede salir de esto, y hablé en ruso.
—¿Tatiana? Era él, era, ya no más, era él.
Escuché su voz quebrarse en evidente alivio antes de que terminara la llamada. Quizás es el consuelo que le permitirá cerrar esa historia y continuar.
Presioné de nuevo el número y esperé a que contestara. No importa lo que estuviera haciendo, siempre dejaba todo para atender mis llamadas. —Aleksander Ivankov, será mejor que esto sea mortal y no solo porque sabes que estoy en la ciudad.
—Katya, ¿estás en la ciudad? Espera, no es eso. ¿No hay nadie que pueda escuchar?
—Mierda, espera. —Escuché un ruido de fondo—. Quizás lo retomemos después cariño, yo te llamo. —¡Jesús! Ignoré todo, porque la información era más importante. Escuché una puerta cerrarse y como si Katya se hubiera sentado—. Maldita sincronización, sí, estoy en la mansión de hecho, bien, dime Sasha, ya estoy sola.
—Katya, no tengo tiempo para entrar en detalles, y te lo explicaré mejor después, pero escucha, Luca Costello está muerto, y lleva durmiendo con los peces nueve meses.
—¡Que estás diciendo Sasha! ¿Estás seguro?
—Más que seguro.
Se quedó en silencio unos segundos. —Esto cambia todo, es la pieza que nos había estado faltando, siempre pensé que no era lógico que los Costello nos atacaran después de años de paz.
—Lo sé, pero escucha esto, el tipo que ha estado detrás de mí, es un tal Frank Andrews, y está en la ciudad.
—¿Qué se sabe de la viuda? Quizás ella se hizo cargo y dio la orden.
—Imposible, ambos se odian, además, Eleanor hoy Rossi, se quedó del lado legal.
—Esta información es demasiado precisa, como la… —se detuvo, y podía imaginarla procesando la información—, dijiste, ¿Andrews? —Mierda—. Esto tiene algo que ver con tu…
—Eso no importa Katya, lo importante es que no estamos en guerra con los malditos italianos, no con Costello al menos, y espera, recuerda que Faddei dijo que vieron a Andrews en Rusia.
—Predatel. —La ira de mi hermana se escuchó en cada silaba—. Tenemos un maldito traidor… Mierda… Sasha, dijiste que el bastardo estaba en la ciudad, es lógico que va tras de ti, ten mucho cuidado, si algo te pasa, te mataré.
—Lo haré, y ¿Katya? Tatiana desencriptó la información del móvil de Volkov, ya te la envió, y…Mikhail Volkov era el hombre que… secuestró a Tatiana.
Ella soltó un fuerte jadeo. —Bien, lo revisaré, ten cuidado Aleksander.
—Lo tendré. —Colgué y llamé a Ivan, timbró varias veces, pero nunca contestó, así que llamé a mi primo—. Kirill, Frank Andrews está en la ciudad, y es probable que tenga mi ubicación, llevaré a Lenna a casa de su tía, pero necesitaré respaldo, localiza a Ivan, no me ha contestado.
—Oh… mierda. Si, lo haré… el esta…—escuché un ruido de agua y unas maldiciones de una voz familiar—. Estamos en camino.
—¿Qué está pasando?
—Nada que sea más importante que esto.
—Bien, contacta a Tatiana y dile lo que ha pasado, necesito localización inmediata, vamos por el cerdo. —Esperé su respuesta, pero no llegó—. Kirill, ¿qué demonios está pasando?
—Lo tienes Sasha, nos ocuparemos de eso y después, de lo demás.
—Bien. —Colgué, el tiempo no estaba a mi favor, y si Andrews tenía mi rastro, no quería exponer a Lenna a un enfrentamiento.
—Lenna, por favor escúchame con mucho cuidado. —Esperé hasta que asintió—. Jamás volveré a lastimarte Lenna, porque sé, que, si lo hiciese, te perdería y no puedo respirar sin ti amor, así que esta es mi promesa para ti, no importa lo que pase, jamás dudaré de nuevo. —Y jamás me arriesgaría a sentir que podría perderla. Volvió a asentir y la envolví en mis brazos—. Vamos nena, te llevaré con tu tía, debo atender unos asuntos.
No quería hacerlo, pero aceptó.
—¿Moya Luna? —la llamé, deteniendo nuestros pasos.
—¿Aleksander? —contestó petulante.
Mi pequeña bruja. —Eres mía, soy tuyo, somos nuestros. —Apoyé su frente con la mía—. No importa lo que pase, tú y yo vamos a estar juntos.