La mirada extraña alertó todos mis sentidos en cuanto abrí la puerta. Unos pasos afuera de ella, y lo vi.
El bastardo de Frank Andrews.
—Mira lo que tenemos aquí, quien hubiera pensado que una puta barata y bastarda como tú, terminaría sirviendo para algo, por fin te tengo, pequeño Pakhan de la Bratva Ivankov.
Puta barata.
Percibí una sensación tan fuerte y horrible, como si la sangre abandonara mi cuerpo, y en un segundo me sentí un desgraciado en toda la palabra.
El efecto de mis palabras en Lenna no solo fue por la ofensa, es probable que las hubiera escuchado varias veces, y terminó oyéndolas de mí.
Joder.
En cuanto matara al bastardo frente a mí, la recompensaría a lo grande.
Pero ahora, tenía que protegerla, no quería que saliera lastimada de ninguna forma, intenté moverme un poco para hacer que regresara a la casa, pero el imbécil se dio cuenta.
—Quieto Ivankov, no quiero lastimar a la perra, aún.
Mis ojos la buscaron. El la mataría una vez que obtuviera lo que quería. Las lesiones que había visto en su cuerpo, demostraban que su amenaza no era un farol. No podía hacer ningún movimiento, debía aguantar a que alguno de los chicos llegara.
—¿Cómo me encontraste? —preguntó Lenna, sin ningún estremecimiento, a pesar del arma que apuntaba en nuestra dirección. Yo también quería saberlo, y que había hecho para que el sistema de seguridad no alertara su presencia.
Los ojos de Frank estaban rojos, sin parpadear observando hasta mi respiración. Costello los entrenaba bien, sin duda, pero este idiota estaba tan colocado, que solo necesitaba que cometiera un pequeño error para acabarlo.
—Eres tan estúpida Lenna, sintiéndote inteligente, yendo con la zorra de Eleanor, cambiando de auto, y abriendo las piernas como la puta barata que eres. —Él se carcajeó, pero a mí me causó repulsión escuchar la ofensa de nuevo—. Con tu corriente pulsera de plata, estúpida, hace años que le incrusté un rastreador en el broche.
Rastreador, bueno, mierda. Algo más en lo que coincido con el bastardo.
—¿Qué quieres Andrews? —solté, para alejar la atención de Lenna e ignorar la similitud del jodido rastreador.
—Sé que no eres estúpido ruso, sabes muy bien lo que quiero —se acercó, su brazo no se movió ni un poco de ángulo—. Tu muerte me abrirá las puertas de lo que me merezco, lo que siempre me he merecido, he estado cazándote durante meses, siguiendo pista tras pista, te me has escurrido de los dedos, has sido listo chico, te daré eso —carcajeó—, pero por fin te tengo pequeño bastardo, y todo por una puta barata —su risa aumentó, esperaba que cerrara un poco los ojos, pero nunca lo hizo.
—Maxim me dará lo que quiero a cambio de, deshacerme de una molestia, ¡tú! —Todo mi cuerpo se tensó—. Una vez que estés fuera del camino, será fácil para él hacer a un lado a Yekaterina y tomar el control de la Bratva. —La traición ardía dentro de mi, profunda y amarga—. Y podré vengarme de la perra de Eleanor, tendré suficiente poder para deshacerme de ella.
Maldita sea, Maxim orquestó todo, y si Kirill… no, él no lo haría.
—Bueno, suficiente charla, has dado tu lucha Ivankov, pero aquí terminas, por cierto, salúdame a Artem, ¿quieres? No fue personal, pero su hermano pagó demasiado como para rechazarlo. —El dolor y la ira se mezclaron, entumeciéndome solo un instante—. Toda una dinastía, exterminada con esta mano, vete al infierno Ivankov.
Tuve menos de un segundo para moverme, pero se sintió como si fueran horas. Sabía lo que estaba haciendo, incluso antes de hacerlo, vi con claridad lo que pasaría, y no lo pensé, porque tenía que protegerla, Andrews estaba demasiado colocado y en esa posición, por el ángulo de su brazo, el tiro no me daría a mí, así que usé mi brazo dominante para apartarla y alejarla del fuego.
Sus ojos de miel me vieron, quería verlos por siempre. —Te amo con todo lo que soy, mi Luna, sin arrepentimientos.
Con la otra mano tomé mi arma, y disparé. Antes de escuchar el sonido del disparo, sabía que me había tardado demasiado.
Ese movimiento me costó todo, y no lamentó ni un poco, porque ella no salió herida.
No sentí el dolor del impacto, fue como un piquete de avispa, y algo caliente mojándome. Cuando bajé la vista, vi el agujero perforado en mi pecho.
Bueno, el bastardo tenía mejor puntería de lo que pensé, la maldita hemorragia iba a matarme.
—¡Maldito bastardo! —Su risa mezclada con dolor, me distrajo del mío, levanté mi vista y tal como pensé, había sido muy lento, solo le di en el brazo—. Tu reputación te hace honor ruso, si no fuera por la puta esta, me hubieras matado.
¡Lenna! Alcé mi brazo, solo necesitaba un disparo más, pero el movimiento fue demasiado, incluso antes de tomar una buena posición, mis piernas no me sostuvieron y caí hacia atrás.
—¡Si! Por fin el gran Aleksander Ivankov, el ojo frio Ivankov, ha caído.
Mi cuerpo no respondía a mi cerebro.
Tenía que protegerla.
Ella cayó de rodillas a mi lado, su rostro estaba lleno de pánico, y todo el color se había ido de él. —Está bien nena, estoy bien.
Joder, no lo estaba, sentí mi cuerpo enfriarse poco a poco. Sabía lo que venía, había entrenado, había practicado y lo había hecho muchas veces.
—¿Sigues vivo? —gritó la maldita rata. —Una vez que termine de matarlo, vendrás conmigo Lenna, pero tranquila, solo me firmaras unos insignificantes papeles.
Tengo que protegerla, solo importa eso. El arma estaba a mi lado, pero no podía mover ni un solo musculo. Maldición.
Tantos años de entrenamiento, tanto esfuerzo y voy a terminar a manos de esa insignificancia.
Perdí el sentido por unos segundos, cuando regresé y me conecté a la realidad, Lenna estaba en una rodilla, alzando un arma, no… apuntando.
—¿Si quiera sabes disparar? Estúpida, estúpida perra inútil, ¡te mataré por esto! Buscaré otra forma de conseguir ese dinero.