Pneuma

CAPÍTULO VEINTITRÉS

DOS MESES DESPUÉS

Un horrible sonido proveniente de una canción, me estaba dando dolor de cabeza.

—Tina, por Dios, baja el volumen de eso, o mejor apágalo.

—Esta hecho un vegetal, ¿qué daño puede hacer?

—Sera mejor que…

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—Puede verlo doctor, hay anomalías en su cerebro.

—La verdad lo dudo mucho enfermera Rose, pero todos lo deseamos.

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—Señor Smith, sé que está ahí y quizás pueda oírme, no hay una explicación médica de porque no ha despertado, y necesita hacerlo señor, su hermana lo espera, si tarda más tiempo en despertar, las consecuencias podrían ser graves y…

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—Doctor Kaufmann, de verdad creo que lo hará.

—Enfermera Rose, tengo otros pacientes que atender…

—Doctor, si el señor Smith despierta y se no se le informó con anticipación a su hermana, bueno, esa señorita es de temer doctor.

—Bien, iré en un momento.

—Gracias doctor.

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Su risa llena de diversión, me forzó a abrir los ojos.

—¿Moya Luna?

—¿Aleks? —río con la jovialidad que solo había escuchado algunas veces.

Mis ojos contemplaron los suyos, la miel ardiendo en ellos.

—Encuéntrame —suplicó.

—Siempre.

Mis ojos se abrieron con lentitud, parpadeando con laxitud hasta que se adaptaron a la luz. Lo primero que vi, fue a una mujer con aspecto de enfermera, sus ojos a punto de salirse de sus cuencas y se veían alarmados. Lo segundo, fue la horrible sensación, de un tubo en la garganta, llamé su atención con el sonido que pude hacer.

—Está bien, tranquilo, voy a quitarlo, pero no debes moverte o podría hacerte daño.

Me quedé lo más tranquilo que pude, mientras quitaba el incomodo objeto de mí. Una vez retirado, abrí la boca, pero sentía como una lija en la garganta. —Aggguua.

—Te daré, dame un segundo. —Presionó unos botones en la camilla para elevar la parte superior de mi cuerpo, solo se inclinó un poco, supongo lo suficiente para beber. Colocó una pajilla en mi boca—. Señor Smith, debe beber con mucha lentitud de acuerdo, es muy importante.

Y bebí, el agua me lastimaba, pero a la vez se sentía deliciosa. Un momento, me dijo… ¿Smith?

—Eso es, eso es suficiente. —Me quitó la pajilla y puso el vaso en la mesita de al lado—. Sé que tiene muchas preguntas, pero debo llamar al doctor y después a su hermana, ella ha estado viniendo todos los días, se alegrará de saber que…

La puerta de la habitación se abrió, interrumpiéndola. Yekaterina se quedó muy quieta en el portal. Su ojos estaban cubiertos por sus gafas de sol.

—Señorita Smith, justo le decía a su hermano lo alegre que se pondría, lleva unos dos minutos despierto. —Katya siguió en el mismo lugar, sin moverse ni un poco—. Los dejaré unos minutos, voy por el doctor, señor Smith, por favor, no se esfuerce, ya regreso.

La enfermera salió de la habitación al mismo tiempo que mi hermana entró, y cerró la puerta tras de sí.

Los segundos de silencio me incomodaron, tenía muchas preguntas.

—Ka…

—Te tomaste tu jodido y dulce tiempo, imbécil. —Colocó sus gafas y su bolso en un sofá detrás de ella, y me regresó una mirada llena de ira. Ira envuelta en un mar de lágrimas—. Creímos que serias un maldito vegetal, maldito idiota.

Se movió con una velocidad increíble y con una fuerza, que creí que iba a golpearme, pero arrojó sus brazos a mi alrededor con mucha suavidad. Sorprendiéndome.

Cuando sentí su cuerpo temblar, lo perdí.

Entonces los últimos recuerdos llegaron a mi mente, abriéndose como un viejo álbum de fotografías, y sentí lágrimas en mis mejillas.

Mis lágrimas.

Moya Luna.

Mi cuerpo se sentía un poco rígido, pero coloqué un brazo alrededor de Katya, en un torpe abrazo, y eso soltó el llanto de mi fuerte y maravillosa hermana mayor. —Sera mejor que te recuperes pronto Sasha, —se enderezó un par de minutos después, secando sus lágrimas—, porque voy a darte la paliza de tu vida.

Rei un poco por eso, pero el movimiento me dolió en el pecho.—¿Qqqué… ffffuuueee looo que passsso?

—Casi mueres idiota.

—Katttt… Katy… —Maldita garganta.

Rodó sus ojos, y después de pasarse el índice por debajo de ellos, me contestó: —En cuanto colgaste la llamada, salí de la mansión, sabía que estabas en tu casa, y pensaba hacer guardia, por si acaso. Solo que llegué tarde. Estabas desangrándote en el suelo, la chica estaba inconsciente a tu lado y había un cadáver, Frank Andrews. Ivan y el hombre de confianza de la viuda Costello, se estaban apuntando con armas, planeaba dispararle, pero dijo quién era y que solo quería poner a salvo a la chica, —se encogió de hombros—, los dejé a ellos e hice recoger tu cuerpo, Enzo te dio los primeros auxilios y mantuvo tu corazón latiendo hasta que llegamos con tu tío Grant, pasaste horas en cirugía.

Tomó una pausa, como si el recuerdo la hubiera transportado a ese momento. —Cuando por fin terminó, dijo que te habían puesto en coma y no sabía cuándo ibas a despertar, pero se supone que sería una semana, máximo. Te mantuvimos oculto en su hospital unos días, en lo que preparaba el espectáculo de… tu funeral.

¡¿Qué?!

—No me veas así, eso era lo mejor en ese momento. No sabía si había alguien más contra ti además del hombre muerto en tu entrada. ¡Dieron con tu maldita casa Aleksander!

Rodeó la cama para tomar asiento en una silla junto a ella. —De todas maneras, Ivan y el hombre de la viuda Costello, pensaban que habías muerto, entonces sería fácil que todos lo creyeran. Y eso nos daba ventaja. Tu estabas vulnerable, no sabía si, si ibas a… —la vi mover su garganta—. El día de tu funeral, con todos los ojos puestos en ese evento, organicé y dispuse todo para sacarte del país.




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