Pneuma

CAPÍTULO VEINTICINCO

Otro mes y seguía ignorante de todo. No sabía nada de nadie, todos me creían muerto y el maldito terapeuta seguía con las rutinas de mierda y yo no he podido dejar la estúpida, estúpida andadera.

Le di otro trago a la botella de vodka, buscando el entumecimiento.

—Hey, ya me dijeron que amaneciste como un ogro. —Katya entró al salón, con el característico resonar de sus tacones acompañándola.

—El terapeuta es un idiota.

—Lo es, pero es eficiente.

—¿Eficiente? ¡Sigo con la maldita andadera! ¿Crees que eso es suficiente?

—¡Deja de gimotear! ¡Jesús! —Se quitó las gafas de los ojos—. Crees que vas lento, ¿qué harás al respecto? Porque lamentarte y maltratar al servicio no te ayudara, y te aseguro que emborracharte tampoco.

Tiene razón, pero no lo mencioné, sabía que estaba siendo un idiota, pero no podía parar. —¿Tienes noticias?

—No de quien quieres escuchar, en el Circulo…. —no estaba de humor para escuchar a nadie, dejé de poner atención, pensando en ella, hasta que retomé la conversación—, y seguiremos intentando…

—No… no están haciiiendo ¡lo suficiente! —grité, harto de no saber.

—¡Aleksander! Contrólate, solo han pasado unos meses, la encontraremos…

—¡Ella va a olvidarme! —interrumpí—. Ella, va a… olvidarme.

—Si lo hace, no valía la pena.

No lo entiende, sé que estaba siendo infantil, pero necesitaba verla, y que no me olvidara. Ella cree que estoy muerto, y no tiene razón para guardarme lealtad.

Mierda, ¿y si alguien le clava las garras?

—Voy a… a volver, ya no lo so-soporto más.

—Vas a tener que soportarlo.

—¡LA EXTRAÑO! Yo… solo qui-quiero saber q-q-que está bien, yo… yo… solo voy a bu-buscarla y verla de le-lejos y, volveré… joder, l-la extraño Katya, la ne-necesito.

Presioné con mi palma un punto doloroso en mi pecho, presionaba y presionaba, pero el dolor no se iba. Entonces opté por beber de un trago el resto de la botella.

—Sasha…

—No l-lo entiendes, l-la nece-sito Katya, la necesito m-más de lo q-que necesito el aire, m-más de lo que p-puedo explicar y m-más de lo que la lógica dice que debería, ella n-no tiene por qué esp-perarme, ¡cree que estoy muerto!

—Aleksander…

—N-no vas a detenerme.

—Claro que lo haré idiota, vas a hacerla un objetivo si regresas, y ¿qué pasa con los demás? No han tocado a Ivan porque sin ti no lo creen un riesgo, pero si regresas, ¿qué crees que pasara? Estas vulnerable, aunque no quieras escucharlo, ¡no vas a ponerlo en riesgo!

Su voz se rompió y mi cabeza se elevó con rapidez para mirarla.

Vi la ligera y fugaz alarma en sus ojos, pero logré verla antes de que lo escondiera.

Ella estaba preocupada por...

—A nadie, ni a ti ni a Tatiana ni a la chica Andrews, no vas a correr riesgos cuando no puedes proteger a nadie en tu condición, ¿de qué te sirve acercarte si terminan matándolos a todos?

Asentí, porque, ¿qué otra cosa me quedaba? Ella tenía razón.

No puedo proteger a nadie.

—Bien —dijo, tranquilizando su voz— porque he traído algo de tu interés.

No me animó, pero puse atención

Su mirada se transformó en asesina. —Tengo al jodido Danil Romanov.

Joder.

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Cuando llegamos al almacén—granero donde tenían a Romanov, los gritos de quien supongo, era el bastardo de Danil, se escuchaban desde la puerta.

—Es b-bueno que sea u-un lugar alejado, sestra.

—Es temporada baja y el dueño nos prestó el lugar. —Me le quedé viendo con mis cejas elevadas—. Es un viejo amigo mío, ¿de acuerdo? Vamos entrometido.

Bueno, eso lo explica.

Antes de entrar, los gritos se detuvieron y Enzo, la mano derecha de Yekaterina, salió limpiándose las manos ensangrentadas con una tela. No es que le sirviera de mucho, todo su cuerpo estaba salpicado de sangre.

—Enzo. —Saludó Katya.

—Yekaterina. —Asintió en saludo—. Señor Ivankov. —Repitió el proceso.

—Oye, ¿P-por qué yo soy Ivankov y e-ella Yekaterina?

Enzo se quedó callado mientras Katya soltaba una carcajada. —Se hartó de los berrinches que hacía cuando no me llamaba por mi nombre.

Bien. Me encogí de hombros, lo que mi hermana llamaba berrinche podría iniciar una guerra cualquier día.

—Enzo, ¿hay alguna actualización?

—Si señorita Yekaterina, las hay —contestó solemne.

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Estábamos en el auto de regreso a Lausana. El silencio se sentía espeso dentro del auto. La ira de mi hermana, parecía irradiar como si fuera una luz destellante, o humo negro. No es que yo estuviera mejor por las noticias que acabamos de recibir.

Resultó que para cuando llegamos a la granja, Romanov estaba dando sus últimos… gritos.

Ya no tiene nada más que decir.

Pero lo que Enzo logró sacarle, bueno, eso era lo que nuestras mentes analizaban en silencio.

Resultó que el bastardo de mi tío, dirigió toda la operación de carne desde el principio, en las sombras. Cuando mi padre empezó a cazarlo, sin saber que era a su hermano a quien buscaba, bueno, Maxim decidió deshacerse de él, dando dos pájaros de un tiro, eliminaba la amenaza hacia su podrido negocio, y se quedaba con la corona de la Bratva.

Él tenía la fuerte seguridad, según Romanov, de que el Circulo lo apoyaría, por encima de mí y aun más de mi hermana.

Utilizó a la rata de Frank Andrews para ello, haciendo creer que los italianos habían roto la tregua de antaño, la brecha de seguridad nos ponía a todos alertas en ello, buscando venganza y dejándole el camino libre a sus ambiciones, sin que nadie le pusiera atención porque estábamos concentrados en Costello.

Pero cuando el Circulo no lo apoyó, y no pudo vencer a una mujer, algo más que su ego sufrió.




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