CUATRO AÑOS DESPUÉS
Enterarme fue una de las cosas más dolorosas que había sentido.
Sé que su intención era buena, y fue de lejos la correcta, si yo lo hubiese sabido, nada me hubiera alejado, pero, aun así, joder como dolía.
Y yo, ya no podía esperar más.
Casi teníamos a Maxim, se había quedado sin respaldos y se volvió descuidado, en cualquier momento iba a aparecer, como el gusano traicionero que era.
Finalmente, todo iba a terminar.
La lógica dictaba que debía esperar un poco más, pero joder, ya no resistía. Cuando vi al buitre rondar a Lenna, mi control comenzó a desbordarse, claro que admito que me invadió un poco de temor, que Lenna decidiera por fin olvidarme y rehacer su vida, después de todo, han sido años los que he estado muerto, y ella es tan hermosa, por supuesto que llamaría la atención, siempre lo ha hecho.
Pero lo que terminó de convencerme, fue enterarme del secreto que mi hermana me guardó todos estos años, después la decisión fue obvia.
Entré en silencio, la oscuridad de la noche ayudándome. En este tiempo había perfeccionado mis habilidades, y casi podía mezclarme con las sombras.
Me emocionaba saber que Lenna había decidido vivir aquí, esa fue la esperanza que infectó mi mente, si ella ya me hubiera olvidado, se habría mudado, tiene los recursos para hacerlo.
Entonces mandé una súplica al universo o a quien pudiera escucharme, que ella aun me quisiera, que pudiera perdonarme.
Mis enemigos me consideran un hombre letal, pero este hombre solo anhelaba recuperar a su familia.
A simple vista, había algunas agradables mejoras, pero por lo demás, seguía igual, solo que el lugar se sentía, en definitiva, como un hogar. Aposté por mi antigua habitación y me dirigí hacia ese lugar.
Y ahí estaba.
Sus hermosos cabellos rizados estaba desparramados por la almohada. Ella estaba dormida de costado, dándome la espalda y no podía ver su rostro.
Ese dolor en mi pecho volvió a punzar con fuerza. El arrepentimiento y la vergüenza, llenando mi torrente sanguíneo, por no haberla protegido cuando me necesitó.
Me moví con suavidad y sigilo, no pudiéndome resistir.
Yo era una polilla atraído por su luz fría, siempre lo había sido.
Me acosté junto a ella. Todavía tenía el mismo aroma. Vainilla y azúcar derretida. Y me sentí un pervertido cuando el sutil aroma me puso duro a un punto doloroso.
Mi mano y yo hemos sido compañeros leales todos estos años, así que bastó una olida para ponerme en un estado vergonzoso.
Su nariz hizo un pequeño movimiento, después su ceño se frunció y sus ojos se abrieron de golpe. Estaban vidriosos, aletargados.
Me congelé, no previne que despertaría, ella no debería verme, mierda.
—¿Aleks? —susurró, y su voz… su voz era como un calmante, adormeciendo el dolor de mi alma en pena.
—¿Moya Luna? —pregunté, en el mismo tono susurrante.
—Hola —su voz seguía murmurando.
—Hola —susurré.
Sus ojos lagrimearon. —Gracias.
Bueno, eso no era lo que esperaba. —¿Por qué nena?
—Siempre que me visitas, solo me ves, y te quedas en silencio, pero hoy, —las lágrimas empezaron a correr—, yo extrañaba tanto, tanto tu voz —sollozó—, creí que la había olvidado.
Joder.
Un nudo enorme me apretó la garganta. Ella pensó que alucinaba. O que seguía dormida. Y no era la primera vez.
De verdad debió extrañarme, tanto como yo a ella.
Estaba a punto de llorar como un recién nacido.
—¿Puedes quedarte? —preguntó, adormeciéndose de nuevo.
—Siempre —solté, controlando mi voz.
Y entendía que no debía hacerlo, luché lo que pude hasta que no me resistí. La envolví en mis brazos, donde siempre había pertenecido.
Su cuerpo comenzó a temblar. —Se siente tan real —pronunció todavía adormilada, sus sollozos rompiéndome el maldito corazón. Entonces, su respiración se normalizó y volvió a quedarse dormida.
Yo me quedé tenso, parpadeando para evitar derramar mi debilidad.
Tiempo después, sabía que ya debía irme, este no era el día de la revelación y faltaban unas horas para el amanecer. Estaba por levantarme cuando mi Luna, volvió a romperme.
—Por favor Aleks, regresa, duele… —susurró Lenna en sueños— por favor vuelve…, vuelve a casa…, vuelve conmigo.
Después de todos estos años… ella todavía me esperaba.
Me espera.
Mis ojos se pusieron húmedos, y la estreché un poco más, besé su frente, hasta que volvió a quedarse tranquila.
—Volveré, lo prometo.
Me levanté con suavidad y me dirigí a la puerta. Cuando me di la vuelta para darle un último vistazo, supe que la guerra más fuerte de mi vida se avecinaba.
Y no era con Maxim, ese bastardo traidor iba a morir sin ninguna duda.
Era con Lenna. Porque, aunque mi Luna me esperaba, su dolor era demasiado profundo, no sería capaz de perdonarme con facilidad, no esta vez.
Pero iba a luchar con todo lo que soy, porque todo lo que soy, es de ella.
Ella es mía, y yo soy suyo… somos nuestros.