¿ Podemos elegir otro papá ?

~3~

Rebecca observaba desde el sofá cómo su hija paseaba por el jardín de la mano de Frederick. La escena parecía sacada de un anuncio: Frederick inclinándose para hablarle a Chloe, Chloe con pasos cortitos tratando de seguirle el ritmo, y Sándwich (llamado así por el amor de Ava hacia los sándwiches) corriendo en círculos alrededor de ambos mientras ellos lanzaban una rama y él la devolvía con una energía imposible de apagar.

La imagen era tan dulce que rozaba lo perturbador.

¿Debía preocuparse? ¿Debía consultar a un profesional por qué su hija estaba buscando un papá en un hombre que acababa de conocer hacía menos de una hora? Tal vez sí. Tal vez era exactamente lo que debía hacer. Pero la explicación más obvia estaba ahí mismo, delante de ella, golpeándole la conciencia: Chloe tenía un padre que, o no la quería, o no sabía demostrarlo. Ninguna de las dos opciones la consolaba.

Aun así… eso no resolvía la verdadera incógnita.

¿Por qué Frederick Montgomery?

¿Por qué no cualquier otro adulto del círculo? ¿Por qué él, justo él?

Samuel, sentado a un lado, la miró con diversión mientras cruzaba una pierna sobre la otra.

—Deberías aprender de tu hija y decirle papi a Frederick —comentó con absoluta seriedad.

Brooke soltó una carcajada.

—¿Por qué creen que le diga papá? —preguntó Rebecca, indignada y confundida a partes iguales—. Ni siquiera se parece a Ian. Bueno… tal vez un poco en el color del cabello, pero luego son como agua y aceite.

Samuel meditó un segundo.

—Quizá asocia “hombre igual papá”.

—¿Y por qué jamás les ha dicho papá a ti, a Jon o a Ethan?

—Eso es sencillo —intervino Brooke—. Desde que empezó a hablar, tú le llamas a los adultos “tío Sam”, “tío Jon” o “tío Ethan”. Incluso Harry lo hace. Entonces aprendió eso.

Rebecca suspiró, derrotada por la lógica.

—Es cierto… debería comenzar a decirle “tío Frederick”. No tenemos tanta confianza, pero prefiero eso antes que escuchar “papá” cada cinco minutos.

Samuel sonrió.

—No veo a Frederick incómodo.

—Le encantan los niños —dijo Brooke—. Y aparentemente los niños lo adoran, porque Ava también se le pegó cuando llegó. Estuvieron jugando con Sándwich como una hora.

Samuel asintió convencido.

—Da buenas vibras. Que los niños y los animales lo quieran es una muy buena señal.

Rebecca se cubrió la cara con ambas manos, armándose de paciencia.

—Voy a intentar recuperar a mi hija antes de que la cena esté lista.

Samuel se levantó.

—Llamaré a Ellie para que se lave las manos.

Brooke también se puso en pie.

—Dile a Ava que me busque en la cocina.

Rebecca suspiró una vez más, se pasó la mano por el pecho y se levantó, preparándose mentalmente para enfrentarse a su pequeña hija traidora, que la había cambiado sin pudor por un par de ojos bonitos y una sonrisa encantadora.

Caminó hacia ellos, que en ese momento estaban agachados observando unas flores. Cuando estuvo cerca, carraspeó.

—¡Mamá! —exclamó Chloe al verla.

Bueno. Al menos no la había olvidado por completo. Rebecca abrió los brazos, esperando que corriera hacia ella, pero Chloe se quedó donde estaba, firme, demasiado firme para una niña de dos años, con su mano agarrando la de Frederick como si fuera una extensión natural de su brazo.

—Con papá —dijo Chloe después, con esa seguridad que solo los niños tienen cuando se equivocan tremendamente.

Frederick soltó una carcajada..

—Creo que he sido secuestrado.

—En serio jamás hizo esto —dijo Rebecca, que ya empezaba a sentir ese rubor incómodo subiéndole por el cuello.

De pronto, Harry apareció corriendo, con las manos llenas de tierra.

—Mamá, ¿me ayudas a lavar mis manos?

—Sí, amor —respondió Rebecca, acariciándole el cabello—. ¿Ya conociste a Frederick?

Harry negó.

Frederick extendió su mano. Harry la tomó con solemnidad.

—Hola, hombrecito. Es un gusto conocerte.

—Gracias, señor. También es un gusto conocerlo.

Frederick arrugó la nariz.

—¿Señor? No, esa palabra no me gusta. Solo dime Frederick.

—Mi mamá dice que debo tratar a los adultos con respeto.

Rebecca sonrió.

—Sí, pero si él te dice que lo llames Frederick, puedes hacerlo.

Chloe, que seguía aferrada a la pierna de Frederick, lo señaló con emoción.

—¡Harry, papá!

—¿Qué pasa con papá? —preguntó Harry, confundido.

—¡Papá! —repitió Chloe, abriendo los brazos para que Frederick la levantara.




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