¿ Podemos elegir otro papá ?

~8~

Frederick había cuidado a los hijos de sus amigos muchas veces, sí, en las tardes, cuando estaban ocupados o necesitaban un respiro. Pero jamás había experimentado la locura matutina de dos niños que hablaban sin parar. Chloe usaba la palabra “papá” cada dos segundos. Y aunque Rebecca constantemente la corregía con un dulce: “Dile Frederick, amor”, no parecía interesada en corregir su vocabulario y persistía con su “papá” con una determinación exagerada para alguien de su edad. Harry, por su parte, no dejaba de hablar acerca de lo que disfrutaba o no hacer: le gustaba pintar, aunque no tanto como jugar al fútbol.

—Lo malo es que no soy bueno —suspiró con un dramatismo digno de Shakespeare—. Papá no va a verme porque le enoja que mi equipo pierda.

Vaya padre. Frederick lanzó una mirada rápida a Rebecca, buscando confirmación. Sí, Harry no mentía. Y francamente, ¿para qué mentiría un niño de seis años?

—Pero a ti te gusta jugar —dijo Frederick, intentando animarlo con una sonrisa—. A veces se pierde, a veces se gana, lo importante es disfrutar del juego y pasarla bien.

—Papá, papá, papá… —lo llamó Chloe con esa insistencia adorable que solo un niño pequeño puede lograr.

—¿Sí, osito? —respondió, preguntándose en qué momento había aceptado con tanta naturalidad un título que claramente no le correspondía.

—Agua, papá —dijo Chloe, señalando con entusiasmo la botella.

—Yo te doy, amor —intervino Rebecca—. Y es Frederick, no papá.

—No, papá, agua —insistió Chloe, firme.

Rebecca suspiró, resignada. Frederick sonrió y ayudó a Chloe a beber agua, intentando no derramar nada en el proceso ni perder el hilo de la charla con Harry.

—Yo me divierto mucho jugando, pero papá dice que debería concentrarme en hacer algo para que el equipo gane.

Por favor… ¡Qué hombre imbécil! ¿Cómo podía sentir tanto desprecio por alguien a quien nunca había conocido en persona? Frederick no tenía idea, pero lo sentía.

—Tal vez debería elegir a otro papá, como hizo Chloe —dijo Harry mirándolo fijamente, como si estuviera esperando su aprobación para nombrarlo “papá suplente oficial”.

Rebecca se aclaró la garganta, tratando de poner orden a la situación.

—Ya tienen un papá, amor —dijo con calma—. De hecho, hoy quiere almorzar con ustedes.

Harry se encogió de hombros.

—Seguro nos va a dejar esperando —dijo, y sus ojos se llenaron de una tristeza que a Frederick le rompió el corazón—. Siempre lo hace.

Eso hizo que no pudiera quedarse callado.

—Si resulta que su papá no puede verlos porque le surgió algo de última hora, yo los llevo a almorzar.

—O mejor, mamá le dice a papá que no podemos ir con él y nos quedamos contigo, Frederick —sugirió Harry.

Frederick miró a Rebecca queriendo decir: “Perdón, no era mi intención quedar en medio de los niños y su papá”. Ella negó sutilmente con la cabeza, sin enojo, simplemente cansada.

—¿No quieres ver a tu papá, Harry? —le preguntó con dulzura.

—Hoy no.

—¡Papá, comida! —exclamó Chloe justo cuando la mesera llegó con el desayuno, rompiendo cualquier intento de conversación seria.

Frederick rio, divertido. Estaba claro, que ese “papá” no desaparecería pronto de la boca de Chloe, así que, ¿qué más podía hacer? Bueno, en realidad, la respuesta era evidente: armarse de paciencia y cortar los waffles en trocitos diminutos para alimentar a ese osito cariñosito que se negaba rotundamente a comer con ayuda de Rebecca.

—Lo siento —murmuró ella, medio avergonzada.

—No es nada —le aseguró Frederick, sonriendo.

—Nada —repitió Chloe, mostrando una sonrisa enorme que dejaba asentado que, en realidad, todo estaba perfecto tal como estaba.

—Frederick… —murmuró Harry—. ¿Me cortas mis waffles?

—Con gusto, hombrecito —respondió, cómodo con su nueva tarea—. A ver, acercarme el plato.

Harry soltó una risita y miró a Rebecca con ojos brillantes de felicidad.

—Dile a papá que no podemos ir con él hoy.

—¿Seguro que es eso lo que quieres? —preguntó ella, con dulzura.

—Sí —afirmó Harry—. Se va a poner contento, no le gusta cuidarnos, se lo dijo a Kayla una vez.

Rebecca abrió ligeramente los ojos, horrorizada, pero con la clara intención de disimularlo. ¿Cómo no iba a estresarse la pobre?

—Eso no significa que puedan almorzar con Frederick —dijo, entonces, con la paciencia de una santa—. Él dijo que eso sería solo si su papá no podía verlos.

Mientras Frederick le daba un trocito de waffle a Chloe, notó la mirada suplicante de Harry.

—¿Entonces no podemos almorzar contigo?

—Yo, bueno… —miró a Rebecca, que se estaba masajeando la sien, claramente agotada pero tratando de no mostrarlo—. No es que no puedan almorzar conmigo, es que no me gustaría que no vean a su papá por mi culpa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.